Mientras la Justicia continúa con su investigación, las repercusiones públicas del derrumbe en la obra de cloacas ocurrido el miércoles pasado continuaron ayer y ascendieron hasta el máximo nivel político de Santa Fe: el propio gobernador Hermes Binner admitió su preocupación, prometió indagar a fondo las causas de la muerte de los dos trabajadores y, aunque defendió lo actuado por su gestión en materia de higiene y seguridad laboral, reconoció que si las circunstancias lo aconsejan ordenará frenar las obras que se realizan en la zona norte de Rosario por mandato de la Dirección Provincial de Vivienda. Además, y luego de las declaraciones discordantes entre esa dependencia y el Ministerio de Trabajo en cuanto al cumplimiento de las medidas de seguridad por parte de la contratista del tendido cloacal que se desmoronó, se sumó un cruce entre la cartera laboral conducida por Carlos Rodríguez y la Superintendencia de Riesgos del Trabajo de la Nación en torno de cómo se maneja la información sobre las denuncias contra las firmas por incumplimientos en materia de seguridad: el organismo central dijo que contaba con tres casos en su base de datos que apuntan a las contratistas involucradas en la tragedia, y que esos archivos están accesibles para las administraciones provinciales, por lo que la santafesina no puede alegar desconocimiento ni ocultamiento de datos.
“Vamos a investigar, no queremos hablar sin pruebas”, dijo ayer Binner al ser consultado sobre el tema. Con todo, el mandatario hizo hincapié en los esfuerzos de su gestión respecto de la defensa de los trabajadores con la puesta en marcha –resistida y con menos velocidad que la deseada– de los comités mixtos de seguridad e higiene laboral por empresas, una experiencia pionera en el país. Sin embargo, no desestimó la posibilidad de detener la obra de extensión de cloacas de la Zona Cero si la investigación de los hechos muestra que es necesario. “Pero acá hay un hecho irreparable. Que no vuelva a ocurrir es parte del aprendizaje”, cerró el jefe del Ejecutivo santafesino.
Por debajo, también hubo repercusiones. “Cuando una empresa va a emprender una obra tiene que presentar un aviso de inicio y el plan de seguridad ante la aseguradora de riesgo de trabajo (ART), que a su vez los remite a la Superintendencia de Riesgo de Trabajo con su aprobación. Ahí se termina toda la información”, se había quejado ayer temprano el ministro Rodríguez de una presunta desinformación que descoloca a su cartera para la función de monitoreo de las obras. “Esa información no va a las provincias, queda retenida en la Superintendencia, que depende del Ministerio de Trabajo de la Nación”, completó el reproche el ministro santafesino.
La respuesta desde Buenos Aires no tardó en llegar. Consultada por los medios, la Superintendencia afirmó que el procedimiento con que se maneja implica una notificación automática mediante un sistema informático de “ventanilla electrónica”. A su vez, indicaron que una las contratistas bajo la lupa por el desplome mortal –la obra está a cargo de la UTE formada por Pecam y Del Sol– cargaba con tres denuncias por falta de elementos de protección para el personal, como arneses y cabos de vida, botas y cascos. Una de ellas es del año pasado, y las otras del 30 y 31 de marzo últimos. Todas, una vez comenzados los trabajos de extensión de red cloacal para la llamada Zona Cero.
“Planos de interferencia”
La Justicia investiga sobre varios carriles. Uno de ellos es precisamente el cumplimiento o no de las medidas de seguridad laboral por parte de las contratistas y de su monitoreo por la provincia. Y otro es sobre la tenencia y correcta lectura de los planos de la zona, ya que la tragedia sobrevino porque al desplome de tierra sobre la zanja se sumó la rotura de un caño maestro de agua que transformó el pozo en una trampa mortal de lodo para los dos operarios fallecidos: Ceferino Crespo, de 24 años, y Julio Lucero, de 54, quien pereció en su intento de salvar al primero.
Guillermo Lanfranco, gerente de Relaciones Institucionales de Aguas Santafesinas (Assa), explicó que toda empresa que va a iniciar una obra de excavación –sobre todo en zonas urbanizadas– debe antes solicitar lo que se llama “plano de interferencia”: el mapa de todos los ductos de servicios enterrados en la zona donde operará. “En Rosario esto incluye las trazas de agua, energía eléctrica, gas, a lo que ahora se suman las de fibra óptica, y en otras ciudades, como en San Lorenzo, se agregan los ductos de combustible”, ejemplificó el funcionario. Y añadió otra de las obligaciones: “Además, lo que se hace es un sondeo: si hay una sospecha sobre un caño que pueda no estar marcado, o que no se encuentra donde lo indican los planos, entonces se procede a realizar un sondeo de terreno. A veces con una técnica muy simple, como una púa que se va clavando en la tierra, o con una pala y con cuidado”, señaló Lanfranco. Y completó: “En general, lo más riesgoso son los cables eléctricos subterráneos, después los de gas y en tercer lugar los de agua”.
Difícil de cortar
Lanfranco ratificó que de ninguna forma podría haberse cortado a tiempo el suministro de agua al caño averiado en la zona de Herrera y Unión como para evitar las consecuencias fatales del derrumbe en la zanja. Esto es: no podría haberse realizado esa operación en el término de los pocos minutos que hubieran permitido salvarles la vida a los dos operarios fallecidos bajo la masa de lodo. Esto, porque lo que demanda la lectura de los planos para ubicar las válvulas de paso, y el envío de las cuadrillas para cerrarlas, implica un lapso que se cuenta en horas.
Pero, además, cada caño, como integrante de una “red” de tuberías, es alimentado desde varios puntos. Una verdadera “malla” que permite optimizar la prestación del servicio en cuanto a continuidad y niveles de presión. Pero que complica las cosas al momento de cerrar el suministro con urgencia.
“A veces para sellar un sector hay que cerrar tres, cinco o más válvulas”, explicó Lanfranco. Y con eso respondió a la consulta de este medio respecto del porqué, ya ocurrido el deceso de los operarios, se complicaron las tareas de rescate de los cuerpos debido a que el caño roto seguía inyectando agua al pozo retrasando su desagote y la labor de los rescatistas de Bomberos Zapadores. El funcionario de Assa añadió que en la zona, a su vez, están enterradas cañerías de considerable antigüedad, y podría ocurrir que en algunos tramos falten llaves de paso.
Cómo excavar
Los testimonios que dieron trabajadores de la cuadrilla de Pecam-Del Sol y vecinos coinciden en que todo se desencadenó con la caída de una parte de la losa de la calle dentro de la zanja. Lanfranco, al respecto, y con la aclaración de que se refiere a la experiencia de los trabajadores de Assa, señaló que ese tipo de estructuras de pavimentos o veredas están diseñadas para apoyarse en el terreno y no son autoportantes, por lo que si se las socava terminan por colapsar.