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Borgonovo: “Contribuyó a preservar las instituciones”

Por Daniel Zecca.- El ex ministro de Gobierno en 2002, cuando se redujo el número de concejales, rememoró aquella época.

Tras la media sanción que dio esta semana la Cámara de Diputados provincial a la norma que incrementa el número de concejales en los municipios de primera categoría, volvió a invocarse la última reforma que hubo sobre este tema, aunque en sentido contrario, a finales del 2002, con la llamada ley Borgonovo. En diálogo con El Ciudadano, el ex ministro de Gobierno de Carlos Reutemann en ese momento, Esteban Borgonovo, trajo a la memoria “el clima político de aquella época”, lleno de expresiones “antidemocráticas” que según su visión la ley ayudó a «neutralizar», en momentos en que imperaba el “que se vayan todos”.

Además, aclaró que nunca creyó “tener la última palabra” sobre la cantidad de ediles necesarios en cada municipio y sólo pidió “no volver a foja cero una reforma que demostró ser positiva”.

“Primero hay que ubicarse en el momento: el mensaje fue remitido a la Legislatura en abril de 2002. Hay que pensar que diciembre del 2001 fue la fecha en la que el país explotó, con una crisis institucional, política y de representación pocas veces vista”, recuerda Borgonovo, y agrega: “Me acuerdo que en ese momento pululaban los proyectos a nivel nacional de revocatoria de los mandatos de los diputados nacionales. Había algunos dirigentes que planteaban que la respuesta al «que se vayan todos» era la renuncia masiva de los legisladores que tenían mandato en curso para hacer un proceso de elecciones nuevo”.

“Es sólo un dato para recordar hasta qué punto llegó la hondura de la crisis y el reproche de la gente hacia la política”, recuerda en relación con el clima que rodeó la presentación de su proyecto, que, entre otros puntos, reducía la cantidad de concejales en Rosario y Santa Fe en un 50 por ciento.

Tras aclarar que la norma también contemplaba “la obligación de todos los municipios de publicar la nómina completa del personal y sus retribuciones” y la necesidad de que “el presupuesto de los concejos no superara el dos por ciento del presupuesto de los municipios”, Borgonovo reconoció que “la reducción del número de bancas siempre fue la parte de la norma que generó más polémica porque, además, es muy difícil establecer un número exacto que deje contento a todo el mundo”.

“El fundamento de la reducción del número de concejales era la sensación, y creo que en los hechos se verificó, de que un número más acotado favorecía las chances de que fueran más conocidos para gravitar en la política de la ciudad. La idea fue mejorar la calidad de la representatividad”, explica ahora, al tiempo que recuerda que el número de ese momento (42) “resultaba excesivo”, en relación, por ejemplo, con el número de diputados provinciales (50).

“El contexto era muy delicado. Yo creo que los legisladores en aquel momento entendieron que dar una respuesta de este tipo era contribuir a preservar las instituciones y a darle mayor legitimidad. Y neutralizar una serie de discursos muy negativos, muy antidemocráticos, a mi modo de ver muy conservadores”, explica desde un café del macrocentro rosarino.

Aunque argumenta que fue imposible “sustraerse al clima político”, Borgonovo también aclara que “una reforma política está destinada a durar, y se pueden prever consecuencias hasta cierto punto, pero después el sistema funciona a su manera. Ninguna reforma es neutra, por lo que ajustás una tuerca y desajustás otra”.

En ese orden se muestra satisfecho porque uno de los miedos de aquel momento, que perdieran representación las minorías, “no se vio en la práctica, todo lo contrario”. De hecho, en las elecciones legislativas de 2009 el PRO ingresó un concejal en Rosario, al igual que el Partido Socialista Auténtico-Proyecto Sur.

Para Borgonovo, uno de los frutos de la reforma fue que el Concejo “ha ganado mucho en prestigio, con gente de primer nivel que se proyecta a nivel provincial o nacional, lejos de las críticas de aquel momento, por la cantidad de concejales desconocidos”. No percibe pases de facturas dentro del mundo político por haber sido el autor de aquella ley, “sobre todo porque la ciudadanía vivió positivamente la reforma”.

“Creo que el balance ha sido muy positivo y le sacó muchos lastres a la actividad de estos cuerpos municipales. Ahora los concejos funcionan mejor y no digo que sea todo por esta ley, pero favoreció, y contribuyó a que los concejales fueran más conocidos y a que el funcionamiento del Concejo sea más eficaz, de manera tal que creo que terminó contribuyendo al sistema político”, dice el abogado, alejado de la participación política activa.

Sobre la nueva reforma prefiere no hablar, acepta que “puede haber otras alternativas” y aclara que nunca vivió esta norma “como la ley Borgonovo”. “No he tenido nunca la intención de tener la última palabra, lo único que espero es que se capitalice la experiencia positiva. Que no volvamos a foja cero con una reforma que fue positiva”, concluye.

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