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Boasso quiere patear el tablero

Luis Novaresio, especial para El Ciudadano.

Jorge Boasso ya tiene decidido su futuro político. Quiere volver a ser candidato a intendente, pretende gobernar la Unión Cívica Radical y va a hacer públicas sus aspiraciones de presidir el Concejo Municipal de Rosario.

El polémico edil “boina blanca”, que tiene como segundo nombre el de la ciudad que creyó lo apoyaría en las internas para ser su lord mayor, ya ha trazado en borrador su hoja de ruta política de los próximos cuatro años. “Dejame que acomode mi psiquis al duelo político que estoy haciendo después de ver en los periódicos el nombre Mónica Fein como intendenta electa y no el mío y me largo con todo”, le dijo a su mano derecha esta semana, cuando éste le preguntó hacia dónde enfilaban las naves de ahora en más. De paso, si se lo escucha en privado, el radical parece más dispuesto a desempolvar sus viejos galeones de campaña que bombardeaban los objetivos socialistas que a botar cruceros de paz y concordia.

Boasso cree que el Frente Progresista Cívico y Social no existe y quiere patear el tablero. “Acá hay un emperador que pretende que todos seamos sus súbditos. Este gran señor usa y tira, literalmente. Y eso más que un frente es una dictadura. O armamos algo en donde nos den participación a la uruguaya o como el pentapartito italiano, o nos vamos”. Estas palabras son las más leves que le suelen escuchar los que a diario colaboran con el concejal, por lejos el más prolífico en proyectos del Palacio Vasallo. Cuando descubre algún acuerdo inconsulto con el FPCyS lanzado por el Partido Socialista, o lee un título en los medios de algo que él dice haber presentado antes, su tono se eleva. Sin ir más lejos, hace días algunos temieron un brote dermatológico íntegro cuando escuchó que el oficialismo proponía un transporte de pasajeros diferencial para la ciudad. “Entró al despacho enfurecido y a los gritos con un proyecto idéntico al suyo de hace más de dos años y un recorte de dos líneas del diario de esa época”, grafica un colaborador. Son pocos, sin embargo, los que pueden estar presentes cuando explica que “el emperador” no es otro que Hermes Binner, por quien siente una tirria rayana con el desprecio. “No es una buena persona. Es malo y es capaz de destruir toda construcción política que no le sirva a sus intereses individuales”, se anima con los más íntimos. Cree que el gobernador dinamitó todo atisbo de acuerdo frentista con la UCR y siente que su partido es usado descaradamente.

Durante la campaña y la elección primaria provincial se generó una relación política y personal muy estrecha con el intendente de Santa Fe, Mario Barletta. Se sienten a gusto trabajando juntos y asisten en tándem a las reuniones del partido. Esta semana que pasó se los vio en la ciudad capital sosteniendo el mismo discurso. Después del 23 de octubre, dicen, hay que recuperar el partido, depurarlo y ponerlo de pie. ¿Barletta y Boasso van a presidir las departamentales locales o el comité provincial? No necesariamente. Saben que las ocupaciones burocráticas restan tiempo a la acción concreta. Pero sí pretenden colocar en los más altos puestos de decisión a “radicales verdaderos, no traidores y con legitimidad de origen y ejercicio; hay que sacudir el árbol y deshacernos de mercenarios”, según sus propias definiciones. El intendente de la capital esquiva dar nombres. El edil rosarino se cuida todo lo que su verborragia le permite pero tiene enlistados a los imitadores del Brutus que traicionó sus principios. Arranca, nada menos, con Jorge Henn, “que llegó al lado de (Antonio) Bonfatti por el dedo dictatorial de los socialistas y sin consultar al partido”, dice a los suyos. El elenco sigue con el concejal Gonzalo del Cerro, al que ningunea por sus frecuentes votos con el oficialismo, pasa por Santiago Mascheroni y se subraya en Julián Galdeano, a quien denunció, a puerta cerrada, en pleno comité radical como “el más recurrente e inadmisible negociador con el PS a cambio de puestos de lo que sea”. Sin embargo, su enojo más profundo parece dirigirse a Julio Genesini, quien “logró tapiar el partido en Rosario por dos años para serle funcional a los socialistas a cambio de vaya a saberse qué chapita de poder”, describe una muy cercana, bonita y eficiente colaboradora de Boasso.

Jorge Rosario tiene dos años más de mandato como concejal. En 2013 su horizonte político sólo ofrece dos posibilidades: renovar la representación local o animarse al escenario nacional como diputado. Cree que hizo bien en no aceptar una candidatura para este 23 de octubre porque hubiera quedado pulverizada con la mala performance de Ricardo Alfonsín. Los más íntimos cuentan que Boasso dijo en una cena con muy pocos en un restaurante que mira al río Paraná: “Voy a votar a Ricardito con la nariz tapada, los ojos cerrados y con la esperanza de que Binner no salga segundo”. Más allá de la justeza o no de la infidencia, ése es el espíritu puro del edil radical.

De todas formas, el Congreso nacional no lo termina de seducir. Parece que prefiere quedarse en la ciudad y armar para 2015 su ya decidida e inveterada candidatura a intendente. ¿Aspira a presidir el Concejo? Cree que se lo merece. Se sienta sobre sus 120 mil votos (“no me lo reconocen, pero tengo tanto status de estrella electoral como María Eugenia Bielsa”, se queja puertas adentro) y estima que en una coalición el que sale segundo debería ser la autoridad del Palacio Vasallo. “Olvidate: los socialistas ordenan. No acuerdan”, les dijo a los suyos después de haberse reunido por única vez con Mónica Fein en una oficina frente a la Facultad de Derecho, a los veinte días de haber terminado las internas. En un almuerzo de trabajo realizado el viernes con su equipo de colaboradores ejemplificó esta intransigencia con el proyecto del Predio Ferial que la provincia propone para Rosario. “Quieren una administración reservada para el gobierno central por 40 años sin ninguna participación de la ciudad. Es inadmisible”, les contó enfurecido el edil.

El tema de la presidencia del Concejo, sin embargo, tampoco lo desvela tanto. Sabe que ningún presidente del palacio deliberativo, en toda la historial institucional, llegó después a algún puesto de relevancia. Él quiere ser intendente de la segunda ciudad del país en nombre de la Unión Cívica Radical. Y eso sí, sin dudas, es una empresa de verdadera importancia.

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