El presidente de la Conferencia Episcopal Argentina (CEA), cardenal Jorge Bergoglio, dijo hoy en Rosario que los católicos “no quieren ser una Iglesia temerosa” sino una “Iglesia generosa que se anima a acercarse a los más pobres, a curarlos y recibirlos”.
“No queremos ser una Iglesia desilusionada, queremos ser la Iglesia convertida”, sostuvo el cardinal durante la misa de cierre del Primer Congreso de Doctrina Social de la Iglesia, que se inició el viernes y concluyó hoy en la Universidad Católica Argentina (UCA).
Bergoglio identificó en su homilía al “desencanto” como la principal “actitud espiritual en que ha venido a desembocar la civilización”, y dijo que “la categoría clave” para enfrentarlo “es la de projimidad”.
Sostuvo que en “un mundo desencantado, los síntomas del desencanto son variados, pero quizá el más claro sea el de los encantamientos a medida”.
En ese sentido, enumeró “el encantamiento de la técnica que promete siempre cosas mejores; el encantamiento de una economía que ofrece siempre posibilidades casi ilimitadas -pero a los que están incluidos en el sistema-; el encantamiento de las propuestas religiosas menores, a la medida de cada necesidad, una especie de espiritualidad a la carta”.
El cardenal primado de la Argentina explicó que “la medida de la esperanza está proporcionalmente relacionada con el grado de projimidad que se da entre nosotros”.
“En una Argentina abierta, en la que conviven mejor que en otros sitios hombres y mujeres de tantas razas y credos, el terreno está bien dispuesto para que crezca esa projimidad en todo su esplendor y calidad”, añadió.
Como cierre del congreso, dijo: “Nos vamos con ganas de crear projimidad para sembrar esperanza, contagiémonos los unos a los otros de esto, en especial los jóvenes. Contágiennos esa ansia de militar que tienen para crear esperanza”.
Antes de la misa de cierre, el obispo de Zárate-Campana, monseñor Oscar Domingo Sarlinga, leyó las conclusiones del Primer Congreso de Doctrina Social de la Iglesia, organizado por la CEA y la comisión episcopal de Pastoral Social, y convocado bajo la consigna “Unidos para promover el desarrollo integral y erradicar la pobreza”.
Allí se propuso profundizar “el diálogo para promover mayor participación de los cristianos en la sociedad civil, en la política y el empresariado para ser agentes de transformación activa de la vida social”.
“Para ello es indispensable el diálogo” con el fin de arribar a “acuerdos profundos que fundamenten políticas de Estado y aprecien los valores provenientes de la dignidad de la persona como imagen de Dios”, leyó Sarlinga.
El documento también sostiene que “el congreso puede realizar aportes en la revalorización de la concepción antropológica, para que tanto en la político como en la economía el hombre no sea visto como recurso sino como fin”.
Propuso “incidir en las políticas públicas para evitar desigualdades hirientes” y una “mayor participación al compromiso de la sociedad civil en la distribución de la riqueza”.
Los participantes del congreso, unos 1.300 de distintos puntos del país, pidieron “una mayor difusión de la Doctrina Social de la Iglesia y “discutir leyes que repercuten en la distribución del ingreso, utilidades de las empresas y una nueva ley de entidades financieras”.
Por último, destacaron “el rol del Estado como garante de la distribución primaria”.