La beba de un año y nueve meses que fue encontrada junto al cuerpo de su madre asesinada se encuentra estable, con buena evolución, aunque en estado delicado por el riesgo de sufrir infecciones, informaron hoy fuentes del Hospital de Niños de Córdoba, donde permanece internada.
La subdirectora del centro asistencial, Fernanda Marchetti, dijo que la pequeña pasó «una buena noche», pero sigue internada en terapia intensiva para atender el cuidado de sus heridas y su estado general de salud.
«Los exámenes de tomografía y de radiografías han dado bien, es un buen dato», señaló la médica, quien remarcó que la beba recibe «cuidados permanentes», ya que se hace un seguimiento estricto de las tres o cuatro heridas «punzocortantes» sufridas, por las que hoy ingresará al quirófano para curaciones.
La niña permaneció junto al cuerpo de su madre más de 80 horas, en una alcantarilla con aguas servidas, cuyo contacto incrementa el riesgo de infecciones que es lo que se intenta prevenir, explicaron fuentes médicas.
La jefa de terapia Intensiva del hospital, Patricia Capocasa, ratificó por su parte que la niña presenta un cuadro «estable en las últimas horas» y que «su estado general tiene una buena evolución», de modo que se encuentra «mejor que ayer», «se alimenta con normalidad» y «tiene un peso acorde con la edad», de un año y nueve meses.
«La evolución es favorable y eso habla de un buen pronóstico» aunque el riesgo de infecciones «siempre está latente», resumió Capocasa.
La beba fue hallada el pasado domingo dentro de un alcantarilla junto al cadáver de su madre, Paola Acosta (36), en la esquina de Zipoli e Igualdad, en el barrio Alto Alberdi de Córdoba Capital.
La mujer y su beba habían desaparecido la noche del miércoles, cuando la primera bajó de su departamento en barrio San Martín para recibir al padre biológico de la beba, Gonzalo Lizarralde (36), el principal sospechoso en el caso, ya detenido e imputado.
El encuentro se habría pactado porque Lizarralde le iba a pagar a Acosta la cuota alimentaria de 1.400 pesos fijada por orden judicial, ya que al negar su paternidad se inició una causa que terminó en un análisis de ADN.
Paola y Gonzalo habían mantenido una breve relación pero nunca convivieron y el pasado 20 de agosto se confirmó la paternidad, por lo que el hombre está obligado a girar una suma de dinero mensual para la manuntención de su hija.
Ante la desaparición de la mujer, los familiares de Acosta realizaron la denuncia. «Nos querían hacer creer que ella se había ido por voluntad propia, cuando teníamos pistas de sobra para saber que no era así» dijo Marina Acosta, la hermana de Paola.