La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, afirmó hoy que no renunciará a su cargo pese a las presiones crecientes que enfrenta por parte de la oposición por la crisis política y por el escándalo de corrupción que ha salpicado a su predecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, para quien la Fiscalía de San Pablo pidió prisión preventiva.
«Creo que solicitar mi renuncia es reconocer que no existe base para el impeachment», afirmó Rousseff en una rueda de prensa en el palacio presidencial de Planalto, en alusión a la figura de derecho anglosajón con la que se conoce el proceso de destitución que trata de impulsar la oposición.
«Es imposible creer que por mi trayectoria política, por mi honradez, me resigno ante los que actúan con absoluta falta de respeto a ley», agregó la mandataria, quien además criticó a los partidos opositores que demandan su destitución y les sugirió que «deberían proceder de acuerdo con la Constitución».
En la conferencia, la mandataria también se refirió al pedido de prisión preventiva contra el ex presidente Lula presentado por la Fiscalía de San Pablo, de la que advirtió que «pasó todos los límites».
«El gobierno repudia el acto practicado contra el (ex) presidente Lula», dijo Rousseff.
Cabe remarcar que la Fiscalía paulista solicitó este jueves la prisión preventiva de Lula por delitos de lavado de dinero y falsificación de documentos en un proceso por corrupción paralelo al que investiga las irregularidades en Petrobras.
Rousseff abundó en que la petición de la fiscalía «sobrepasa el sentido común» y es un «acto de injusticia», sobre todo debido al bagaje político de Lula y por el «respeto internacional» del que goza.