Se terminó la octava edición del Mundial de Fútbol Femenino. Una cita mundialista que sin lugar a dudas va a quedar en la historia de todo el globo, pero en especial en Argentina. Una Copa del Mundo que llegó para revolucionar una disciplina que tiene mucha historia, pero poco apoyo. Con Estados Unidos alzando el trofeo, se dio fin a un mes que dejó mucha tela para cortar.
El discurso que usan muchos detractores del femenino, de “no le interesa a nadie”, sin lugar a dudas quedó obsoleto. Desde el partido inaugural hasta el de ayer, todos los estadios que fueron sede estuvieron colmados de público. Incluso en el partido final entre Estados Unidos y Holanda en Lyon, se marcó un nuevo récord: 57.900 personas presentes en el estadio del Olympique.
Pero no sólo queda obsoleto por la cantidad de gente dentro de los estadios sino por las cifras registradas por la televisión. En total, sólo en los países participantes, hubo 850 millones de espectadores. A nivel global, Fifa estima que se ha duplicado los espectadores totales de Canadá 2015. Además, se acreditaron 62 medios con derechos, cifra muy superior a los 37 que hubo hace cuatro años, y en total han sido 126 canales retransmitiendo para 206 territorios.
Y esos récords de televidentes también se reflejaron en suelo argentino. En el partido final contra Escocia hubo un pico de 7,7 puntos (aproximadamente 1.600.000 personas). Pero antes, la selección ya había empezado a tener un mayor apoyo de los y las hinchas albicelestes.
Estados Unidos derrotó a Holanda en la final y sumó su cuarto título mundialista
Antes del Mundial de Francia, muy pocos conocían de la existencia de la selección femenina de fútbol. Un poco por el escaso apoyo de la Asociación del Fútbol Argentino, otro por el poco interés de los medios masivos de comunicación. Lo cierto es que contra viento y marea, las 23 jugadoras elegidas por Carlos Borrello viajaron a suelo galo para hacer historia.
El camino no fue fácil. Luego de la última participación en una cita mundialista, China 2007, el combinado nacional tuvo que sortear difíciles obstáculos. El plantel se desarmó y dejó las competencias durante años. Luego volvió a tomar las riendas del equipo Carlos Borrello, el entrenador que ya había estado presente en 2003 y 2007, y fue quien condujo al combinado albiceleste a su regreso mundialista. El tercer puesto en la Copa América disputada en Chile, donde las jugadoras hicieron público su reclamo por mejoras en las condiciones laborales, le permitió a Argentina jugar el repechaje clasificatorio ante Panamá.
Y ahí, comenzó otra historia. Después de ganar en cancha de Arsenal con holgura, con un estadio colmado y de viajar a Panamá para traerse la clasificación, no había vuelta atrás. Ya no se podían ocultar los reclamos, que no sólo comenzaron a mostrarse, sino que fueron apoyados por gran parte de la sociedad. Así, la AFA no pudo mirar para otro lado y las mejoras empezaron a llegar. Los entrenamientos en el predio de Ezeiza, la concentración en el hotel del predio, la programación de giras internacionales para sumar rodaje de cara al Mundial dieron sus frutos.
Ya en el primer partido con Japón, subcampeón de Canadá 2015, en los Parque de los Príncipes se vio una selección que no sólo jugaba con garra sino que lo hacía con mucha inteligencia. El planteo táctico, la concentración durante los 90 minutos, le dieron a Argentina la posibilidad de sumar su primer punto en una cita ecuménica. Nada más ni nada menos. Vale resaltar la labor de Virginia Gómez y Vanina Correa, las dos rosarinas que formaron parte de la convocatoria, que se destacaron.
Con Inglaterra la arquera que ataja actualmente en Central terminó por consagrarse debajo de los tres palos. Contuvo un penal y sacó todo lo que pudo, por eso el 0-1 abajo no dejó un sabor negativo. Argentina jugaba con selecciones notablemente superiores y lo hacía bien.
El partido con Escocia terminó por demostrar que el futuro llegó hace rato. Dar vuelta un 3-0 en desventaja no es para nada fácil y ellas lo lograron.
A pesar de que los resultados no se dieron para la clasificación a octavos de final, la despedida de Argentina no tuvo sabor amargo. Todo lo contrario. El discurso de todas las jugadoras en suelo francés era el mismo: “la lucha es para las que vienen”.
Se terminó el Mundial y las sensaciones que quedan son buenas. Con apoyo económico, con inversión en las divisiones inferiores, con la profesionalización del deporte y también con su federalización, la selección tiene con que pelearle a las potencias.
¿Se dará?
Argentina es uno de los países postulados para organizar la Copa del Mundo 2023. Integra la lista junto a Brasil, Colombia, Australia, Corea del Sur/Corea Norte, Japón, Nueva Zelanda y Sudáfrica. La elección de la próxima sede se realizará en el primer trimestre del 2020.