Diego Cagna habla como si todo estuviera bien, como si no fuera su responsabilidad que Newell’s de 24 puntos, durante su gestión, haya sumado nada más que 6. Con el agravante que recibió a Arsenal, Olimpo, Tigre, San Lorenzo y a los sanjuaninos en el Coloso. Dice que “con los refuerzos tenemos que pelear el torneo, no habrá más excusas”. Insólito, por donde se lo quiera analizar. ¿Quién puede creerle?
La decisiones se toman en el momento justo, y la dirigencia de Newell’s no reacciona. A Diego Cagna debieron echarlo ayer. La paupérrima imagen de Newell’s jugando igual que un equipo dela Primera BNacional, como lo es San Martín de San Juan, quien difícilmente conserve la categoría, muestra su peor expresión de mucho tiempo a esta parte.
A ver: Newell’s no presiona en campo rival tratando de provocar errores, no sabe especular metido atrás para salir de contra. No tiene jugadas preparadas de pelota parada. No parece un equipo que entrena durante toda la semana. Luce como un conjunto de country compuesto por profesionales. Y esa puesta en escena es la que transmite Cagna.
Y de los seis partidos empatados no perdió varios porque la defensa es buena, desde Sebastián Peratta, pasando por la jerarquía que tienen Santiago Vergini y Hernán Pellerano, más la inocultable laboriosidad de Diego Mateo y Leonel Vangioni.
Después el técnico se la pasó probando y nadie le dio la razón. No es momento para confiar plenamente en los pibes, los terminará calcinando. Falcone ya jugó tres partidos en primera división como titular, muestra movimientos interesantes, a la vez que entrega la sensación de que no le puede hacer un gol a nadie. Y no es culpa del pibe, Newell’s no tiene sustento técnico que lo avale.
San Lorenzo casi le hace un gol estando 11 contra 9, porque dos jugadores de Newell’s (Vergini y Pérez) estaban fuera de la cancha por estar lastimados, Cagna nunca dio la orden para que alguno de los que estaban en la cancha demoraran el partido. Era tiempo para simular, nadie se enteró, y San Lorenzo por poco no se lo ganó en esa jugada.
Así como Cagna no quiso dirigir contra Banfield porque se considera un técnico serio y no tenía tiempo suficiente de trabajo. Hoy puede afirmarse sin lugar a error que no merece la chance de dirigir el equipo ante Lanús. El ciclo está terminado, lo reflejan los patéticos resultados y lo que salta del campo de juego. Los insultos del final no son gratuitos, ni mandados por nadie. Son hinchas desesperados que ven un final lamentable con un técnico que se niega a reconocer su incapacidad para dirigirlo.