Por Nicolás Lantos / El Destape
No puede comprobarse que haya habido fraude en las elecciones del 20 de octubre en Bolivia. Evo Morales triunfó por poco más del diez por ciento de los votos respecto al candidato opositor Carlos Mesa y cumplió con el requisito constitucional para evitar la segunda vuelta y ser proclamado presidente.
Las irregularidades detectadas fueron marginales y no afectan ese resultado. La Organización de Estados Americanos (OEA) había recomendado, antes de los comicios, el sistema de recuento rápido de votos que se utilizó y que ahora funge como excusa para respaldar el derrocamiento de Morales, aunque su resultado no tiene valor legal. El procesamiento de datos para el escrutinio definitivo no se detuvo por períodos de tiempo significativos en ningún momento.
Esas conclusiones, entre otras, surgen de dos investigaciones internacionales independientes que se basan en el estudio estadístico de datos extraídos de las actas de los comicios y en los documentos oficiales del gobierno de Bolivia y de organismos internacionales, principalmente de la OEA, que fue protagonista del proceso electoral a través de una intervención permanente y decisiva. Los informes no solamente confirman el triunfo de Morales en las elecciones sino que avivan las sospechas sobre la premeditación del golpe de Estado que lo depuso y la participación del organismo encabezado por el uruguayo Luis Almagro en los planes para sacar al Movimiento al Socialismo del poder sin importar el resultado del voto popular.
El primero de los dos documentos lo confeccionó el cientista político de la Universidad de Michigan Walter Mebane, considerado uno de los principales expertos en fraude electoral del mundo, y al que no se le conoce una inclinación política a favor de Morales, ni mucho menos. Titulado “Evidencia en contra de que los votos fraudulentos hayan sido decisivos en la elección de Bolivia en 2019”, la investigación establece que hay irregularidades estadísticas que podrían indicar fraude en solamente 274 de las 34.551 mesas de votación y que no se diferencia mucho de patrones vistos en otros comicios en Honduras, Turquía, Rusia, Austria y Wisconsin. “Incluso removiendo los votos fraudulentos, el MAS tiene una ventaja superior al diez por ciento”, concluye este trabajo.
Por otra parte, el Centro de Investigación de Políticas Económicas, un think tank conformado por investigadores de distintas universidades de Europa, puso la lupa sobre la misión de observación electoral de la OEA y su rol en el proceso boliviano. Allí, destaca que “los resultados del recuento provisorio son consistentes con el resultado final”; que “ni la OEA ni nadie más pudo demostrar que haya habido irregularidades sistemáticas ni extendidas” en las elecciones; que ninguno de los dos recuentos muestra patrones extraños en comparación con la distribución del voto en elecciones anteriores; que el recuento provisorio se detuvo al llegar al 80 por ciento porque eso era lo acordado y se retomó, un día más tarde, por pedido de la OEA; y que por el contrario el recuento definitivo y legalmente válido “no tuvo interrupciones significativas”.
Pero además, destaca que fue la propia organización encabezada por Almagro la que recomendó a Bolivia la utilización del sistema Trep que se utilizó para el recuento provisorio y sobre el que recaen la totalidad de las observaciones de la OEA respecto a irregularidades en el proceso electoral, aunque no tenga validez legal. En sus conclusiones, agrega que “las dudas sin fundamento que echó” ese organismo sobre las elecciones “tuvieron una influencia significativa en la cobertura mediática y por lo tanto en la opinión pública” y que “la politización de lo que es normalmente un proceso independiente de monitoreo electoral parece inevitable cuando una organización a la que se le confía esa tarea hace declaraciones sin fundamentos que cuestionan la validez del conteo electoral”.
Mientras se espera la versión final del informe de la OEA, su titular Almagro sostuvo que el golpe lo cometió el propio Morales el día de la elección. Resulta curioso porque durante las últimas tres semanas, y hasta ahora, publicaron más de una docena de comunicados sobre la situación en Bolivia sin mencionar ese pequeño detalle.
Las últimas novedades permiten sospechar que el ex canciller uruguayo (expulsado hace un año del Frente Amplio por manifestarse a favor de una intervención militar extranjera a Venezuela) no solamente no ocupó el rol ecuánime que se le había confiado para estas elecciones sino que formó parte de un plan premeditado y cuidadosamente ejecutado por la oposición, la policía, las Fuerzas Armadas y los medios de comunicación para sacar a Morales y al MAS del poder.