Todos los domingos a las 19, el bar Inizio –Mitre y Pasco– abre sus puertas y un grupo de aproximadamente quince personas se acerca a orar a Dios, rezarle, cantarle y abrazarse entre botellas de licores y bola de cristal. Lo que pareciera un espectáculo bizarro no es más que una agrupación que está atravesando el proceso legal para transformarse en la primera Iglesia Inclusiva de Rosario, una iglesia para gays, lesbianas, bisexuales, transexuales, heterosexuales, prostitutas y todos aquellos que no tienen ni espacio físico ni grupo humano que los contenga espiritualmente. Si bien sus impulsores son evangelistas, desde un principio aclararon que la idea no es ser evangélicos, sino seguir la línea de ésta Iglesia por su “alegría y dinamismo”, a la vez que aseguraron que la única premisa que proponen es tener a Jesús en el centro de su mensaje.
Aunque el “fichero de culto” (el permiso de habilitación de la institución) aún está en trámite,la Iglesia Inclusivade Rosario existe por el simple hecho de que las personas se están juntando y encontrando. Ya han pasado seis domingos en los que, por la tarde, el bar Inizio, reconocido boliche de la zona roja de la ciudad, abre sus puertas al rezo y las alabanzas. “Nuestras reuniones son medio locas, en un bar en medio de la zona roja, entre licores y la bola de cristal. Más de uno lo va a ver chocante, pero por ahora es lo que hay y por un tiempo vamos a estar ahí”, explicó César. Él y Laura, quien se autodefinió como “religiosa, predicadora y lesbiana”, son los impulsores de estos encuentros y quienes más pilas están poniendo en la habilitación de la institución. “Y a pesar de lo bizarro, cantamos, oramos y creemos que Dios puede ayudar al interior de la persona, que no va a buscar cambiarlas. Esa es la diferencia dela Iglesia Inclusivaa la tradicional: ellos te dicen que cambies”.
En los encuentros ya participan cerca de 15 personas, no todas homosexuales, sino que, precisamente, la idea es incluir, que todos formen parte de la comunión. “Van matrimonios heterosexuales, familiares de personas que son homosexuales, vino una chica transexual. Todos los que entienden que no estamos enfermos”, explicaron. “Nosotros nos juntamos a cantar a Dios. Ni siquiera hablamos de la homosexualidad porque no es la finalidad, sino que la gente va a sentirse amada y protegida. Sólo durante el primer encuentro hablamos del tema, nunca más fue necesario. El nuestro es un trabajo espiritual y es por eso que queremos encontrarnos”. Para César y Laura,la Iglesia Inclusivapasará a ser la “la parte que faltaba, la espiritual”, entre las organizaciones que llevan adelante la lucha por la igualdad de género: Vox, Área de Diversidad dela Municipalidad, ONG “Convivir” (Paraná), Edife, y las más de 70 Iglesias Inclusivas del mundo con las que ya están en contacto.
Los fundamentos teológicos dela Iglesia Inclusivason simples: que Jesús es el centro del mensaje. “Y no entendemos otra cosa”, sentenció César. Para explicarse, luego, señaló: “Si nos acercamos a lo evangélico es por lo dinámico, pero esperamos que salga lo que tiene que salir en cada encuentro. Ya vivimos la estructura y no nos sirvió”. Esa estructura a la que se refiere está relacionada a la falta de aceptación de personas gays dentro de las congregaciones, la imposición de amigos, pareja, formas (hasta de vestir), y un estilo de vida. “Nuestra Iglesia Inclusiva se trata de mostrarnos como somos y probar que espiritualidad y sexualidad son compatibles. Dios no se mete en si fumamos, tomamos alcohol, de qué trabajamos o si vamos a un boliche, él está mucho más allá. Su propósito es que entendamos que aparte de la vida cotidiana hay una espiritual”.
Entre los fundamentos que eligieron César y Laura para explicar los objetivos de la futura Iglesia, pueden leerse: “Iglesia Inclusiva Rosario está en una misión valiente para transformar corazones, vidas e historias. Somos un movimiento cuya visión es proclamar fielmente el amor inclusivo de Dios a todas las personas; y orgullosamente somos testigos portadores de la santa integración entre espiritualidad y sexualidad. Creemos que incluso en nuestra humanidad somos santos, estamos liberados de las definiciones que otras personas tienen sobre nosotros, estamos hechos tanto de cuerpo como de espíritu y pensamos que nuestra sexualidad es un regalo santo de Dios. No hay una distancia entre nuestros cuerpos y nuestra experiencia con Dios. Somos personas y orgullosamente participamos de la unión entre cuerpo y espíritu (…) Entendemos completamente la gracia que Dios ha extendido sobre nosotros. Buscamos distanciarnos nosotros mismos de la exclusión y atraemos la inclusión de todos aquellos que son marginados en cualquier sentido. Estamos valientemente con aquellos que se oponen a las estructuras de exclusión como lo hizo Jesús”.
Si bien las historias de César y de Laura son diferentes, cuando cuentan sus vidas pueden encontrarse varios puntos en común. Los dos pasaron muchos años dentro dela Iglesia Evangélica(él 20, ella 25), dentro de los cuales aprendieron a callar lo que sentían, además de nociones básicas acerca de su vida, como por ejemplo: que estaban enfermos, endemoniados, que se iban a ir al infierno y que Dios les pedía que cambien. La clave, ante todo, estaba en cambiar. Sin embargo, los dos lograron desempeñarse dentro dela Iglesia– cada uno en su congregación -, sentirse amados por Dios y nunca dejaron de ser homosexuales. “Cuando yo dije que era gay, fueron los hombres los que me expulsaron dela Iglesia, no Dios. Los domingos cantaba ante más de mil personas y únicamente dos me llamaron para decirme que podía contar con ellos. Entonces, yo ahora siento que me liberé. El proceso de entender todo esto no es fácil ni corto y espero que a través de nosotros otras personas puedan comprender el mensaje. Si no hubiera sido por esto, ahora estaría deprimido o con un tiro en la cabeza. Yo salí solo, entendiendo que dios me ama igual y que nunca se alejó de mi”.
César es peluquero, tiene su local en la zona sudoeste de Rosario, donde vive con su novio. Él entró ala Iglesia Evangélicaa los 15 años, buscando contención y refugio espiritual. Dice que allí lo encontró, siempre callándose la boca sobre lo que realmente sentía. La decisión y necesidad de sumarse ala Iglesiala tomó “por ser el marica de la familia”. Según contó, durante su infancia y adolescencia no sólo tuvo que padecer un padrastro golpeador, sino los diferentes intentos para “cambiarlo”: primero tomar hormonas, después ir al psicólogo, despuésla Iglesia.“Y después, al fin, entendí que no tengo que cambiar quien soy”. A los 19 años, César tuvo que casarse, ya que era lo que le exigían desdela Iglesiapara “estar completo” y seguir realizando las actividades en las que se desempeñaba. “Me puse de novio una tarde y esa misma noche pusimos fecha de casamiento, para seis meses después. Igual, quiero aclarar una cosa: nadie me obligó. Yo podría haberme ido antes, pero estaba comprometido con Dios, amaba, me gustaba y ante todo creía en lo que hacía”.
Laura tiene 46 años y ahora trabaja de lo que puede: podología o reflexología, por ejemplo. Lleva puesta una pulsera con los colores del arco iris, un corte de pelo moderno y un tatuaje en un brazo. “El tatoo vino cuando dejé de ser pastora y empecé a ser amiga de Dios”, explicó. Desde los 18, Laura forma parte dela Iglesia Evangélica.Para eso, clases de teatro y una banda de rock quedaron en el camino. “Aunque lo nieguen, enla Iglesia Evangélicalas mujeres no tienen lugar. Imaginate lo complicado que fue todo para mí. Primero me obligaban a casarme todo el tiempo. Yo me abstuve, estaba tipo monja, célibe por años, porque si no no podía predicar”. Ella fue pastora de su iglesia por más de 18 años. Para llegar a eso, pasó muchos años estudiando, luego, pasó otros tantos tratando de entender que no estaba ni endemoniada ni enferma, sino que Dios la amaba y nunca le pidió que cambie. Así fue como dejó el pastorado.