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«Barrefondo», en el límite moral pero sin prejuicios

Con “Barrefondo”, el documentalista Jorge Leandro Colás, incursiona en la ficción, un lenguaje que eligió para hablar del universo de los pileteros, de las diferencias sociales y de los límites de la ley

El verano se vive sofocante en el conurbano bonaerense. Las casas de fin de semana se llenan de gente. Empezó la época en la que Tavo tiene más trabajo. El joven piletero transita sus días de casa en casa en un country, pasando desapercibido, mezclándose con el paisaje en una comunidad que lo mantiene alejado, que lo ignora, que no se detiene en él.

Barrefondo es el primer largometraje de ficción del documentalista Jorge Leandro Colás quien supo estar al frente de Parador Retiro (2008), un film que participó en más de treinta festivales internacionales, además de Gricel (2012) y Los Pibes (2015).

En este caso, el realizador se pone al frente de un policial de tono social, basado en la novela homónima de Félix Bruzzone, reconocido como uno de los autores más importantes de la literatura contemporánea argentina con trabajos publicados en Francia y Alemania.
En el film, Tavo, el protagonista, se enreda con una banda de ladrones que termina obligándolo a pasar datos de las casas en las que trabaja para futuros atracos.

Nahuel Viale es el actor que lleva el personaje principal, acompañado por Sergio Boris, María Soldi, Claudio Da Passano y Osqui Guzmán.

“El tema central de la película tiene que ver con la transgresión de algunos límites vinculados con la moral e incluso con la ley. Me gustaba que la película se ubicara en una zona marginal, difusa y ambigua. Estando a la par de sus personajes, en el barro, sin juzgarlos”, aseguró Colás a la agencia de noticias Télam, quien concursó con su film en la Competencia Argentina del Festival de Cine de Mar del Plata.
Cuando el director leyó Barrefondo sintió que tenía potencial cinematográfico, imaginó a Tavo, su voz, sus modismos, el ambiente en el que se movía, la ambigüedad moral de ese espacio. “Todos esos elementos aparecían en la novela filtrados desde la mirada de lo real, ya que Félix es escritor pero también trabaja como piletero, al igual que el protagonista de su novela. Era un mundo muy atractivo para una película”, confesó.

Colás encontró en esa lectura puntos de afinidad con el documental, por eso lo atrajo. Así que leyó el libro, se interesó en cómo el autor describía, ficcionalizaba su propia experiencia. “Después de leer el libro, nos juntamos en un bar y trabajamos mucho la cuestión de lo real. Hicimos además un pequeño documental sobre pileteros, que me sirvió para entender ese mundo tan particular, porque es un poco marginal y porque además su trabajo está en el lugar de ocio de la gente”, expresó el director.
Colás emprendió la tarea de “bucear en los límites de la cuestión de clase, del barrio privado pegado al barrio humilde y de ciertos juegos de poder”, según él mismo describió.

“Siempre pensé en Barrefondo como una película de cruces. En cierto sentido, cruza las películas de personajes y atmósferas con las de género, ya que hay un personaje central a quien le pasan muchas cosas internas pero también hay una trama que lo contiene y que tiene mucho que ver con la estructura de un policial. Cruza la forma de construcción del cine de ficción con algunos elementos de puesta en escena que tienen más que ver con el cine documental. Incluso cruza también, a través de varios personajes de la película, algunos límites morales”, puntualizó el realizador.

Tanto la novela como la película juegan al filo de la moral. “No hay personajes buenos ni malos, sino que todos están tratando de zafar de una realidad compleja que les toca vivir, con aciertos y errores”, dijo Colás.

“El objetivo era no juzgarlos, dejarlos transcurrir, algo que tiene que ver con el trabajo documental que veníamos haciendo. Así dejamos mucho librado a la opinión del espectador, lo cual genera una multiplicidad de interpretaciones”, continúo. Y adelantó que a la hora de elegir la puesta en escena decidió utilizar un registro documental con planos secuencia, cámara en mano y un registro sonoro más duro, más realista. “Todo eso nos servía para dejar que aflorara la realidad en la ficción. Al género policial quería sumarle ese registro más realista”, concluyó el director.

 

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