Escuchando la canción que hizo popular la querida negra Sosa y movilizado por la situación actual de la educación por la Pandemia del Covid 19 se me abren un abanico de preguntas que sólo tiene una certeza: que la educación no será la que era.
Pasados más de 60 días desde la suspensión de actividades en todas las escuelas de la Provincia de Santa Fe nos encontramos con un diagnóstico que dio cuenta (entre otras cosas), que pese a los esfuerzos, la brecha de las desigualdades en educación se amplió.
Se amplío porque la conectividad no les llega a todos de la misma forma.
Se amplío porque no todas las familias frente al formato que sea (las redes, aplicaciones digitales, los cuadernillos impresos o ambas) no están en condiciones educativas temporales, espaciales y económicas de afrontar el desafío.
Se amplío porque tuvo un giro muy importante la relación docente-alumno en cuanto al abordaje de lo que llamamos enseñanza- aprendizajes, las devoluciones de las actividades, la retroalimentación y las construcciones sociales, que es una de las funciones de la escuela.
Se amplío por que ante un modelo de educación no presencial no todos los actores de la comunidad educativa están capacitados para llevar adelante la tarea.
Se amplío porque la educación es mucho más que actividades y conectividad. Es contar con espacios y materiales, que los que estamos en las escuelas sabemos muchas veces son entregados por los propios docentes, desde un lápiz hasta un libro.
Lo primero fue atender la emergencia, con lo que lo que la escuela como institución tenía a mano, acompañados por y con el esfuerzo, compromiso y las capacidades de cada uno de los que componen la comunidad educativa.
Llegaron los cuadernillos que también se ofrecieron en un formato que permitía verlos desde algún dispositivo.
Llegó el fin del bimestre o trimestre (depende de la modalidad) y se atendieron las instrucciones emanadas desde el Ministerio, acerca de que la evaluación seria sin números con la mirada puesta en lo formativo y en el vínculos pedagógico.
Las declaraciones de los encargados de dictar la política educativa, las reuniones del Consejo Federal de Educación, sumadas a la información que van dando los diferentes especialistas en salud, más las medidas que va llevando adelante el gobierno nos pone en situación de pensar que las clases presenciales no volverán en el corto plazo.
Y cuando vuelvan , no serán como antes.
Se habla de prioridades con la vuelta de aquellos que están transitando el camino de la alfabetización y de aquellos que están finalizando o cursando el último año de su escolaridad primaria o secundaria.
Este panorama invita también a pensar y a preguntarnos ¿qué es lo que viene?
Hay una sola certeza: no viene más lo que era, y debemos prepararnos.
La idea de una educación mixta o dual (presencial algunos días y semipresencial otros días) nos debe poner en el camino de:
-Ampliar la conectividad llegando a todos con igualdad y justicia distributiva.
-Capacitar a los profesionales de la educación desde supervisores a docentes.
-Modificar las metodologías de enseñanza-aprendizajes, donde la planificación no será la misma, donde el abordaje de los contenidos no será el mismo y la evaluación en consecuencia será diferente.
Es tiempo de pensar y construir un modelo educativo para lo que viene, sosteniendo el trabajo docente y el derecho a educar y a ser educado.
Me animo a decir que estamos ante el nacimiento de una nueva escuela, donde no alcanzará con modificar contenidos, agrupamientos y redistribución de horarios.
La educación requiere cambios integrales, más inversión, y es tarea del estado llevarla adelante, para que la brecha no siga ampliándose y todos tengan las mismas oportunidades.
Parafraseando a la Negra Sosa termino diciendo “pero no cambia mi amor por más lejos que me encuentre ni el recuerdo ni el dolor de mi escuela y de mi gente”.
Prof. Alberto Giménez
Responsable Zonal C.A.E.B.A