La segunda temporada de Bridgerton, la popular serie romántica y de época producida por Shonda Rhimes que el pasado viernes desembarcó con sus nuevos ocho episodios en la plataforma de streaming Netflix, llegó con un cambio en los protagónicos que profundizan un sendero que no le escapa a las conversaciones sobre “disparidades raciales, la clase, el género y la sexualidad”.
Así lo aseguró en declaraciones exclusivas a las que accedió Télam el creador y showrunner de la tira, Chris Van Dusen, quien afirmó que en esta entrega eligió explorar aún más “los tipos de presiones que el deber pone en una persona, en especial cuando se trata del amor, y de abrirse y estar dispuesto a aceptarlo”.
En su primera tanda de capítulos -que rompieron el récord de visualización de la plataforma con 82 millones de hogares en su primera semana en catálogo- el público se rindió ante la pasional y dramática relación entre Daphne Bridgerton (Phoebe Dynevor), una codiciada soltera de la aristocracia londinense del 1800, y el duque de Hastings (Regé-Jean Page).
Aunque en principio el vínculo escondía un arreglo entre las partes, desesperadas por sacarse de encima los mandatos de sus familias sobre el obligado matrimonio, la parejita termina cayendo en una espiral de deseo y descubrimiento que, mezclada con el romance al estilo Jane Austen, resultó una tentación absoluta para las audiencias.
A ese atractivo se le sumaba el ingrediente misterioso de los chismes que una tal Lady Whistledown -cuya voz en off fue provista por la legendaria actriz británica Julie Andrews- hacía circular entre la alta sociedad que los rodeaba, sacando a la luz los secretos amorosos y las escandalosas traiciones de las y los más pudientes.
Sin embargo, el relato ligero de Bridgerton se complementaba con una propuesta que invitaba a imaginar una suerte de historia alternativa en la que los afro-británicos también integraban la nobleza, inscribiéndose en una tendencia registrada durante los últimos años que retrata y desafía mundos tradicionales y conservadores desde una mirada racialmente diversa.
En esta ocasión, Van Dusen apostó por ampliar esa ficción con un reacomodamiento en el mapa de protagonistas, dándole lugar a una narrativa centrada en Lord Anthony (Jonathan Bailey), el mayor de los Bridgerton, quien en medio de una búsqueda por conocer a su futura esposa conoce a Kate (Simone Ashley) y a su hermana menor, Edwina (Charithra Chandran), dos refinadas jovencitas que llegan a Londres desde India.
“La primera temporada funcionó de manera tan bella y mágica que no hubo necesidad de cambiar el enfoque de la trama, y todo está invadido de nuestra propia esencia de modernidad”, abundó el también guionista de otros títulos para la TV de Shonda Rhimes como Grey’s Anatomy y Scandal.
Así, con la intención de alimentar el “atractivo de un proyecto que narra historias de amor con un final y es capaz de enfocarse en diferentes personajes”, Van Dusen decidió poner en funcionamiento otro explosivo relato de romance, esta vez con más de dos integrantes, que se desata cuando Lord Anthony se pone en campaña para cortejar a Edwina.
Poco después, la protectora Kate descubre que el amor verdadero no existe en la ecuación del pretendiente, y decide hacer todo lo posible por ponerle freno a sus planes, aunque eso sólo llevará a un inevitable acercamiento repleto de discusiones y situaciones íntimas que complicarán muchísimo el panorama.
Con esa premisa, Kate y Anthony no viven únicamente un vínculo de interés “prohibido”, sino que “se ven a sí mismos en un único rol, el de ser la cabeza de sus familias”, aunque “en el transcurso de la entrega, estas dos personas descubren que son mucho más que eso, que son capaces de amor y ambos están descubriendo quiénes son y quiénes quieren ser”, ahondó Van Dusen.
Por otro lado, el creador señaló que además de mantenerse fiel a los enredos edulcorados que lo llevaron al éxito instantáneo, en esta temporada aparece una trama vinculada a la hermandad entre las recién llegadas, algo “tan importante como cualquier dinámica romántica en la serie”.
“En la sala de guionistas siempre hablamos de crear personajes femeninos que no sean sólo un accesorio. Queremos que sean complicadas, imperfectas y humanas. En mi opinión, ese es el mejor tipo de personaje, porque se siente real”, agregó.
En tanto, sobre la inclusión de las jóvenes indias a la trama, Van Dusen comentó que desde el principio del proyecto buscó “hacer una serie de época que mostrara lo que siempre” quiso ver: “Eso era un mundo inclusivo, multicolor, multiétnico, donde todos los que la disfrutaran se vieran reflejados en la pantalla”.
“Eso es lo que hace que Bridgerton sea especial. La serie no ignora las disparidades raciales, los temas como el color y la raza son parte de las conversaciones que plantea, así como la clase, el género y la sexualidad. La segunda temporada es romántica, tensa, emotiva y transportadora. Esos son los elementos exactos que más me entusiasma que el público vea”, concluyó.