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Benjamín Vicuña: “En Chile y Argentina nos permitimos jugar con la mentira”

El actor chileno habló sobre “Miénteme” la comedia romántica que protagoniza junto a Florencia Peña y Leonor Varela; y que este jueves se conoce por Amazon Prime Video

Benjamín Vicuña protagoniza Miénteme, comedia romántica y de enredos que estrena este jueves a través de la plataforma Amazon Prime Video, en la que la mentira está a flor de piel de unos personajes que buscan ser aceptados y con un registro de humor que el intérprete buscó que interpele a Chile y Argentina, pero con el objetivo de cautivar a los 240 países donde se podrá ver la propuesta.

En una entrevista con Télam no sólo abordó el rol de la mentira en la idiosincrasia de la gente, sino también su pasión por el cine y las proyecciones en sala, tanto por la calidad técnica como por el hecho social de compartir con otros el hecho artístico.

“Te das cuenta de que si lo llevás un poco al espejo en general, todos mentimos de alguna manera. Con tus amigos, tus compañeros y hasta a un hijo le mentís, que es lo más sagrado que tenemos. Eso es lo que la película plantea y genera ese nivel de discusión y reflexión”, reflexionó el actor chileno radicado hace años en el país y acotó: “Creo que hay personas y culturas más francas. Creo que en Chile y Argentina nos permitimos jugar con la mentira”.

El actor recordó que una amiga suya vivió en Francia y que allí, a modo de ejemplo, una madre que ve un dibujo de su hijo que no le gusta no le miente diciendo que es lindo, sino que le dice “muy buen esfuerzo”, algo que en Argentina y Chile no sería tan común.

En Miénteme, la incursión en la comedia del director Sebastián Schindel, Vicuña interpreta a un economista chileno que se presenta como un asesor externo del Banco Mundial y se enamora de Bárbara (Florencia Peña), mujer que suele tener “el radar roto” para conseguir pareja. El amor, en el que Eva (Leonor Varela) y Matías (Lucas Akoskin) auspiciaron de celestinos, va viento en popa, hasta que el hilo de la mentira empieza a notarse.

“Este personaje, que es un gran mentiroso efectivamente, tiene una deuda moral, que el público podrá evaluar hasta dónde sus mentiras hay que asimilarlas y hasta dónde es un delito. Yo creo que en ese abanico de la mentira es donde el público puede reflexionar sobre cómo, como sociedad, le dimos cabida a la mentira en pequeñas cosas que están muy instaladas”, comentó Vicuña.

Sin embargo, lejos del idilio, el matrimonio Eva-Matías también mantiene sus propias mentiras, mientras juegan el papel de detectives para descubrir la verdadera identidad de Julián. “La mentira tiene patas cortas -planteó el actor- y la película tiene un poco esa bajada de moralina, pero que es cierto: si mentís, en algún momento te van a descubrir. La mentira tiene caducidad. La verdad siempre llega”.

La película que a partir de este jueves estará en Prime Video cuenta con varias particularidades. Por un lado, la experimentación de un director que ya había avisado que quería probar con el género, pese a que se lo tiene más vinculado al thriller con films como Crímenes de familia y El patrón. Este salto de Schindel fue un atractivo para que Vicuña aceptara el papel.

“Yo había visto todas sus películas. Creo que salir de esa zona de confort y experimentar un trabajo y meterse en el género de la comedia me parece muy valiente. Como buen director, entendió muy rápido los códigos”, sostuvo el actor nacido hace 43 años en Santiago de Chile.

“También quería volver a la comedia -reconoció-, que es un género por el que se me conoce poco en Argentina, pero con el cual he trabajado mucho en Chile y en España. Y luego, un personaje que me daba para jugar. Una especie de chanta que puede jugar con los acentos y en comicidad. En las reuniones previas al guion, con Sebastián conversamos y compartimos anécdotas de lo que nos pasa a esta edad. Las crisis y las mentiras, que están muy instaladas culturalmente, que toleramos y con las que aprendemos a convivir. Y por otro lado, también está mi experiencia como chileno inmigrante en este país. Tengo algunas cosas que fueron tomadas por el guion definitivo”.

Con 43 años, Vicuña ha vivido el paso del celuloide al digital y está convencido de que el cine se va a reinventar para que la gente regrese a las salas, a pesar de que las plataformas apuestan fuerte, en algunos casos, a saltearse la pantalla grande o con estrenos a cuentagotas, como sucedió hace unos años con Roma, de Alfonso Cuarón (por Netflix), o la flamante Argentina, 1985, de Santiago Mitre y con gran paso por Venecia, que estará tan sólo tres semanas en cartel, para pasar luego a Prime Video. Las grandes cadenas, de hecho, no participarán de las proyecciones.

“Como amante del cine, disfruto la sala -dijo a modo general Vicuña-. No sólo desde lo técnico, sino desde el compartir. Más que nada en la comedia, con la que compartís la risa de la gente con la que fuiste o te reís del tipo de atrás, que se ríe con ruido (risas). Toda la mística que tiene el cine se extraña. Pero la vamos a recuperar. Yo creo que el cine va a seguir teniendo algo de especial y a la gente le gusta reunirse y armar el plan: salir, charlar de le película, ir a la pizzería… ¿dónde llevás a una chica si no es al cine? (risas)”.

A su vez, el actor recordó: “He vivido pequeños grandes hitos de los cambios del cine. Yo empecé filmando con celuloide y recuerdo escuchar el carretel mientras se filmaba y sabías lo que costaba cada toma. En mi país hice la primera película en digital, que se llamó LSD, Lucha Social Digital (de Boris Quercia). Con los cambios de formato, empecé a vivir los cambios de consumo. Ahora vamos a llegar a 240 países, algo inimaginable antes. Pero, a su vez, a modo de preestreno, tuvimos este lunes una función en pantalla grande, como un rito”.

Según contó Vicuña los personajes de la película son muy atractivos desde el punto de vista de jugar, “que de eso se trata la actuación”, dijo. “La actuación es jugar, es la mentira, es una sugestión, que hace que a veces nuestro cerebro dé órdenes que a veces nos sorprenden. Es una verdad asimilada, artificial, que hace que podamos lograr emociones y vibrar en historias que no son nuestras. En ese sentido, son personajes que mienten por el miedo a no ser queridos, por el terror de ser aceptados en su condición. El mío, que es un inmigrante, que fracasó y vive con su mamá. En un sistema tan competitivo, eso pareciera peor que un delito y la salida que encuentra el personaje es mentir. Después podemos considerar si eso merece ser castigado o no. Pero te habla de un sistema que está enfermo, de alguna manera, por las exigencias del éxito”, explicó.

“El personaje miente por un sistema perverso. Lo bonito es la bajada de la historia. De un tipo que termina haciendo lo que tiene que hacer. Asumiendo su pasado y su condición, viviendo en paz con eso”, concluyó el actor.

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