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¡Bielsa, carajo! La historia detrás de un título que significa mucho más que un logro deportivo

El Loco vio en Leeds un lugar donde podía proyectar su visión de fútbol, lograr empatía con la gente y conseguir algo épico más allá de lo deportivo y fuera de lo que muchos veían cuando aceptó dirigir en segunda división de Inglaterra hace dos años

“Si tuvieras todo el dinero, si pudieras elegir cualquier técnico, ¿a quién elegirías?”. Tras dos días de discusiones y un primer año frustrante como dueño de Leeds, Andrea Radrizzani, desafió a Víctor Orta  con una pregunta desconcertante que buscaba dejar de lado las exigencias del Director Deportivo. “Marcelo Bielsa”, respondió sin pestañear el español.

Así nació una historia de amor y éxito que aún amenaza con tener páginas por escribir. Llena de locuras, pero siempre emparentada con la honestidad, el trabajo, el sacrificio y la lealtad. Leeds regresó a la Premier League tras 16 años de frustraciones que amenazaban con empoderarse de por vida de un pueblo postergado, maltratado, descreído, al que Marcelo Bielsa le dio nuevamente una identidad.

Con el nombre de Bielsa en la mesa, Orta tenía un gran desafío. El Loco le había rechazado dos propuestas, una llena de plata del Zenit ruso y otra de mayor valor futbolístico cuando estaba en Sevilla. Pero no se iba a resignar fácil, y le dejó un mensaje en el contestador de Marcelo, donde le pedía una reunión para ofrecerle la dirección técnica del Leeds.

Pasaron cuatro días para que Bielsa respondiera el llamado. “Había visto 70 horas de partidos de Leeds. Es increíble. Habíamos charlado con otro DT y ni siquiera conocía a los jugadores”, cuenta Orta, quien se enamoró del estilo Bielsa tras ver a la Selección Argentina en los Juegos Olímpicos de Grecia.

Orta viajó a Argentina junto al CEO del club, Angus Kinnear, con la misión de convencer al Loco. “Fuimos pensando que teníamos que seguir vendiéndole las potencialidades del equipo. Pero no fue así. Bielsa estaba al tanto de casi todo. La reunión duró muchas, muchas horas. La mayoría del tiempo habló él. Había cientos de papeles con formaciones. Conocía al equipo mejor que nosotros mismos. Había visto todos los partidos, pero también los de otros equipos”, confiesa emocionado el español.

Ese día, Orta y Kinnear se despidieron de Bielsa con un apretón de manos, que entendieron que para Bielsa tenía el mismo valor de un contrato firmado.

Muchos no entendieron entonces la decisión de Bielsa. ¿Por qué rechaza selecciones o clubes importantes y va a dirigir a un club inglés de segunda? Dos años más tarde, con el título del Leeds y la repercusión mundial que tuvo el trabajo de Bielsa, quedó claro que el Loco había visto lo que la mayoría de los mortales no.

La explicación, tal vez, tiene que ver con el potencial que vio Bielsa en Leeds. Un equipo con historia, que transitaba un camino interminable de frustraciones. Una ciudad degradada futbolísticamente, que se sentía olvidada por sus gobernantes, pero con un corazón enorme. Y un proyecto dirigencial serio.

Fiel a su estilo, Bielsa exigió mucho para el equipo y poco para sí mismo –aunque su contrato es muy importante-. Enseguida apunto a Thorp Arch, el centro de entrenamiento del Leeds. Bielsa pidió comodidades para que los jugadores pudieran descansar allí, con un sector de entretenimiento, y una oficina cercana a las canchas para él, con lugar para dormir cuando quisiera, algo que sucede bastante.

No era un capricho. Bielsa decidió que había que entrenar mucho. Y la permanencia de los futbolistas en Thorp Arch pasó de dos horas a nueve. “Si no aceptan lo que vamos a hacer, pueden irse a hacer otra cosa”, les dijo Bielsa, traductor mediante, en el primer entrenamiento a los jugadores.

No hubo quejas. El propio Orta reconoce que nunca dudó en la aceptación del estilo Bielsa. “El jugador inglés es muy entrenable. Acepta lo que se le dice. Si lo mandás a tirarse al río lo hace y luego te pregunta por qué. El latino no se tira hasta que lo convencés”, comenta.

Bielsa necesitaba también que el hincha crea, que acompañe. Un día les pidió a los jugadores que durante tres horas recojan la basura del predio. Pocos entendieron hasta el final. Ahí Bielsa les contó: “Este tiempo es el que necesita trabajar un hincha de Leeds para pagar la entrada y verlo a ustedes. Espero que entiendan el esfuerzo de esa gente”.

La temporada 2018/19 tuvo un inicio arrollador de 8 partidos invictos. Y pintaba para ascenso. Pero llegaron algunas derrotas y dos situaciones que marcaron a fuego a Bielsa: el spygate y el fair play.

Frank Lampard, DT de Derby County, denunció que un asistente de Bielsa espió su entrenamiento. Y los diarios ingleses estallaron. Bielsa convocó a una rueda de prensa urgente y muchos en Leeds temieron que renunciara. Pero no fue así, Bielsa mostró miles de imágenes en power point de todos los análisis que tenía de cada equipo y jugador de la Championship. Admitió haber espiado a todos los rivales, asumió la responsabilidad y declaró: “No persigo una ventaja, porque los datos que necesito ya los tengo. ¿Por qué lo hice? Creo que por estúpido”. Bielsa pagó la multa que la Federación le impuso a Leeds (222 mil libras). Pero lejos de debilitarlo, esta situación generó mayor empatía con los hinchas de Leeds, que se encolumnaron detrás del Loco. “Espiaremos donde queramos, somos el Leeds United”, cantaron en el partido siguiente, mientras los jugadores festejaban los goles con el gesto del binocular.

El equipo se quedó sin nafta en la recta final, y en un partido clave, cuando aún tenía chances de ascenso directo, anotó un gol ante Aston Villa con un rival caído. Y frente a las protestas, Bielsa le pidió a sus jugadores que se dejaran anotar el empate. El gesto le dio el premio Fair Play de Fifa, aunque a los hinchas les costó entenderlo. Pero su amor al Loco pudo más.

Para peor, Leeds fue eliminado por Derby County en play offs, y en el festejo final los rivales se mofaron con gestos de binoculares. Un año después, el destino le iba a dar a Leeds su revancha.

“Creo que todos nos merecemos otra oportunidad, no podemos dejar esto a medias”, señaló Radrizzani tras esa primera temporada.

“Bielsa devolvió la esperanza y el orgullo al club y la ciudad. Dueños, directivos, jugadores e hinchas vuelven a estar unidos. El gigante dormido ha despertado y la revolución no ha hecho más que empezar”, relata Russel Crowe en el final del documental “Take us Home” (Llévanos a casa), sobre la primera temporada de Bielsa en Leeds. Todo un vaticinio.

“El éxito es deformante, relaja, engaña, nos vuelve peor, nos ayuda a enamorarnos excesivamente de nosotros mismos; el fracaso es todo lo contrario, es formativo, nos vuelve sólidos, nos acerca a las convicciones, nos vuelve coherentes”, señaló alguna vez el Loco.

Y esa enseñanza hizo que el Leeds tuviera una segunda temporada de ensueño. Y en medio de la pandemia, con los hinchas sufriendo fuera de Elland Road, el equipo aguantó el embate de West Bromwich y el sorpresivo Brentford y se coronó campeón. A lo Bielsa. Con estilo agresivo, con honestidad, respetando la historia y los valores del club.

Las lágrimas de emoción de los hinchas; los agradecimientos infinitos a ese señor que se pasea de jogging por el pequeño poblado de Wetherby; la locura de muchos argentinos, chilenos, vascos y franceses que llevaron a festejar como propios goles del Huddersfield o cualquier equipo que beneficiara a Leeds; todo eso y mucho más era insospechado para cualquiera. Salvo para Marcelo, el nuevo Dios de Leeds. ¡Bielsa, carajo!

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