Una iniciativa inédita en el país está a cargo de un consorcio público-privado conformado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), la Universidad Nacional de San Martín y cinco empresas privadas: la captación y almacenamiento de energía fotovoltaica para inyectarla en el Sistema Interconectado Nacional.
Si bien las conexiones de sistemas fotovoltaicos a la red eléctrica son habituales en países como Alemania, España y Estados Unidos, se trata una tecnología muy poco desarrollada en Latinoamérica, y la Argentina no es la excepción. Sin embargo, desde 2010 el Departamento Energía Solar de la CNEA, la Unsam y las empresas Aldar, Edenor, Eurotec Nutrition, Qmax y Tyco Electronics vienen trabajando en un programa novedoso para matriz energética del país. La idea es que tome envergadura de proyecto nacional lo que hasta ahora sólo tiene penetración en el ámbito privado rural, o a nivel Estado en áreas –especialmente del NOA– con histórico aislamiento energético y grandes dificultades para otro tipo de abastecimiento.
Le meta es similiar a estos casos, pero con otras proporciones: transformar la energía solar en electricidad e inyectarla a la red pública para así abastecer viviendas familiares, edificios públicos y ambientes urbanos.
El objetivo del proyecto es aprovechar la radiación del sol durante las horas de luz natural para complementar –fundamentalmente reducir– la generación de electricidad obtenida a través de fuentes convencionales como los combustibles fósiles, energía hidroeléctrica y centrales atómicas. “La idea de estos sistemas es que la energía que requiere la vivienda no dependa exclusivamente de la generación solar. Los días nublados algo se genera, pero es sustancialmente menos. Entonces, la red funciona como reserva cuando escasea la energía solar”, explica el doctor Julio Durán, responsable del Departamento Energía Solar de la CNEA,
La primera instalación piloto ya está en funcionamiento y se encuentra conectada a la red interna Centro Atómico Constituyentes, en Buenos Aires.
Uno de los componentes fundamentales de estas instalaciones –que podrían colocarse en cualquier casa o edificio que tenga suficientes horas de sol– son los paneles fotovoltaicos. Según el doctor Durán, se requieren paneles de aproximadamente 200 vatios. “Una instalación típica de una vivienda puede tener 10 de estos paneles para producir una potencia de 2 kilovatios. Ese es aproximadamente el consumo de una vivienda unifamiliar”, aseguró.
Además de los paneles fotovoltaicos, el sistema también está compuesto por un inversor que transforma la corriente continua en corriente alterna. “Por el momento, al igual que los paneles, el inversor se importa. Pero ya hay una de las empresas del consorcio que está interesada en fabricarlo en el país”, afirmó el científico de la CNEA.
A nivel internacional, el costo de estas instalaciones –que se pretenden replicar en distintos puntos del país–, se estima que ronda los tres dólares el vatio. “Es decir que una instalación de 2 kilovatios. para una vivienda tipo costaría alrededor de 6 mil dólares”, calculó Durán.
Si bien todas las condiciones “técnicas” están dadas para instalar estos sistemas de generación de energía renovable en el país, aún falta resolver el aspecto regulatorio y legislativo. En este sentido, Durán explicó que “si hoy en día alguna empresa o el dueño de alguna vivienda quiere instalar en su casa paneles solares y conectarlos a la red no puede porque no hay una reglamentación que lo permita”.
“Entonces, uno de los objetivos principales del proyecto es impulsar y desarrollar en el país una reglamentación y de esa manera habilitar la conexión a red”, continuó.
“Otro objetivo del proyecto –agregó el científico– tiene que ver con la tarifa. En los países en donde se ha desarrollado fuertemente este tipo de instalaciones, se las ha impulsado en un principio con una tarifa diferencial. La idea es que el aumento en la cantidad de instalaciones dé lugar a una reducción de precios de manera que sean competitivos con los costos convencionales, algo que ya han logrado algunos países”.
Se estima que estas mejoras a nivel regulatorio y legislativo recién se alcanzarán en los próximos años. Mientras tanto un prototipo ya está en funcionamiento: el consorcio armó una pequeña instalación piloto en la terraza del Centro Atómico Constituyentes y la conectó a la red interna del reactor de investigación de la Cnea. Y es la primera de otras que también se pondrán a funcionar a modo de prueba en Buenos Aires, el conurbano bonaerense, La Plata, Corrientes, Chaco, Santiago del Estero y Tucumán.
Con todo, el proyecto, que además recibe parte de su financiamiento del Ministerio de Innovación, Ciencia y Tecnología de la Nación, se complementa con otra línea paralela de investigación sobre energía solar en el que también participan la Cnea y la Unsam, esta vez junto a la Universidad de Buenos Aires, la Universidad Tecnológica Nacional, la Universidad Nacional de General Sarmiento, la Universidad de Luján y la Universidad Nacional de La Plata.