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Braian Toledo, un regreso lleno de sueños

El argentino, uno de los mejores lanzadores de jabalina del mundo, volvió a entrenarse esta semana tras la operación de tobillo de junio y apunta no sólo a clasificarse y llegar a una final en Tokio 2020. Quiere seguir dejando su huella en la ayuda social. Un referente del camino solidario

“Para mí, como para muchos, caminar es algo simple, natural pero, de repente, durante 75 días que estuve en muletas, me encontré que no, que necesitaba de la ayuda del otro… Uno a veces naturaliza cosas simples, pero la vida te muestra que las podés perder… Yo lo viví y ahora veo todo distinto. Disfruto de cada cosa, como esta semana recibir el alta y volver a levantar pesas en el gimnasio, como antes fue volver a apoyar un pie, caminar, andar en bici o nadar. Estoy pensando en los Juegos Olímpicos, claro, sigue siendo mi gran sueño, pero no pierdo de vista cada paso que doy y soy feliz cada día, con mi familia, mi novia, mis amigos y con la gente que ayudo”. Braian Toledo parece un filósofo, un gurú de la autoayuda, pero en realidad es un chico que vivió mucho y sabe lo que es sufrir. Por eso hoy, luego de dar vuelta una cruda infancia que incluyó abandono, violencia y carencia de necesidades básicas, el orgullo de Marcos Paz disfruta el camino hacia Tokio, aunque hace siete meses haya tenido que ser operado tras romperse cuatro ligamentos de su tobillo derecho. Y va paso a paso. Uno de los mejores lanzadores de jabalina del mundo no deja de decir que quiere repetir la final de Río 2014, incluso que se ilusiona con una medalla, pero sabe que primero debe recuperarse bien de una lesión difícil y clasificarse a la cita olímpica. Y que, en el trayecto, desea seguir dejando una huella en la sociedad, con una faceta, la ayuda social, que cada año gana un lugar más importante en su vida.

“La lesión fue un balde de agua fría porque venía teniendo un gran año, quizás el mejor, y por delante tenía los Panamericanos y el Mundial. Pero por algo pasan las cosas, te enseñan. Y busqué canalizarlo para transformarlo en algo positivo: pasé mucho más tiempo con mi familia, en el país, cosas que hace rato no hacía… Me costó igual, no fue fácil, pero ya pasé la peor parte”, explica Toledo. Avisa que todavía tiene dolores y aclara que será un año distinto, pero no se amedrenta ni bajonea. “En una temporada normal yo empezaba en octubre mi preparación física para el año siguiente. Ahora fue imposible. Está claro que tendré una desventaja, porque recién en diciembre comencé con bici y ahora el gimnasio, pero sigo confiando en mí. Para clasificarme a Tokio y para hacer un muy buen Juego Olímpico. No será sencillo, pero no todo es negro como parece”, fundamenta.

-¿Cómo juega en tu cabeza que sea un gran año y vos recién hayas empezado el gimnasio, que te falta bastante y aún no hayas clasificado a Tokio?

-Honestamente trato de no pensar demasiado. Sé que es un año importante, soy consciente que otra vez me han pasado cosas inexplicables, pero tengo la chance de aprovechar otras habilidades mías, más desde adentro hacia afuera, que de afuera hacia adentro… Que tenga más importancia lo mental que lo físico. Potenciar otras virtudes mías y disimular lo que me falte.

Para Tokio hay varias formas de clasificar, ya no es como antes que sólo se llegaba haciendo la marca establecida por la Federación Internacional (85m). Ahora también se puede entrar por ránking mundial y suma de puntos en torneos (en ambos estar entre los 35 mejores). Entonces, para Braian, no luce tan complejo. “Deberé ser más inteligente y aprovechar mis posibilidades. Tendré que optimizar el tiempo y usar mi experiencia”, comenta quien asegura no tener una fecha de regreso a la pista. “Me gustaría que sea en el Nacional, pero lo veremos con Kari y los médicos. No quiero cometer ninguna locura, porque mi idea es tener diez años más de carrera”, aclara. Toledo se refiere al finlandés Ihalainen, el coach de 65 años que ha entrenado a los mejores del mundo y desde hace dos años está con él. “Llega el 10 de febrero al país y se quedará tres meses. Luego saldremos para Europa. Hablo siempre y me da mucha confianza. Dice que no voy a tener problemas para clasificar”, admite. Toledo también reconoce que esta operación e inactividad retocan un poco los objetivos. “No me cambia que quiero buscar otra final y, si entro, una medalla, pero todo dependerá de cómo llegue físicamente”, resalta.

Toledo, lo aclaro, aprendió a disfrutar este duro camino que fue la recuperación. Además de pasar más tiempo con los suyos, lo dedicó a profundizar su vocación de ayudar a los demás. “Yo me lo propuse. Porque me hace bien y lo siento como una necesidad. Mi historia pesa mucho, es mi motor, me empuja a que otros no pasen lo mismo que yo. Sé que es imposible, porque no sólo es tarea mía, es más del Estado, pero yo me siento feliz aportando mi granito de arena. No solamente donando cosas, cambiando la vida de las personas, sino también yendo a los lugares, conteniendo a chicos que lo necesitan tanto como un plato de comida y, a la vez, motivando a otros deportistas para que sigan este camino solidario. Cada uno puede hacer una diferencia”, explica Toledo, cuya tarea silenciosa se viralizó cuando contó que armaba bolsas con donaciones, se subía al auto con su novia y las repartía en las casas más necesitadas.

Lo suyo no es nuevo. Desde hace ocho años que Braian, hoy de 26, es uno de los varios embajadores que tiene la Huella Weber, el programa solidario de Weber Saint Gobain que desde 2011 mejora la infraestructura de los lugares que eligen los deportistas olímpicos que forman este proyecto. “Es una bendición porque hay mucho compromiso y un gran trabajo de equipo. Es un placer ver cómo le cambiamos la realidad a la gente”, resalta el atleta. Braian arrancó en su barrio ayudando con Weber a la ONG Arriba los Pibes –funciona un merendero que da de comer a 90 chicos, pero también brinda talleres laborales y educativos-, luego siguió con Los Pepitos –un merendero para 120 pibes- en Merlo y, sin dejar de ayudar a los otros dos, terminó el 2019 en una sociedad de fomento ubicada en la rotonda de La Plata, convocando distintas empresas para mejorar la realidad de un club de barrio al que asisten 400 chicos por mes. Ahora, sin pausa, ya tiene otro proyecto, mucho más ambicioso, para este 2020. “Es un merendero que habría que levantar casi de cero. Hoy dan de comer en una mesita, bajo un árbol… Tienen muy poco. Estamos viendo con Weber cómo llevarlo a cabo”, precisa.

Braian sabe que no es fácil, más hoy con esta crisis económica argentina que lleva varios años. Pero él no deja de ir por más. “Si tuviera más, ayudaría más”, sentencia. Como pasa en la pista, Braian empuja. Y nos enseña. A no darnos por vencido. A pensar en el otro, sin dejar de lado nuestros sueños.

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