Se ríen, bromean, disfrutan y hablan de cosas que sólo ellos comprenden. En realidad, ellos tres y sus otros nueve compañeros que en este momento están repartidos por todo el país contando anécdotas y vivencias. Matías Aristu, Andrés Ottolini y Jonathan Sacco acaban de retornar de Cancún, donde lograron el subcampeonato en el Premundial Sub 16 y la clasificación a la cita ecuménica del año próximo en Lituania. Junto al entrenador asistente Gabriel Tomassetti fueron los representantes rosarinos en un torneo que se jugó en el estadio de Pioneros de Quintana Roo, en la paradisíaca Cancún, aunque de playa y vacaciones hubo poco y nada.
“Estuvimos siempre muy metidos en el torneo, sólo salimos a recorrer y comprar zapatillas en una ocasión y apenas un día fuimos a la playa y estaba bastante feo. Llovió mucho e incluso un partido se demoró porque había unas goteras en el estadio”, comentó Jona Sacco, el interno de Libertad que vivió su primera experiencia internacional: “Había estado en preselecciones y me dijeron qué cosas debía mejorar, qué cosas tenía que trabajar. Y creo que lo pude hacer, porque me dijeron que había evolucionado y pude quedar. A veces se nota un poco la diferencia con jugadores que están en planteles de Liga, pero no fue tanta”.
Matías Aristu y Andrés Ottolini venían del título en el Sudamericano y por eso ya tenían una idea de lo que se podían encontrar. “Sabíamos dónde estábamos parados y que íbamos bien preparados, pero este es un nivel superior, con equipos muy complicados. Pero nuestro fuerte fue siempre la defensa y pudimos manejar los partidos salvo contra Estados Unidos”, comentó Aristu, surgido en Provincial y hoy jugador de Libertad de Sunchales.
Mientras, Ottolini se mostró feliz con la experiencia: “Fue el mejor torneo en que me tocó estar. Todo fue muy bueno, desde nuestro grupo, hasta la gente que rodeaba el certamen, la que iba a la cancha, la hinchada que viajó de Argentina. La pasamos bárbaro”. Con respecto al juego, el jugador de Calzada explicó: “Nosotros no dependíamos de uno o dos jugadores como otros equipos. Jugábamos todos y podíamos aportar, ese es el fuerte de Argentina”.
El inicio del certamen fue ante Costa Rica, al que superó con comodidad, pero después llegaría el primer choque ante Estados Unidos. “Veníamos de ganar como por 100 puntos y nos encontramos con un equipo totalmente distinto, muy fuerte, muy atlético, que te hace imposible jugar bajo el aro y que te genera pérdidas. Es una potencia”, relató Sacco, uno de los encargados de la desigual lucha bajo el aro.
Un día después tuvieron el último duelo de grupo ante Brasil. El que definía nada más y nada menos que el pasaje a semifinales. “Es un clásico y veníamos de ganarles cinco partidos seguidos. No podíamos perder justo este”, explicó Aristu, al tiempo que Sacco brindó todo un panorama de cómo se vivió el duelo: “Hay mucha pica con ellos. Había bronca hasta en el hotel y desde que subimos al micro para ir a la cancha nos cantábamos cosas. Ellos querían molestarnos gritándonos los tantos o jugando fuerte todo el partido, pero son un equipo corto y les ganamos”.
“Dejarlos afuera de la lucha por la clasificación fue hermoso, igual que el partido ante Puerto Rico, en el que pudimos clasificar al Mundial”, agregó Ottolini. Justamente en el duelo ante los boricuas Argentina sacó más de 20 puntos de ventaja y lo tenía liquidado, aunque una presión en toda la cancha de los centroamericanos obligó a un final cerrado. “Si duraba cinco minutos más no sé qué pasaba”, dijo Sacco.
Después llegó la final ante Estados Unidos y otra caída: “Es lindo jugar contra ellos, aunque a veces te frustrás”, se sinceró Ottolini. Igual no hubo tiempo para lamentarse, porque el pasaje al Mundial estaba en el bolsillo y en Lituania habrá oportunidad para la revancha.