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Buscando el incierto fantasma de un proyecto fallido en un juego de cajas chinas

Simpática y entretenida, la serie “Irma Vep” funciona como una remake autoreferencial sobre una película filmada en 1996 del mismo creador y director y es a la vez adaptación de otro serial, un clásico del cine mudo de 1916 sobre una súperheroina

En la última edición del controvertido festival de Cannes, Oliver Assayas estrenaba parte de su nueva obra: los tres primeros episodios de la serie Irma Vep, distribuida finalmente a partir de este mes por la cadena HBO. Para quien conozca la carrera del (quizás algo sobredimensionado) director francés, el título no deja dudas. Es el mismo de su película más icónica, la que lo lanzó a la popularidad en 1996, aquel vital homenaje al cine en el que brillaban la gran Maggie Cheung y el mítico Jean-Pierre Leaud.

¿Se trata entonces de una suerte de remake que intenta actualizar aquella propuesta autorreferencial en la coyuntura de un cine de plataformas? En parte sí, pero en gran parte no. Esta nueva Irma Vep es lo mismo y también algo totalmente diferente. Pasaron ya 26 años de la película original y 106 de aquella otra obra que le sirve de base, el serial Los vampiros, realizado por Louis Feulliade en 1916. Tres momentos del cine que han supuesto la instancia de grandes cambios. En principio, puede pensarse que no resulta descabellada ni forzada la idea de volver sobre el planteo en esta nueva coyuntura.

En su película Irma Vep de 1996, Assayas ponía en forma uno de estos habituales entramados metanarrativos del cine dentro del cine, como un juego de espejos o cajas chinas que servían de soporte a un homenaje a figuras fundacionales y a posibles reflexiones sobre los cambios en curso en aquellos años: ciertas ideas de pérdida e incompatibilidad de formas narrativas, de ideas de la imagen y de pactos de credibilidad. Allí, un ya veterano director de cine, Rene Vidal (interpretado por Jean-Pierre Leaud) intentaba realizar una remake del famoso serial de Feulliade Los vampiros, una fantasía lúdica y absurda (amada por los surrealistas) sobre un grupo criminal en el que brillaba la que sería una figura arquetípica en la historia del cine, la villana Irma Vep, interpretada por la multifacética Musidora, vestida con su mítico traje de seda negro ajustado de pies a cabeza. En la remake propuesta, Irma Vep era interpretada por una actriz asiática que ni siquiera hablaba francés, Maggie Cheung. Todo termina en caos y la película no se realiza.

La remake serial de una propia película sobre otra serie

Ahora, en Irma Vep, la serie, Oliver Assayas retoma aquella historia, funcionando en cierta medida como remake de su propia película, pero jugando en este punto no sólo con el serial de Feulliade como material de base, sino también con el incierto fantasma de aquel proyecto fallido narrado en la versión de los 90. Esta Irma Vep es, a partir de allí, una falsa remake y una falsa secuela, ambas cosas y ninguna (quizás como parte de esos multiversos tan caros al cine contemporáneo de superhéroes, ese cine que, por cierto, es uno de los focos de la ironía desplegada aquí con liviandad).

Aquí reaparece Rene Vidal, que es el mismo pero que al mismo tiempo y evidentemente no lo es, y nuevamente se propone realizar, al pie de la letra, otra versión de Los vampiros, en este caso, en formato de serie para una plataforma (aunque el inestable Vidal sostenga que no es una serie, sino una película larga). Vidal, claro, ya había versionado, años antes, la obra de Feulliade para cine con una actriz asiática como protagonista, con quien sostuvo una relación amorosa.

Allí, de algún modo, la fecunda base de todo el juego propuesto en esta nueva Irma Vep. Pero la verdad, pronto se intuye, es que Assayas se queda en la mera superficie de esa base, sobrevolando a distintas distancias y velocidades en torno a tópicos algo banales. Y hasta el momento, sin dejar de ser cuanto menos simpática, la serie no sale de ese punto.

El rodaje de la serie Los vampiros comandado por este neurótico e inestable Rene Vidal se despliega, como en varias películas de Assayas (y del cine francés en general) entre las encrucijadas del tejido de personajes y de relaciones afectivas y sentimentales habituales: encuentros, reencuentros y desencuentros, parejas y exparejas, amores y desamores.

En este caso, el centro de esa comparsa de vínculos en conflicto es la actriz norteamericana que interpretará a Irma Vep, Mira (Alicia Vikander), que harta de trabajar en el universo de superhéroes y súperheroinas cree encontrar en este proyecto un reparo momentáneo. Como contrapeso, la inestabilidad de Vidal amenaza de modo constante el futuro del rodaje.

Siguiendo la línea narrativa de aventuras absurdas y anacrónicas de un grupo criminal

Entre los recursos puestos en juego hay algunos que resultan atractivos, como el modo en que se incorporan las imágenes del serial original, poniéndolos en relación con la versión que se está filmando, e incluso con algunas imágenes de la película de 1996, siguiendo en esas distancias y diferencias estilísticas la línea narrativa de aquellas aventuras absurdas y algo anacrónicas del grupo criminal Los vampiros.

También, cabe decirlo, funciona en cierta medida el tono liviano de humor aportado por algunos personajes y algunas situaciones, diferenciándose del resto de las series por no proponer jamás giros ni revelaciones, para ir en cambio con una marcha distendida y sin presiones, grata en su liviandad. Pero si algo hace trastabillar al conjunto es la extrema superficialidad del juego autorreflexivo, la banalidad de esa estructura metacinematográfica de cajas chinas que sirve finalmente, y apenas, de  excusa para esbozar chistes tontos e irritantes sobre el cine contemporáneo.

Por momentos no se aleja de la más trivial aproximación paródica al mundo del cine, con sus bromas evidentes e insustanciales sobre el cine de superhéroes, sobre la forzada corrección política que supone la incorporación de súperheroinas a esos universos, sobre el consumo de series en plataformas, sobre el modo de ver con los dispositivos tecnológicos en uso, sobre la credibilidad de las lógicas narrativas antiguas y actuales, sobre los pormenores del estrellato, y sobre todo tópico pensable al respecto. Allí, todo lo prometido cae al vacío e Irma Vep se revela, cuanto menos hasta el momento, como un ejercicio hueco, forzado, inconsistente y pretencioso.

Es cierto que aún queda buena parte de la serie por emitirse, pero los episodios ya disponibles no dejan mucho lugar a las esperanzas de un crecimiento. Sin embargo, se puede decir, dejando de lado (y si se pudiese) las pretensiones y la superficialidad, Irma Vep por momentos resulta al menos simpática y –como suele decirse– entretenida; aportando incluso alguna que otra idea, como la bella presentación animada, los finales (a modo de viejo serial), la música en manos de Thurston Moore (Sonic Youth), la inclusión de la película de Feulliade, y ciertos juegos entre las tres actrices que encarnaron a Irma Vep: Musidora, Maggie Cheung y Alicia Vikander.

Irma Vep / HBO / 1era. Temporada / 8 capítulos

Creación y dirección: Olivier Assayas

Intérpretes: Alicia Vikander, Byron Bowers, Tom Sturridge, Vincent Macaigne, Jeanne Balibar

 

 

 

 

 

 

 

 

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