El viernes pasado, las familias de dos chicos de 19 años que están presos desde fines de agosto realizaron una marcha frente al Centro de Justicia Penal en el que además de pancartas alzaban paquetes de perejil. “Para que busquen a los verdaderos culpables y larguen a los perejiles”, explicó este miércoles María, cuñada de uno de los jóvenes detenidos. Ambos serán sometidos este jueves a una rueda de reconocimiento que la misma defensa pidió desde un principio tras considerar que será una prueba crucial de inocencia. Según María, los pibes fueron detenidos por gendarmes a metros de sus casas, en el playón deportivo de barrio Tío Rolo y, a unos 60 metros de donde estaban, los uniformados encontraron un arma de fuego que había sido usada un mes antes en el homicidio de un adolescente en Puente Gallegos. Así los engarronaron.
“Ninguno tiene antecedentes, son hijos de familias trabajadoras, nunca hicieron nada malo, todos los vecinos lo saben y los testigos del crimen que les quieren cargar ya dijeron que ellos no tuvieron nada que ver, que ni siquiera estaban en el lugar”, dijo María quien lamentó el rol de la Justicia al mantenerlos tanto tiempo detenidos sin pruebas.
“Primero les dieron 60 días de prisión preventiva, y cuando se venció, que pensábamos que los iban a largar porque son inocentes, el fiscal pidió una prórroga por 45 días más porque se negaron a firmar un acuerdo abreviado y hacerse cargo de algo que no hicieron. Imagínate la desesperación de estos chicos que están en una unidad penitenciaria, nunca en sus vidas estuvieron en un lugar así, harían cualquier cosa por salir de ahí. Pero no tienen por qué hacerse cargo de algo que no hicieron”, continuó.
Cuando se produjeron las detenciones, los gendarmes se llevaron a tres muchachos y a una chica. A ella le dieron prisión domiciliaria porque es madre de un menor de cinco años y así lo dispone la ley. Y otro de los muchachos, luego de largas semanas en la cárcel, firmó un abreviado donde le atenuaron una “tenencia del arma” y lo dejaron en libertad.
“Les quisieron hacer firmar que eran culpables, para que se hagan cargo de un arma siendo inocentes, para devolverles la libertad. Uno ya firmó un abreviado siendo inocente. Fue muy injusto para él porque ahora tiene una condena de algo que jamás hizo. Como los otros dos no aceptaron, ahora los quieren hacer cargo de un homicidio”, denunció María quien criticó con dureza el sistema judicial: “Es terrible pasar por todo esto. Pensábamos que las leyes nos amparaban y sin embargo, si quieren las usan para embarrar a los pibes pobres. Lo importante es que estos dos chicos tienen familia y no vamos a dejar que pase esta injusticia. Pero a cuántos les debe pasar lo mismo y no tienen cómo defenderse, a cuántos perejiles habrán presionado para que se hagan cargo de cosas que no hicieron. Lo único que pedimos es que se haga Justicia y que los larguen. No es justo que los tengan adentro sin pruebas. No es justo que dos familias estén sufriendo y pasando por todo esto. Hay dos mamás que viven llorando por sus hijos. La Justicia tiene la obligación de buscar a los verdaderos culpables y no encerrar al primer perejil que se le cruza”.
Luego de que Gastón T. y Franco A. pasaran los primeros 60 días encerrados, el fiscal de Flagrancia Iván Enríquez y el de Homicidios Ademar Bianchini pidieron una prórroga de 45 días más. Pese a todos los argumentos esgrimidos en la audiencia durante más de tres horas por el abogado defensor, Leonel Botta, la jueza Silvia Castelli los dejó presos.
Botta le reconoció a El Ciudadano que la primera vez no apeló la prisión “por respeto a la familia de la víctima” y para darle tiempo a los investigadores, ya que en dos meses se iba a poder esclarecer que sus clientes nada tuvieron que ver. Pero en el pedido de prórroga, solicitado sin siquiera haber realizado la rueda de reconocimiento, apeló. Según explicó hay un testigo presencial del crimen que señaló al presunto autor del disparo y desvinculó a sus clientes.
El crimen
La madrugada del 26 de julio pasado, Matías Aguirre, de 17 años, iba en moto con dos amigos por calle Piamonte al 2000, donde fueron emboscados por dos personas armadas que salieron de un pasillo y dispararon. Según relató el fiscal en una de las audiencias imputativas, Matías recibió un disparo en el pecho y otro de sus amigos en el brazo. El tercero, ileso, corrió a pedir ayuda y en el camino se le cruzaron dos pibes, a los que identificó como Ivancito y Martincito, quienes lo golpearon con culatazos en la cabeza mientras le decían: “vos venís por la moto que le robamos a los pibes”. Luego, al ver luces de un auto que parecía un patrullero, huyeron.