La presidenta Dilma Rousseff y su rival socialdemócrata Aecio Neves cerraron el sábado sus campañas para el balotaje más reñido de la historia reciente en Brasil, que ya abrió sus mesas de votación.
Tras una campaña electoral llena de dramas, sorpresas y agresivos ataques entre los contendientes, Rousseff aventaja por entre cuatro y seis puntos a Neves, según las últimas encuestas.
A apenas unas horas de que se abran los centros de votación el domingo, los sondeos de Datafolha e Ibope señalaron que Rousseff perdió un punto y Neves recuperó otro respecto a los números del jueves. Para Datafolha, la presidenta tiene 52% contra 48% de su rival. Para Ibope, Rousseff aventaja a Neves por 53% contra 47%.
Un total de 142,8 millones de brasileños están convocados a las urnas por segunda vez en un mes el domingo, después de la primera vuelta celebrada el 5 de octubre.
Rousseff, una ex guerrillera de 66 años que fue electa la primer mujer presidenta de Brasil y quiere ampliar los 12 años del Partido de los Trabajadores (PT, izquierda) en el poder, hizo una caminata por las calles de Porto Alegre (sur), donde creció y votará el domingo, en un intento por convencer a millones de indecisos que pueden definir el balotaje.
Aecio Neves, un ex senador y ex gobernador de 54 años del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) que encarna el cambio y es el preferido de los mercados, visitó la tumba en Minas Gerais (sureste) de su abuelo, el presidente electo Tancredo Neves, gran figura de la transición a la democracia, pero fallecido en 1985 antes de asumir el cargo.
Ambos rivales se han disputado el liderazgo en los sondeos desde que pasaron al segundo turno y dejaron atrás a la ecologista Marina Silva, que entró inesperadamente en la carrera tras la muerte del presidenciable socialista Eduardo Campos en un accidente de avión. Silva quedó tercera y ahora apoya a Neves.
Los candidatos han utilizado artillería pesada para minar la imagen del rival.
Rousseff ha acusado a Neves de nepotismo cuando era gobernador de Minas Gerais, ha insinuado que es agresivo con las mujeres -sin referirse a un reporte de prensa que recorre las redes sociales y que asegura que empujó y pegó a su acompañante en una fiesta en 2009- y que conduce bajo los efectos del alcohol o drogas (Neves no hizo un test de alcoholemia cuando fue detenido por la policía).
Neves ha acusado a Rousseff también de nepotismo, pero sobre todo de «incompetencia» para manejar la séptima economía mundial y de «connivencia» con escándalos de corrupción.
En estos últimos días la corrupción saltó al primer plano en este país indignado con los escándalos de desvíos de dinero público, como reflejaron las masivas manifestaciones callejeras de 2013.
Neves abrió el octavo y último debate presidencial el viernes en la TV Globo citando información de la revista opositora Veja, que denunció que tanto Rousseff como el ex presidente Luiz Inacio Lula da Silva (2003-2010), su padrino político, estaban al tanto de desvíos de dinero de Petrobras, la mayor empresa de Brasil, controlada por el Estado.
Rousseff calificó esas denuncias de «terrorismo electoral» y anunció que se defenderá en la justicia.
En el debate, la presidenta retrucó recordando un escándalo de compra de votos atribuido al partido de Neves en el estado de Minas Gerais (sureste), con 10 acusados que nunca han sido juzgados. El PSDB siempre consigue «guardar en un cajón y archivar» las denuncias, dijo Rousseff.
Rousseff y Neves, que según un estudio del diario Folha de Sao Paulo destinaron una cuarta parte de su campaña electoral a atacarse y apenas 12% a presentar sus propuestas, saben que para ganar deben convencer principalmente a la clase media del sur y sureste, dividida en partes iguales entre ambos.
El noreste, con la mayor población negra y pobre de Brasil, es un gran bastión del PT donde los programas sociales benefician a 50 millones de brasileños desfavorecidos, una cuarta parte de la población de este país con una de las mayores tasas de desigualdad del mundo.
Los electores de mayores ingresos apoyan a Neves y acusan a Rousseff de estancar el crecimiento del país, que entró en recesión en el primer semestre, y descuidar la inflación, que ha superado el techo de la meta y alcanzó 6,75% en 12 meses.
Tropas federales reforzaron la seguridad en 224 ciudades del país, cuyos ciudadanos votarán en más de 530.000 urnas electrónicas llevadas hasta las zonas más aisladas de la Amazonía.
En Río de Janeiro, 35.000 policías militares (cerca del triple de lo normal) están en guardia tras ataques contra puestos policiales en varias favelas.