Antes que 2011 se agote, el gobierno hará el primer ensayo experimental sobre el lejano 2015. El 4 de diciembre, a días de la eventual reasunción de Cristina de Kirchner, otras urnas sacudirán la atmósfera K: la elección del presidente de Boca Juniors.
Daniel Tano Angelici, radical, adelantado en el negocio de los juegos de azar y aliado de Mauricio Macri, buscará, con cobertura del jefe de Gobierno, convertirse en el número uno del club. Macri lo bendijo y será, de ser necesario, candidato en la lista del Tano.
Lo sea o no, la potencial entronización de Angelici marcará el retorno visible del jefe del PRO al club, maniobra que dentro y fuera del macrismo se interpreta como una pieza de oro en la maquinaria política para pelear porla Casa Rosadadentro de cuatro años.
Macri desafió incluso a su gurú, Jaime Durán Barba, que le sugirió que no volviera al club. El ecuatoriano sostiene que el porteño tiene adquirido el prestigio de su buena administración de Boca y que regresar, en caso de una mala racha, podría dinamitar aquella virtud.
La razón es 2015, pero en espejo, por la negativa, que justifica el diseño K de un esquema para frustrar el triunfo de Angelici: arrebatarle a Macri el botín Boca, advierten en el kirchnerismo, es privarlo de una plataforma primordial para su fantasía presidencial.
El último eslabón de esa polea es Carlos Zannini, pero en todo el tramo se turnan Florencio Randazzo, Carlos Kunkel, Gabriel Mariotto, Rudy Ulloa y Santiago Carreras, un dirigente dela JPbonaerense, militante deLa Cámporay candidato a senador bonaerense.
Parte de la cofradía K respalda abiertamente a Jorge Amor Ameal, que quedó al frente de Boca tras la muerte de Pedro Pompilio. Peronista de baja intensidad, Ameal exploró hace tiempo los senderos del PJ bonaerense como candidato, fugaz y perdidoso, en Berazategui.
Comparte ADN partidario con otro candidato: Roberto Digón, ex vice de Macri, feroz detractor de Ameal y, por años, portador del carné de peronista boquense. Sin embargo, parte del ala K que se involucró en la interna del club prefiere al actual presidente como puntal.
Hasta Carlos Kunkel, que compartió trinchera con Digón (sindicalista del tabaco que integró el Grupo de los 25 que le hizo el primer paro a la dictadura), se desplazó hacia Ameal. El diputado ha sido visto en el palco oficial, con acceso vip, invitado por el presidente y candidato.
De aquellos tiempos, Digón heredó un vínculo cordial con Víctor Santa María, del sindicato de los porteros, otro peronista con intereses en el club, cuyo delegado en el PJ porteño, Juan Manuel Olmos, se convirtió –quizá esporádicamente– en operador zanninista para asuntos porteñísimos.
Digón desliza que tiene un guiño de Zannini y avisa, a su vez, que tiene el respaldo invisible de otros dos ministros: Florencio Randazzo y Carlos Tomada, hinchas xeniexes, pero sin participación conocida en las cuestiones domésticas de Boca.
En la grilla aparece, también, José Beraldi, que al igual que Ameal formó parte del círculo macrista en Boca, pero que perdió el favor del jefe de Gobierno. A Beraldi le atribuyen un vínculo con Julio De Vido: tiene una flota de camiones, pervive con Hugo Moyano y requiere, cada tanto, intermediaciones de la cartera de Planificación.
Tienen, desde antes, un pacto con Oscar Vicente, ex CEO de Pérez Companc, otro histórico del club.
Digón y Beraldi negocian un acuerdo, precavidos de que un campeonato de Boca puede ser la carta principal de Ameal. Macri, a su modo, supone que si intervienela Casa Rosadaserá para proclamar de facto al actual presidente como rival exclusivo y excluyente de Angelici.
El jefe de Gobierno porteño juzga –más dedicado a Boca que a cualquier opción cuatrianual– que la actividad de Beraldi –el transporte– y el empleo de Digón, director del grupo Bapro, convierten a los postulantes en “bajables” previa intervención, amigable o no, del gobierno.
Nexo
En Casa Rosada sostienen que el nexo de Beraldi con De Vido y de Ameal y Digón con Zannini –los propios candidatos confían, en reserva, que cuentan con el respaldo del secretario de Legal y Técnica– son leyendas, más allá de la condición de hincha de Boca del “Chino” y sus periódicas visitas ala Bombonera.
Un mito como aquel de la mitad más uno. Tiene, en rigor, 66 mil socios, de los cuales podrían votar 45 mil en una elección en la que, pronostican, terminará participando no más de un tercio de ese padrón. Es decir: el toreo iniciático de 2015 lo arbitran unos 15 mil votantes.
Lo cierto, más allá de suspicacias y murmuraciones, es que Ameal estrechó relaciones con Mariotto a través de Carreras, desde antes que el programa Fútbol para Todos convierta a un buró de funcionarios K en un imán para los dirigentes del fútbol.
El dirigente deLa Cámpora, amigo de Mariotto, es director de Juventud de la provincia, forma scrum con José Ottavis, que integra el quinteto de conducción neocamporista. Carreras no niega esas empatías, pero avisa que su intervención en la interna de Boca no es relevante.
Otro pasadizo hacia el mundo Boca es Rudy Ulloa: el vehículo es Marcelo Mallo, patrocinante de Hinchadas Unidas Argentinas, que aparece conectado a Rafael Di Zeo. En Casa Rosada subestiman –pero sobre todo maldicen– esas intromisiones.
De fondo, subyace una prevención: generar un antagonismo en la elección por la presidencia de Boca, de resultado incierto, podría terminar en una derrota innecesaria e inoportuna para estrenar el –todo indica– segundo mandato de Cristina de Kirchner.
Por esa razón, se advierte, no habría figuras K reconocidas en ninguna boleta boquense. La última frontera es el 18 de noviembre, cuando se presentan las listas. La elección está pautada para el 4 de diciembre.
Macri encargó sondeos que revelan una certeza y una tendencia: Angelici es reconocido por los socios e hinchas como el candidato macrista, y por eso ronda los 60 puntos de intención de voto, a más de 30 de cualquiera de las demás ofertas opositoras.
Por eso, por ahora no contempla la posibilidad de figurar en persona en la boleta que postulará a Angelici, que tiene, además, otros soportes: de Enrique Coti Nosiglia al ex ministro sciolista Carlos Stornelli. Una versión transversal a lo Macri y en Boca.