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Brasil emite gestos de un Mercosur más “abierto”

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El mandatario uruguayo, Tabaré Vázquez, viajó el jueves pasado a Brasilia con un objetivo de máxima: lograr de su par Dilma Rousseff un apoyo explícito a su viejo reclamo de convertir al Mercosur en una mera zona de libre comercio, de modo que sus socios puedan negociar libremente con terceros países y bloques, algo que impide la normativa actual. No lo logró, pero se llevó a cambio un compromiso de avanzar en firme en las demoradas negociaciones con la Unión Europea y algunos gestos ambiguos.

El canciller argentino, Héctor Timerman, observó en diálogo con Ámbito Financiero que los dichos de la presidenta de Brasil fueron claros en lo que respecta a una oferta “conjunta” de los miembros del bloque, que puede presentarse antes de fin de año por estar ya concluida. Lo que no está claro, explicó, es que Bruselas pueda hacer lo propio.

Timerman también relativizó lo dicho por Vázquez en la conferencia de prensa que brindó con Dilma en Brasilia, en la que abogó porque el Mercosur habilite a sus socios para negociar “a distintas velocidades”. “Eso requeriría modificar las normas vigentes a través de una decisión de consenso, algo que por el momento es imposible, ya que no hay ninguna propuesta en ese sentido sobre la mesa. Por ahora es algo que no se discute”, completó.

Más allá de lo dicho la semana pasada explícitamente, hay que notar un nuevo matiz en la postura de Brasil, que luce menos monolítica que en el pasado en torno a la idea de un Mercosur fuerte que, pese a las debilidades conocidas, intente sostenerse como unión aduanera.

Dilma habló junto con Vázquez de un bloque que “debe adaptarse a nuevas circunstancias”, y dejó a su par oriental hablar de una coincidencia en torno a “ritmos y velocidades diferentes en las negociaciones” comerciales futuras.

Nuevos tiempos, más flexibles

Hay varios elementos para considerar. La propia Rousseff habló de un interés en “flexibilizar” el bloque en reuniones reservadas con empresarios durante la campaña electoral que, con esfuerzo y susto, la ratificó en el gobierno en octubre último. En público, nunca lo hizo, y de hecho polemizaba al respecto con su rival electoral, el socialdemócrata (liberal) Aécio Neves.

Insinuó lo mismo al asumir su segundo mandato, el 1º de enero, cuando dejó dos carteras clave, Hacienda y Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, en manos de Joaquim Levy, un hombre de la banca, y de Armando Monteiro, ex directivo de la Confederación Nacional de la Industria. Es conocida la postura de la CNI y de su filial paulista, la Fiesp, de que Brasil sólo podrá salir de su actual crisis económica (recesión del 1,2 por ciento del PBI prevista para este año, tras cuatro de virtual estancamiento) con una apertura comercial fuerte.

¿Vuelta neoliberal?

Sin embargo, ése es el proyecto sólo de los sectores más concentrados de la industria brasileña. Una encuesta reciente de la propia CNI reveló que el 54 por ciento de sus empresas reconoce presentar un grado de innovación “bajo”; y otro 8 por ciento, uno “muy bajo”. Esos sectores serían barridos en una eventual ola liberalizadora.

Mercosur en riesgo

Los vientos han cambiado en el gobierno brasileño, y el principal impulsor de un Mercosur fuerte, el asesor presidencial de Política Internacional, Marco Aurélio Garcia, perdió casi toda su vieja influencia. Para peor, esta misma semana acusó una dura derrota cuando el Senado rechazó al hombre que había recomendado para asumir la representación de Brasil ante la OEA, Guilherme Patriota.

Julio puede ser frío

Una Argentina inmersa en su escasez de divisas y en sus controles al comercio, y que desde hace ya demasiado tiempo se muestra incapaz de dar respuestas a sus socios, acaso se encuentre con las propuestas formales que no quiere escuchar en la cumbre que el bloque realizará en julio en Brasilia.

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