El diputado nacional Mario Barletta habla pausado y nunca abandona el tono académico y florido de su formación universitaria. Figura clave del radicalismo santafesino, prefiere ser cauto a la hora de evaluar las posibilidades electorales de su partido en el 2023, pero es una de las voces que con más fuerza propone el armado del frente de frentes. Sobre la conflictiva incorporación del socialismo a ese espacio, en diálogo con El Ciudadano dijo haber tenido charlas con el ex gobernador Miguel Lifschitz, en las que el dirigente fallecido del socialismo difería con él en los tiempos de la propuesta electoral. Cree que la pandemia agravó el individualismo en la sociedad, reconoce las fallas de la política en solucionar los problemas reales, pero también le pone un freno al libertario Javier Milei, a quien le retruca con su propia terminología: “Es el representante más acabado de la casta política”.
—Como hombre del radicalismo, que incluso ha tenido la tarea de conducir a la UCR a nivel nacional, ¿cree que este es el mejor momento del radicalismo desde el 2001 para acá?
—Creo que hay que intentar los logros alcanzados en las últimas elecciones y trabajar con mucha responsabilidad, generar en la provincia de Santa Fe un espacio más amplio que el propio radicalismo, que tenga una propuesta programática, que es la que pueda unir a los actores y, posteriormente, sobre esa base, ir definiendo ya las cuestiones más electorales, que no son difíciles toda vez que las Paso facilitan las definiciones.
—El diputado provincial Palo Oliver dice que la alianza con sectores como el PRO hacen que el partido gire hacia la derecha. ¿Usted cómo lo ve?
—Cada uno tiene derecho a analizar y pensar. Lo respeto, somos amigos, pero bueno, esa es su opinión. Creo yo que más allá de categorizaciones que además no van de la mano en relación a lo que yo pienso, si más de derecha, más de izquierda y todo lo demás, insisto en que tenemos que ser mucho más conscientes de las dificultades que tiene el país. Y más corridos para un lado, más corridos para el otro, lo que tenemos que hacer es solucionarle los problemas a la gente. Porque la inflación, la educación, la falta de trabajo, y todos estos temas no son de izquierda ni de derecha. Lo importante es intentar resolver estos problemas, después si queremos entretenernos algún rato discutiendo y estando para un lado y para el otro, y si tenemos tiempo, lo hacemos.
—Usted cree que la urgencia del momento, y la crisis, ¿ameritan intentar alianzas que en otro momento histórico hubieran sido más complejas?
—Puede ser que en otro momento estaban más cerradas las fronteras de estas categorizaciones, pero yo creo en la decencia, en la honorabilidad que hay que tener para un trabajo público, yo creo mucho más en las conductas, las verdaderas intenciones en términos de alcanzar los objetivos para que la gente viva con mayor calidad de vida. Sí soy brutalmente democrático, republicano, respetuoso de las instituciones, nada que ver con los regímenes, que puede haberlos de derecha, que puede haberlos de izquierda, y en donde poco importa el funcionamiento de las instituciones.
—¿Quiere volver a ser intendente de Santa Fe?
—Creo que no es tiempo de ese tipo de definiciones, los esfuerzos, la inteligencia, hay que ponerla en el lugar de la construcción del espacio, de la propuesta. Y cuando hablo de la construcción hablo de un programa, un proyecto colectivo para una Santa Fe que además sea capaz de aprovechar las enormes ventajas competitivas que tiene. Es cierto que el destino de las provincias está atado a cuestiones nacionales, pero Santa Fe, y vaya si tiene, una capacidad en lo que es la producción primaria, excelentes universidades y centros del Conicet para lograr una reunión entre producción y ciencia, agregar valor. Tenemos un río como el Paraná, 700 kilómetros bordeando las costas y eso es navegación, agua para el riego, para el consumo humano, tantas posibilidades que tendríamos alrededor de un bien como ese.
—¿Cómo ve la posibilidad de sumar al socialismo al frente de frentes? Allí también hay posiciones encontradas en relación a esa posibilidad.
—Sí, creo que es posible. Posiciones encontradas hay en los distintos partidos. Convengamos que dentro de cada uno tampoco hay unanimidad de criterios. Pero esto no es malo, por el contrario. Lo que sí creo es que se tiene que llegar a un entendimiento, a un consenso, y confío en que el socialismo tome esa decisión. Lo estábamos trabajando con Miguel Lifschitz antes de que se nos vaya. Personalmente nos reuníamos con bastante asiduidad y bueno, teníamos algunas pequeñas diferencias, más que nada por los momentos. Yo señalaba que ese frente había que constituirlo para las elecciones de término medio y él me insistía que había que esperar a la instancia del 2023. Pero los dos coincidíamos absolutamente en la necesidad de articular y generar una propuesta común.
—¿Ese diálogo que tenía con el ex gobernador sigue ahora con algún otro referente del socialismo?
—Sí, hablamos con (Pablo) Farías, con algunos otros amigos. Bueno, Miguel tenía algo que hoy no se ve, una suerte de liderazgo que trascendía incluso al propio socialismo. Pero cuando no existen liderazgos y hay que dirimir candidaturas entre los que están, las Paso –y esto quedó demostrado en las últimas elecciones- cumplen ese rol. Las últimas elecciones, con cuatro listas, se desarrollaron de manera ejemplar, y luego, lo importante, trabajamos todos juntos, y se logró un importante triunfo frente al oficialismo en la provincia. Por lo tanto, habrá que ver si somos capaces. Creo que los tiempos que corren reclaman de nuestra responsabilidad para alcanzar el objetivo.
—En términos generales, es optimista en relación a la posibilidad de sumar al socialismo.
—Siempre soy optimista. En todo. Y en este caso aún más optimista, porque también está el espacio Creo, de Pablo Javkin, que es un hombre que más allá de que haya ganado las elecciones a través del Frente Progresista, tiene su propio partido, su propio espacio, y también es con quien hay que conciliar. Hablamos bastante seguido, tenemos historias en común, cuando yo fui candidato él me acompañó en un par de oportunidades, en algún cargo. Y creo que eso va a ayudar a que dentro del propio socialismo pueda darse la alternativa de esta unidad.
—Javkin no anda muy bien con el socialismo últimamente.
—Son momentos. Puede ser que no se esté tan bien, y en otros no se esté tan mal, pero muchas veces hay momentos en lo que, recordarás, se dice “mi límite es fulano de tal”, y luego pasa el tiempo y esos límites se corren. Hay también momentos en que por diferentes circunstancias, más que nada vinculadas a la gestión de la ciudad de Rosario, puede haber algunas diferencias, pero por eso es que digo que tenemos que tener la mayor responsabilidad para hacer lo que haya que hacer. Aun sabiendo que uno tiene que dejar de lado algunas cuestiones, no pretender ser exclusivamente quien imponga las ideas. Hay que ceder en vistas al objetivo más importante.
—Hablando de Javkin, usted participó recientemente de una convocatoria amplia que hizo desde su partido, que muchos leyeron como una posible candidatura a la Gobernación. También podrían ser candidatos Carolina Losada y Maximiliano Pullaro, ¿a cuál de ellos acompañaría?
—Creo que tenemos que ir despacio. Consolidar la construcción de ese espacio frentista. Antes de estar en la parte más fina de candidaturas. Porque muchas veces la candidatura es lo que hace fracasar la posibilidad del encuentro. Tenemos que trabajar, a mi gusto con mayor rapidez, en lo que significa generar ese espacio, ese encuentro, porque no se trata de a amontonarse de un día para el otro. No, es un proceso en el cual hay que construir con cuidado, debatiendo, y en los temas centrales alcanzar coincidencias. Por supuesto que permanecerán algunas disidencias. En la medida que nos escuchemos y entendamos las razones de otros, se mejoran las propuestas. Pero hay cuestiones, por supuesto, que son centrales, que son los valores, el apego y la necesidad de recuperación de los valores, que tiene que estar claramente explicitados como intenciones ineludibles de la tarea por realizar. Yo pienso en la catástrofe educativa y hay tres o cuatro tópicos en los cuales es importante que haya un acuerdo para generarle a los votantes cuáles con las transformaciones que se pretenden desde un determinado espacio. No se trata sólo de decirle a la gente “nos vamos a juntar fulano, con mengano y con perengano”, no. Por supuesto que no soy ingenuo y no desconozco que una reunión de mayor cantidad de espacios políticos te genera más músculos electorales. Pero no es por ahí.
—En el plano nacional, ¿Facundo Manes o Gerardo Morales?
—Soy muy amigo de los dos, estoy trabajando con los dos, y se van a poner de acuerdo. No creo que en ese espacio vaya a existir nada que no sea sentarse ambos a analizar, conjuntamente con otra gente, cuáles son mejores alternativas. No veo conflicto en ese espacio.
—Todo, tanto en la provincia como en la Nación, parecía a un nuevo escenario de polarización. Sin embargo, en los últimos tiempos se proyectan otros espacios y podría haber lucha de tercios y hasta de cuartos. ¿Cómo lo ve?
—Es posible. No es algo que solamente esté pasando en la Argentina. Y mucho tiene que ver cierto cansancio, y no sé si es esa la palabra, de la sociedad con la política en general. Porque la política, seamos honestos con nosotros mismos, no ha logrado resultados que la sociedad espera. Y por el contrario en nuestro país parece que cada día estamos un poquito peor, y que hacemos las cosas un poquito peor. Y que nos dedicamos más a las cuestiones electoralistas, a ver en qué lugar puedo estar en el 23, y no está arriba de la mesa la solución de los problemas que hoy tiene la gente. No se escucha hablar de una verdadera transformación educativa que revierta lo que hoy estamos viviendo. No sé dónde quedó “la mesa del hambre”, cuando su titular pasó a ser candidata y se olvidaron del hambre y de todo. Y no veo que hay interés de la política en la resolución cierta de los problemas inflacionarios, algo que somos el hazmerreír en el mundo, teniendo un país como el que tenemos, y siendo que es un tema que si bien ahora ha pegado un sacudón en algunos otros países, pero por lo general lo han resuelto, y no sólo los países desarrollado, hablemos de nuestros vecinos. Y acá no podemos, ¿qué es lo que pasa? Entonces es muy difícil, cuando era embajador en Uruguay me preguntaban y yo no tenía respuestas para contar por qué nos pasa lo que nos pasa, o en realidad tenía respuestas que me daban vergüenza darla: la corruptela, la impunidad, la pérdida de los valores…
—En ese plano, ¿la política no está corriendo un poco detrás del marketing, del impacto de técnicas que funcionan en lo electoral pero dejan de lado todo lo que usted viene diciendo? Usted insiste en lo programático, pero a la hora de decidir el voto toman relevancia otras cuestiones.
—En general creo que por supuesto que en una sociedad los esfuerzos, las conductas, no son exclusivamente de la política. Hay empresarios, gremialistas, organizaciones no gubernamentales, vecinales, una cantidad de organizaciones, pero la mayor responsabilidad está en la política. No nos podemos quitar esa responsabilidad. Porque la política es la herramienta capaz de modificar algunas realidades. La política es la encargada, incluso, de analizar lo que vos planteás, para ver cómo vuelve a movilizar a la sociedad en favor del pedido, del reclamo. Nosotros veníamos en un proceso de fuerte individualismo, y encima el covid ha generado ya de manera exasperante esta situación. Puede tener una explicación lógica, cada uno ha tenido tantas dificultades y tantos problemas que se ha refugiado más en cómo resolver sus propios problemas que los problemas colectivos. Hoy no se escucha a las organizaciones intermedias, a las organizaciones no gubernamentales, al menos es lo que yo percibo y es una tarea por delante. Espero que lentamente se vuelva a los carriles más naturales y normales en ese sentido. Soy optimista porque no serlo es bajar los brazos y dejar que otros hagan lo que uno cree que hay que hacer.
—¿Cómo analiza la figura de Javier Milei?
—Milei es la representación más acabada de la casta política. Porque no propone nada. En la Cámara de Diputados, jamás se escucha su voz. Jamás dice nada respecto a un proyecto, sea cual fuere, cannabis, boleta única, no dice nada. Lo único que le interesa son los espacios televisivos, en los cuales puede poner jugosas pautas. Ha engañado a la ciudadanía y no hace nada. No conozco un proyecto. Para mí alguien que aspira a un cargo de responsabilidad en la estructura de gobierno y después no hace absolutamente nada, está mintiendo. Y la casta política, no sé cuál será la acepción que él le da, pero para mí es el sentido de la política para interés propio, personal, y eso es lo que él hace. En el lugar para el cual él decidió intervenir en política. Él asumió y tomó una decisión. Me parece correcto, todo ciudadano tiene el mayor de los derechos. Luego hizo esas acusaciones generales, donde mete a todos en la misma bolsa, al menos desde mi perspectiva ética, empieza a estar fuera de lo que uno piensa. A eso le agrego claramente la actitud de no asumir el cargo para el cual se presentó.
—No representarlo acabadamente, porque asumir asumió.
—No, para mí asumir es cumplir con las funciones. No estoy hablando de ir al Congreso, levantar la manito y jurar por quien creas. Asumir es hacer lo que te comprometiste.