La presencia del maoísmo en Argentina y, en particular, en Rosario, es destacada porque tiene influencia en el ambiente universitario, con la agrupación Alde, en el político y en las organizaciones políticas barriales. A casi 60 años de su surgimiento, los llamados “chinos” contaban con estudios históricos desde el espacio académico pero la historiadora Brenda Rupar hace ya una década se dedica a estudiar a dicha corriente política. Ante la presentación de su libro, Los “chinos”. La conformación del maoísmo en Argentina (1965 – 1974), junto a Sebastián Merayo y con la participación de Gabriela Águila y Laura Scoppetta, en Amsafé (Catamarca 2330), este miércoles (15 de noviembre), a las 18, la autora dialogó con El Ciudadano sobre los orígenes del maoísmo y sus características en nuestro país.
Tema de estudio
Hace más de una década atrás, el profesor Claudio Spiguel sugirió a Rupar investigar sobre el maoísmo en nuestro país y la puso en contacto con una persona que tenía material de archivo de Vanguardia Comunista, el primer partido maoísta en Argentina. “En un contexto de proliferación de estudios sobre las izquierdas de los años 60 y 70, no había trabajos aún sobre las organizaciones partidarias maoístas y aparecía como una posibilidad. Dialogaba profundamente también con mis inquietudes político militantes”, señaló Rupar quien agregó que desde entonces su investigación se fue ampliando para abarcar el estudio de esa corriente política que dio sus frutos en el libro Los “chinos” que forma parte de la “Colección Archivos. Estudios de historia del movimiento obrero y la izquierda” del Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas (Cehti), junto a la editorial Imago Mundi.
Noticias de China
La historiadora Brenda Rupar cifra los inicios del maoísmo en nuestro país a partir de las repercusiones de la Revolución China desde los años 50, en particular gracias a los aportes de militantes que realizaron sus “viajes a la revolución” y trajeron noticias.
“Del período previo y la guerra de liberación, también había seguimiento y novedades, pero no se articuló en torno de algo permanente. Los viajeros se transformaron en una primera forma de aproximación y de tornar inteligible la experiencia. Iban y miraban las transformaciones y el estado de las cosas, con los interrogantes y necesidades que tenían como argentinos y argentinas. Sirvieron como puente también para dar a conocer lo que sucedía y muchos simpatizaron con la causa o con algunas de sus particularidades. Por ejemplo, Bernardo Kordon, luego de esos viajes fundó la casa de Amistad Chino Argentina”, expresó Rupar.
Primeras organizaciones
Los años 60 representan un cambio, señaló Rupar y “la emergencia del maoísmo como corriente diferenciada se proyectó en la creación de organizaciones”. En ese tiempo se estaban desarrollando debates que llevaron a la ruptura en el comunismo, acerca de la vía para la revolución, se debía ser pacífica o armada, y la coexistencia pacífica entre la Unión Soviética (URSS) y los Estados Unidos (EE.UU.).
En un contexto local signado por un descrédito del sistema parlamentario y momentos de auge del conflicto social, algunos partidos encontraron que el maoísmo les daba “llaves” para leer e intervenir en la realidad de nuestro país. “Obviamente en diálogo y discusión con otras corrientes y experiencias”, afirmó Rupar y agregó: “Eso se expresó en partidos, pero también hubo intelectuales y políticos de otras fuerzas que dialogaron estrechamente a través del lenguaje que ofreció dicha corriente. Perón, por ejemplo, va a ir modificando su posición y acercamiento hasta plantear una proximidad entre la Tercera Posición y la teoría de los Tres Mundos”.
La última dictadura militar desarticuló a través de la represión a gran parte de estas organizaciones. Solo una, el Partido Comunista Revolucionario (PCR) logró atravesar y reconstituirse y llega hasta el día de hoy. Y hay dos partidos que se reivindican continuadoras de Vanguardia Comunista. “Esa diversidad que se observa hasta los años 70 cambió a partir de entonces, pero también porque el maoísmo y la República Popular China sufrieron grandes transformaciones, aclaró la autora.
No todos los “chinos” son iguales
Rupar aclaró que la denominación “chinos” es referida a las organizaciones maoístas, pero no necesariamente al influjo que las excede. “En lo que atañe a la forma partidaria, podemos encontrar por ejemplo que todos ellos se constituyeron en torno a la defensa de la vía armada para hacer la revolución, pero con grandes críticas a las formas guevaristas o foquistas, que tanto circulaban en la época. También, que atendían a aspectos nacionales y sociales de dicha revolución, a partir de una singular conceptualización basada en la Revolución China, que era la de Nueva Democracia. Quizás parezca obvio, pero no lo es, el hecho de que decidieron constituirse como partidos políticos y ubicarse en la tradición comunista”, afirmó Rupar.
Otra característica “restrictiva” de las organizaciones maoístas argentinas y de otras partes del mundo, tiene que ver con que caracterizaron a la URSS como “socialimperialista” y que elaboraron la teoría sobre la continuidad de la lucha clases bajo el socialismo. “Si la crítica a la URSS podía llevarlos a confluir con numerosos contingentes de tradiciones diversas, esa especificidad les dio un carácter singular. Y lo excepcional, además, era que las críticas eran realizadas desde una experiencia revolucionaria triunfante. Era una posibilidad de futuro”, señaló Rupar.
Un presente diverso
Por último, Rupar insistió en la distinción entre maoístas y chinos. “El maoísmo a nivel internacional sufrió una división en los primeros años 70 en torno a la teoría de los tres mundos. Eso confrontó al partido de Albania con el de China, que eran aliados contra la URSS. Y tras la muerte de Mao Tse Tung, el dirigente comunista albanés Enver Hoxha fue inclusive mucho más duro con los postulados de aquel.
“Eso tuvo repercusiones en los alineamientos de los maoístas en cada país. En Argentina, el PCR sigue siendo el que se reivindica fuertemente maoísta hasta la fecha. Y su presencia gravitante en la escena social y política sobre todo a través de la Corriente Clasista y Combativa (CCC), si bien con altibajos, ha logrado cierta incidencia en momentos clave de la lucha popular de los últimos treinta años”, expresó la autora.
“Asimismo, perviven o han cobrado nuevamente relevancia política y también académica algunas otras categorías, obviamente en nuevos contextos y con otros significados: la de Tercer Mundo, la de Contradicción Principal, la de «que florezcan cien flores», la noción de que es necesaria una Revolución Cultural”, agregó Rupar.
Por otro lado, estarían los “nuevos” chinos. Y es que tras las reformas impulsadas desde 1978 en la República Popular y la conversión de China en el gigante asiático que hoy conocemos, muchos gobiernos y clases dominantes de nuestros países, empezaron a estrechar lazos. Pero no únicamente esos sectores. El carácter de China hoy está en debate sobre si es un país en vías de desarrollo o una potencia imperialista, expresó la historiadora que finalizó: “Lo cierto es que la presencia gravitante de China hoy, nos lleva a preguntarnos por su historia y los vínculos que tuvimos en otros momentos y bajo otras formas”.