Jorge Boasso vio venir la ola cuando apenas era una mancha en el horizonte y se preparó para subirse cuando llegara cerca de la costa. Como muchos radicales en el resto del país, midió el desgaste de la marca Cambiemos y en especial de los referentes del PRO, y se preparó para dar batalla en una interna que parecía tener dueño asegurado luego de las elecciones de concejales de 2017, cuando Roy López Molina venció a Ana Laura Martínez y juntos sumaron una cantidad de votos que parecía un salvoconducto a la intendencia. Claro que en el medio “pasaron cosas” y ya no resulta sencillo hacer campaña en los barrios con globos amarillos y fotos del presidente Mauricio Macri. La devaluación, la inflación, la recesión y todos los males de la política económica nacional inflaron el pecho de Boasso y de los radicales que advertían dentro de la alianza de gobierno que las cosas no iban bien. Lanzado a último momento a la pelea por la intendencia, el ex concejal aspira a lograr en Rosario “el efecto Mac Allister”, el candidato macrista que perdió en La Pampa contra el postulante radical Daniel Kroneberger.
Con las elecciones primarias del próximo domingo, la ola llega a la costa y Boasso mide su fuerza para subirse amparado en la política tradicional, y contra la lógica que él mismo llama duranbarbismo, en referencia a Jaime Durán Barba, el asesor histórico de Cambiemos. Con seis mandatos como concejal en el lomo, Boasso apuesta a la experiencia en su discurso y la contrapone sobre la juventud de su rival en la interna. “Cuando las papas queman se busca la experiencia, porque aquellos que son inexpertos se abatatan. Por supuesto el duranbarbismo tiene otra visión, la visión de los globitos, que la gente vota por emociones, pero los que somos más racionalistas y nos pasamos la vida trabajando como concejales no. Por eso la experiencia y la presentación de 4.300 proyectos es más aceptado por aquel que dice: «No, a Rosario no la puede gobernar un chico a través de una play station»’”.
—¿Por qué Boasso y no Roy?
—Por lo mismo que vos elegirías el cardiólogo si te tenés que hacer una cirugía o un trasplante de corazón. Si vas a ir a un médico que no hizo ninguna o vas al médico que tiene experiencia con una serie de operaciones similares a la que vos te vas a hacer. La segunda razón es la personalidad. Yo no voy a gobernar con el teléfono preguntando a los porteños qué tengo que hacer. A mí no me dicen lo que hay que hacer. Tercero, yo nunca me escondí, ni en las buenas ni en las malas. Y hace falta coraje para enfrentar los flagelos de Rosario. Hay que tenerlas bien puestas.
—¿Llegó la rebelión radical a Cambiemos?
—Los radicales siempre debieron tener un lugar igualitario dentro de Cambiemos. Ahora van a buscar a los radicales cuando las papas queman. Y estoy hablando dentro de Cambiemos, no soy de los radicales que le tiran piedras desde afuera, los que le prestan el local departamental a (Antonio) Bonfatti y al socialismo. Pero dentro de Cambiemos queremos reingeniería. Estamos de acuerdo en algunas políticas adoptadas y en otras no. Fijate cómo la participación del radicalismo a nivel nacional obligó a tomar medidas que se deberían haber tomado mucho tiempo antes. Cuando yo era el rebelde en el 2017 me decían que estaba loco. Pero tan loco no estaba. Cambiemos tiene que cumplir promesas de campaña todavía, y los radicales queremos que se cumplan, porque nosotros nos comprometimos. Los que tenemos experiencia damos el debate dentro de Cambiemos y queremos que la gente esté mejor, porque tenemos toda una formación, en un partido de más de 100 años, no de 4 o 5, y cuando un partido tiene más de 100 años se va formando todo un bagaje cultural. Cambiemos tiene tres gobernadores en la República Argentina y los tres son radicales. El 90% de los senadores también, al igual que la mayoría de los diputados.
—¿Maneja encuestas para el domingo?
—Yo no pagué, no pago ni pagaré encuestas. A veces te llegan informaciones aún cuándo no querés tenerlas. Yo aparecí como candidato a último momento porque cuatro días antes del cierre de listas cambiemos no tenía candidato a intendente, por un capricho de Roy, que desapareció tres meses.
—¿Cuál es el eje de su propuesta para Rosario?
—Yo voy a pelear por una ciudad segura y equitativa. Rosario no es segura, porque la narcocriminalidad hizo presa del territorio. En la calle, los que mandan son los delincuentes, no los que deben mandar. ¿Y por qué inequitativa? Porque en Rosario el 20% de la población vive en villas de emergencia. Y como rosarino, quiero una ciudad que pueda ser disfrutada por todos y no sólo por aquellos que tenemos agua potable, cloacas, servicios, la costa, las torres. ¿Y los que no tienen cloacas, agua potable, y viven en total exclusión social? Treinta años de reinado socialista: cuando asumieron había 88 villas de emergencia y vivían 95.000 personas. Ahora en el Gran Rosario hay 173, donde viven 240.000 personas. La verdad que si viene un marciano seguro que pregunta si estaba gobernando la derecha recalcitrante, pero habría que advertirle que no, que estaba gobernando el socialismo. El tercer punto es la movilidad pública, estamos con el mismo esquema de colectivos de 50 años atrás. Hace diez años tendrían que haber pensado en otro tipo de transporte multimodal, como presentamos nosotros, a diez años vista.
—Hay otro radical, que parece tener un juego diferente al suyo dentro de Cambiemos. ¿Qué opinión tiene de José Corral?
—Es nuestro único candidato a gobernador. Tendría que haber sido más equidistante en Rosario, donde hay candidatos compitiendo en una interna. Aún así acepto las reglas de juego. En esta, a diferencia de la otra donde no me dejaron competir, compito por adentro.