Desde la pasada campaña, con la llegada a la Rosarina de Marcelo Turcato como cabeza de la comisión directiva, se oyó a los clubes, se atendió sus necesidades e intenciones en varios temas. Y uno de los puntos principales a los que se prestó atención fue a la solicitud de que cada elenco pueda jugar en su estadio las series de definición de los torneos, que en las campañas anteriores se desarrollaban en canchas habilitadas por capacidad y estructura. Con las medidas de seguridad del caso, claro.
No se trató de una idea temeraria, sino de una forma de trasladar la fiesta que significa pelear por una definición a los diferentes clubes. Pero desde ese mismo momento los estúpidos de siempre (a veces la Policía les da una linda mano) entendieron que tenían vía libre para la acción.
Ya en la final de la A de 2011, cuando Sportsmen Unidos se consagró campeón, un grupo de simpatizantes de Alumni de Casilda es arrojó de todo y los que se llevaron la peor parte fueron los periodistas que estaban allí ubicados.
Se pasó por alto, con el olvido propio de los finales de año y dejando a un par de “locos” quejándose por cámara robada o micrófonos rotos.
La intención fue la misma para esta temporada, apostar al buen trabajo de los dirigentes, a la organización policial y al buen comportamiento. Se sabe, si la regla es para uno es para todos, así que si uno juega en su cancha, el otro también.
Y en la B, en el choque entre Caova y Talleres, el ambiente palpitaba que algo podía pasar, porque se trata de hinchadas con mucha gente y no demasiado tolerante a la cargada o provocación.
No se hablará en esta nota de culpables, de quién empezó o terminó, pero las agresiones verbales o bravuconadas de los partidos en Caova se transformaron en una lluvia de sillas, piedrazas, balas de goma al aire y heridos en un estadio que reventaba de público en Villa Gobernador Gálvez.
Ganó Talleres 62 a 57 con 16 puntos de Fernando Ríos en el tercer partido de la serie final por el segundo ascenso a la máxima categoría y se puso 1-2 en la eliminatoria que debería continuar mañana, otra vez en cancha de Villa Diego.
Una vez más fracasa la opinión de los que creen que se puede confiar en el buen comportamiento, en la organización que generan dirigencias amateurs y escasa Policía. Se trata, aunque se haga con la mejor predisposición e intención, de previsiones falibles en estadios que colaborar con los inadaptados.
Las imágenes de las corridas, de los incidentes, de las agresiones obligan a parar, a replantear situaciones y pensamientos.
Valen las sanas intenciones, pero la sociedad está enferma. Entonces, hay que cambiar, o al menos estudiar cada caso de mejor manera con el riesgo de ser injusto con alguno elenco. Triste, pero real.
Ahora, a puertas cerradas
¿La solución? Anoche se reunieron los dirigentes de la Rosarina con los presidentes de los dos clubes y se decidió que mañana se juega en Talleres a puertas cerradas, mientras que si hay quinto será en Unión y Progreso a puertas cerradas.