El pasado 30 de junio Netflix estrenó Homemade (Hecho en casa), una serie antológica conformada por breves capítulos que abordan el tema del confinamiento durante la pandemia.
El responsable del proyecto es el cineasta chileno Pablo Larraín, quien propone esta singular idea de encargar a diversxs figuras relacionadas con el cine internacional (directorxs, técnicxs, y actrices) la realización de un cortometraje inspirado en las experiencias personales vividas durante el confinamiento.
De hecho, lo más relevante del caso es que las breves obras no sólo abordan el tema de la cuarentena y el aislamiento social, sino que han sido realizadas en esas condiciones, es decir, se trata en todos los casos de películas hogareñas, llevadas adelante con las limitaciones impuestas por esta coyuntura global: en la intimidad de los hogares, y con equipos, en general, familiares.
Así, al finalizar cada episodio, en breves carteles se explicita en qué condiciones fue realizado. El programa completo está conformado por 17 cortometrajes que oscilan entre los 5 y los 10 minutos aproximadamente cada uno, dando cuentas de la situación planetaria en diversos lugares del mundo.
Entre los directores y directoras más destacables que participan se encuentran, entre otrxs, Naomi Kawase, Paolo Sorrentino, Antonio Campos, Gurinder Chadna, y Sebastián Schipper.
Asímismo participan con obras propias las actrices Kristen Steward y Maggie Gyllenhaal. El resultado, desde ya, es sumamente desparejo, contando con algunas propuestas (la mayoría) que no logran escapar de lo superficial y lo meramente anecdótico, y otras que sí, con gran originalidad y sensibilidad, convierten a las limitaciones de esta difícil situación en el motor de ejercicios a veces lúdicos y a veces íntimos que dan sustento al irregular conjunto.
Breves ficciones tradicionales y espacios autobiográficos
Los caminos elegidos, asumiendo la libertad otorgada en la premisa, son fundamentalmente dos.
Están quienes optan por plantear breves ficciones tradicionales llevadas a cabo en las condiciones algo precarias del encierro familiar, y están quienes deciden abordar el campo de trabajo autobiográfico, describiendo la situación vivencial en primera persona desde lo cotidiano, en esbozos de diarios íntimos o de cartas dirigidas a algún familiar, siempre con la mirada puesta en la relevancia de lo en apariencia trivial.
En el primer grupo, que contrariamente a lo que se podía esperar es el más amplio, destacan apenas un puñado de propuestas que, a diferencia de la mayoría, saben apropiarse de las limitaciones del encierro para inventar puestas en escena singulares y potentes, adoptando la condición “hogareña” como una posibilidad fecunda de ir más allá de las convenciones anquilosadas del cine industrial.
Pablo Larraín, entre esas apuestas, da forma a una efectiva comedia “dialogada” resuelta con videollamadas en pantalla dividida (protagonizada por la siempre precisa Mercedes Morán).
Nada muy relevante, claro, pero que sí demuestra cuanto menos un contundente manejo del ritmo y del humor en una puesta en escena discreta y mínima planteada desde las modalidades de los encuentros virtuales al uso.
Por su parte, el italiano Paolo Sorrentino, da forma a la que tal vez sea la mejor de todas las propuestas. Se trata de un encuentro imaginario entre la Reina de Inglaterra y el Papa en el vaticano, justo en el momento en que se declara la cuarentena.
A partir de ese momento ambos quedarán encerrados y solos, deambulando, dialogando, y jugando discretos e inocentes juegos de seducción.
La singularidad del relato, sin embargo, y más allá de las diversas connotaciones de ese encuentro imaginario, es que se pone en forma mediante pequeños muñequitos rígidos que representan a ambas figuras, y que la fastuosidad del vaticano no es sino una sucesión de rincones ordinarios de la casa de Sorrentino por las cuales circulan las figuras.
El resultado, además de creativo, es gracioso y bello. Hay una tristeza que ronda por sobre la ironía de los diálogos (se los oye dialogar en todo momento, mediante voces en off): la soledad, el vacío y la desesperación en la que se encuentra la gran Roma se hace carne, muy humanamente, en esas ridículas figuras de plástico que según dicen, nada saben hacer, porque no son más que símbolos.
Finalmente, dentro de esta línea de ficciones, resalta la sorprendente y excéntrica apuesta del chileno Sebastián Schipper, un musical realizado con un solo personaje encerrado, una mujer que, mientras realiza sus actividades cotidianas, canta y baila volviendo extraño ese espacio ordinario para reflexionar con humor sobre las circunstancias sociales y políticas de la pandemia.
El cotidiano familiar
En relación a la otra línea, aquella que se focaliza en el espacio autobiográfico, resaltan apenas dos trabajos. En el primero, de lo mejor de toda la serie, lxs libaneses Nadien Labaki y Khaled Mouzanar registran una suerte de performance improvisada de su pequeña hija, Mayroun, que con una intensidad arrasadora comienza a jugar frente a cámara desplegando un mundo imaginario con un sorprendente manejo de su lúdica actuación.
El de Gurinder Chadha, por su parte, describe con extrema simpleza el cotidiano de su familia durante la cuarentena. Sin grandilocuencia ni pretensiones desmedidas, y apelando apenas al formato de video más lisamente hogareño, Chadha logra hacer palpable la felicidad de esa familia que ha podido tomar la situación como un regalo inesperado: tiempo para estar juntxs.
Futuro de la imagen cinematográfica y modos de producción
Finalmente, salvo en las excepciones destacables de los casos apuntados, el resultado general es por demás de mediocre.
Sorprende incluso lo poco logrado del aporte de la gran Naomi Kawase, quien debería haber sobresalido por el constante y maravilloso trabajo que ha llevado a cabo en el cine en relación a su vida íntima.
Sin embargo, a pesar de lo irregular del conjunto y más allá de sus intenciones, Homemade pone sobre la mesa algunas cuestiones para plantearse en relación al futuro de la imagen cinematográfica: la reformulación de los modos de producción (no industriales) y de circulación (virtual) no logran dar lugar a nuevos modelos narrativos acordes a lo contemporáneo, y la mirada sobre la intimidad no logra sobrepasar la banalidad de la sobreexposición de las redes.
Hay allí unos puntos que aquí se iluminan, no como respuesta, claramente, sino como preguntas para pensar en la necesaria renovación política de las formas cinematográficas perimidas.
Netflix / 1era. Temporada / 17 capítulos
Creador: Pablo Larraín
Intérpretes: Mercedes Morán, Kristen Stewart, Sebastian Schipper, Peter Sarsgaard, Jaime Vadell