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Caja grande, botín pequeño

Dos asaltantes ingresaron a una fábrica de retenes de la zona oeste y, tras reducir a los vigiladores, atacaron la caja fuerte con una amoladora. Pese al despliegue, sólo se llevaron 3 mil pesos y cheques.

Dos hombres armados lograron reducir a los empleados de seguridad privada de una fábrica de retenes de la zona oeste y luego abrir la caja fuerte de la firma con una amoladora. Pero la suerte no jugó a favor de los asaltantes, ya que luego de una hora y media de trabajo para acceder al botín sólo hallaron tres mil pesos en efectivo y algunos cheques, además de dejar sus rostros registrados en las cámaras de seguridad. Para el titular de la firma también ellos “la sacaron barata”, ya que no hubo que lamentar víctimas.

El robo ocurrió anteayer en la fábrica de rodamientos de embrague Retenes DBH, ubicada en Juan José Paso 6986, a las 19, justo en el cambio de guardia de los empleados de seguridad de la empresa El Centinela, y cuando ya no quedaban trabajadores en la firma, que emplea a 130 personas.

Según las fuentes, uno de los vigiladores se disponía a salir por el portón principal de ingreso a la fábrica y habilitar el paso de su compañero, cuando ambos fueron sorprendidos por dos hombres armados que los obligaron a entrar. Una vez en el interior los dos empleados de seguridad, de 36 y 39 años, fueron amarrados de pies y manos con cintas de embalar, igual que un muchacho de limpieza de 24 años que se encontraba en las oficinas de la planta alta.

Fuentes policiales indicaron que mientras uno de los asaltantes cuidaba a los tres rehenes, que estaban acostados entre las maquinarias de la planta baja, su cómplice se dedicaba a abrir la caja fuerte en un pequeño cuartito al que accedió luego de romper una puerta de vidrio.

Para ello, los desconocidos se sirvieron de una amoladora que habían llevado para ese fin, aunque más tarde debieron utilizar una más sofisticada que tomaron de las instalaciones de la fábrica.

Alrededor de una hora y media tardaron en perforar la caja fuerte de la firma, que era de grandes dimensiones pero que en su interior sólo tenía la suma de tres mil pesos en efectivo, según indicó el titular de la fábrica, Luis Di Benedetto.

El empresario dijo que además le sustrajeron algunos documentos y cheques –propios, de terceros y de proveedores– que ya fueron denunciados. En total sumaban alrededor de 120.000 pesos que si bien la empresa resguardó con la denuncia, los ladrones podrían vender por menor monto y estafar al comprador.

La mirada de sus ojos

Ambos ladrones ingresaron al lugar a cara descubierta, aunque se cubrieron la mitad del rostro con cuelleras polares y luego parte de la cabeza con los gorros que les sacaron a los vigiladotes reducidos. Por ello, sus ojos quedaron registrados en las cámaras de seguridad de la empresa, cuya copia está siendo peritada por los investigadores.

De esas imágenes, la Policía dedujo que los hombres estaban armados con pistolas calibre 9 milímetros. Según indicó uno de los empleados de seguridad reducido, uno de los desconocidos estaba visiblemente alterado, situación que le provocó un profundo miedo. Pero peor parte fue la que vivió un muchacho de 24 años, que limpia las oficinas de la planta alta, ya que fue golpeado con un puntapié cuando lo tiraron en el piso, y también fue amenazado de muerte varias veces, igual que los dos guardias de seguridad.

Di Benedetto dijo que los desconocidos obligaron al personal de vigilancia a que les indicaran dónde estaba la caja fuerte, y más tarde pidieron que les facilitasen una amoladora.

Si bien lamentó el episodio, el empresario dijo que en los 25 años que tiene la firma es la primera vez que le roban. “La sacamos barata, porque no hubo ninguna desgracia humana”, dijo Di Benedetto, entristecido porque las víctimas del asalto “temblaban como una hoja”.

Alrededor de las 20.30 de anteayer, tanto la Policía como el titular de la firma y el de la empresa de seguridad El Centinela fueron avisados del robo. Es que una vez que los dos ladrones lograron perforar la caja fuerte, se llevaron las camperas de los vigilantes, sus celulares, y se dieron a la fuga. Minutos después, los rehenes se desataron y dieron aviso a las autoridades.