El radicalismo se divide hoy en tantas versiones en su relación con el macrismo que casi puede catalogarse una por provincia. En eso, la UCR terminó asimilándose al peronismo, que ajusta su mirada de acuerdo con la conveniencia territorial o histórica.
El macrismo ya aprendió a medir esa característica de la UCR; en realidad lo intuyó desde antes de la Convención Nacional de Gualeguaychú, donde Ernesto Sanz ganó la pulseada para cerrar el acuerdo nacional con el PRO, pero sin poder desarmar los pactos que cada cacique radical había cerrado en su provincia con Sergio Massa o Margarita Stolbizer.
Esa situación no cambió y el macrismo exige ahora que los radicales le pongan más sangre en cada provincia a la campaña presidencial de Mauricio Macri o, por lo menos, la misma que le ponen a los cargos por los que pelean en cada un de los distritos.
Hay casos que son emblemáticos. El jujeño Gerardo Morales es hoy una de las apuestas más fuertes del radicalismo para hacerse de una gobernación. Si lograra imponerse al PJ de Eduardo Fellner más toda la maquinaria de Milagro Sala en la provincia podría hacerse, además de la gobernación, con una jefatura clara dentro de la conducción del radicalismo, hoy dividido en campañas provinciales.
Morales para todos y todas
Para lograrlo, Morales se colgó de cuanta boleta presidencial se le ofreció. Fue el primero en cerrar acuerdo con Sergio Massa, el que mantiene y amplía todo lo que puede. También con Margarita Stolbizer y, por supuesto, con Macri.
A Massa lo llevó hace poco de campaña por la provincia en caravanas y caminatas que tuvieron un color peronista casi absoluto, a pesar de rodearlo con las banderas rojas y blancas de la UCR. La visita de Macri fue más organizada y menos eufórica. Dejó en claro Morales por qué se desveló por tener un acuerdo con un peronista para pelearle al PJ local.
El macrismo toleró, no le quedaba otra opción, hasta ahora esas dualidades de los radicalismos locales. No sólo Jujuy: también Tucumán, Formosa, Santa Cruz y en menor medida Mendoza, donde el triunfo tuvo mucho mas color radical puro que en cualquier otra provincia.
Macri ahora pide más. En el final de campaña presidencial cree que los radicales están ocupados más por esas campañas que por las suyas. Deberían haberle explicado antes que esa doctrina se viene aplicando en la UCR desde hace años, por lo menos desde que los radicales no tienen un candidato presidencial propio de peso para llevar o deben atarse a uno extrapartidario.
Radicales locales
Siempre privilegiaron las listas locales y las de diputados y senadores para resguardarse en intendencias, gobernaciones y, obviamente, en el Congreso donde siguen siendo la primera fuerza de oposición en el Senado y Diputados y se llevan así todos los cargos que la Constitución de 1994 reservó para la primera minoría. Esa fue la receta de supervivencia de los radicales, aun cuando llevaban a algún candidato presidencial, como el caso de Leopoldo Moreau con un 1,7 por ciento.
Boina blanca bonaerense
Como se dijo, no todos los casos son iguales. Los radicales bonaerenses están descubriendo que la asociación con el macrismo les aporta mucho más que lo pronosticado.
María Eugenia Vidal, y su performance en la provincia de Buenos Aires, tienen mucho que ver con esa realidad, pero también la buena relación que armó con Daniel Salvador, quien cree que la sociedad con el macrismo se trata de un acuerdo competitivo y que no habría que disolverlo en el futuro. “De lo que tienen que darse cuenta es que si a Macri le va mal, a los radicales les va mal”. Alegan en el macrismo bonaerense.
Algo de eso se vio en el acto de Ferro, donde Ernesto Sanz y Elisa Carrió encabezaron delegaciones de sus partidos.
Lilita siempre está
Carrió esta semana fue más allá y armó campaña en Santa Fe junto a Carlos Reutemann y Miguel del Sel. Aportó la chaqueña a Mariana Zuvic, dando muestra de que, en su caso, se mantiene en la campaña.