A veces se necesita un empujón para tomar iniciativa, sobre todo en tiempos hostiles donde el cuerpo tiende a paralizarse. Por estos días, mientras algunos celebran recortes del Estado que restringen de manera drástica el acceso a la salud, la educación y hasta un plato de comida; otros tejen redes, construyen colectividad y ponen el cuerpo en busca de un mundo menos desigual.
A eso apunta la convocatoria que se abre este miércoles a las 19 en la facultad de Humanidades y Artes: sumar voluntarios para dar talleres de alfabetización y apoyo escolar en contextos de encierro carcelario y en dos barrios castigados de Rosario, Ludueña y Tío Rolo.
La iniciativa es parte de un proyecto de educación popular que lleva adelante Alfabetización Santa Fe, una ONG que funciona dentro del programa de extensión universitaria de la UNR, se focalizada en la restitución del derecho a la palabra escrita y se propone construir vínculos de contención en los lugares más olvidados de la ciudad.
De esa labor cotidiana surgió una cifra tan cruda como simbólica: en Rosario hay cerca de 30.000 personas que no saben leer ni escribir, según datos producidos por la ONG que lleva una década de trabajo comunitario.
“La convocatoria es abierta para todo el mundo. Es una charla informativa para la gente que tenga ganas de sumarse. No hace falta tener ningún tipo de conocimiento previo, con saber leer y escribir, y estar dispuesto, es más que suficiente. Es un trabajo de contención que en estos tiempos tan difíciles brinda un apoyo a la comunidad”, explicó Martina Echeverría a El Ciudadano, una estudiante universitaria de 24 años que empezó a alfabetizar en la zona noroeste de la ciudad y más tarde se sumó a los talleres en la cárcel de mujeres.
“En el verano hicimos un censo en Ludueña que me sorprendió. Porque uno da por sentado que la educación pública ha llegado a todas partes, que todo el mundo sabe leer, tiene un celular y acceso a la lectoescritura. Y no es así. Hicimos un trabajo minucioso, casa por casa y descubrimos adultos mayores y chicos más jóvenes que no estaban alfabetizados”, cuenta Martina, que conoció la ONG a través del libro No somos lo que piensan escrito por más de 60 jóvenes privados de la libertad que asistieron a los talleres de Alfabetización Santa Fe.
«No somos lo que piensan», un libro que alumbra la oscuridad del encierro
“Me enteré que se presentaba el libro en la Biblioteca Argentina por el programa de extensión universitaria de la facultad y ahí me anoté”, recuerda Martina tras resaltar que durante el año que lleva como voluntaria nunca tuvo “una mala experiencia, ni en los barrios ni en las cárceles”. Por el contrario asegura que la actividad es “una manera de tejer comunidad, cuidarnos entre todos y garantizar el acceso a la cultura y a la lectoescritura, que es un derecho básico”.
Construir comunidad
“En tiempos tan jodidos tenemos que demostrar que somos un pueblo solidario”, reflexiona Martina y señala la importancia de construir redes y conocer más a los vecinos y vecinas de Rosario. Recuerda que cuando inició su recorrido por las calles de barrio Ludueña para alfabetizar se llenó de esperanza por la cantidad de vecinos que le abrieron las puertas de sus casas y además se ofrecieron a participar del proyecto.
“No saber leer ni escribir es un síntoma de una vida de la que faltan muchos derechos, muchas cosas que construir, pero también en el encuentro nos reconocemos, nos conocemos y es una manera de suturar las marginalidades”, dijo.
“Cuando uno aprende a leer y a escribir se puede renombrar, puede escribir su historia”, señala Martina y aclara que “hay un componente identitario muy fuerte” porque esa primera inscripción por lo general es el nombre propio.
El encuentro para conocer más a fondo el proyecto y saber cómo sumarse tendrá lugar este miércoles a las 19 en el Aula 10 C de la facultad de Humanidades y Artes, en Entre Ríos 758.