El partido de reserva entre Quilmes y Unión disputado el martes fue interrumpido por la aparición de un grupo armado que disparó al aire mientras iba a enterrar a un allegado, cuyos restos eran trasladados en el ataúd correspondiente.
El hecho ocurrió en el estadio Centenario de Quilmes y el encuentro estuvo suspendido durante unos minutos.
El grupo, perteneciente a la barra brava del club, ingresó a la tribuna Omar «Índio» Gómez con el féretro de José María Gómez en alto, como «homenaje» tras su deceso.
José María Gómez era el hijo de un referente de la facción de «Los Álamos», fallecido recientemente.
Cuando el árbitro del partido vio lo que ocurría, detuvo las acciones unos minutos, con lógico estupor y temor, ya que los que llevaban el féretro dispararon al aire.
De todas maneras, se trataba de una especie de rito, por cuanto las personas armadas no agredieron a nadie, sólo estuvieron un momento en el centro de la tribuna local y posteriormente se retiraron.
José María Gómez era un joven de 16 años que murió el último domingo en un accidente, tras colisionar su motocicleta contra un patrullero policial que lo perseguía.
Con el cajón en alto, el grupo estuvo unos tres minutos sobre la tribuna y luego se retiró hacia la salida.
El club negó que las personas hubiesen disparado pero el arquero del equipo visitante, Joaquín Papaleo, expresó sus sensaciones del momento a través de su cuenta de Twitter.
«Mientras jugábamos recién contra Quilmes entró un montón de gente con un cajón, tuvieron que parar el partido, se quedaron un rato y se fueron», escribió.
Y añadió: «Los tiros fueron al aire, fue parte de un cortejo fúnebre, pasaron por la cancha, entraron, se quedaron un rato cantando y siguieron. Tiraron un par de tiros, buen ´cagaso´ (sic) me pegué, estaban atrás de mi arco».
