“Lo que yo sentí cuando vi esta obra es algo que traté de hacer sentir a la audiencia, no sólo en esta obra, sino también en las películas”, afirmó Juan José Campanella acerca de Parque Lezama, la obra de Herb Gardner que lo conmovió en su juventud y hoy lo lleva a incursionar en el teatro como director. Con un prestigioso elenco encabezado por Luis Brandoni y Eduardo Blanco, que completan Marcela Guerty, Ivan Espeche, Gabriel Gallicchio, Federico Llambi y Carla Quevedo, la exitosa pieza que lleva más de 400 funciones en Buenos Aires, se estrenó anoche en Rosario y seguirá en cartel hasta el domingo, a las 21, con una función especial, mañana a las 18.30, siempre en el Auditorio Fundación Astengo (Mitre 754), más allá que la gran demanda de entradas indica que regresarán con nuevas funciones.
Un histórico militante del Partido Comunista, un viejo cultor del “no te metas” y un parque como escenario conforman los ingredientes principales de esta obra que pretende indagar en la histórica dicotomía entre el conformismo y el compromiso. “Muchos se confunden creyendo que la obra trata sobre la vejez y eso es un subtema, es lo que le agrega la urgencia, la bomba de tiempo; la obra trata acerca del conformismo versus el compromiso y esto le pega a una persona tanto de 20 como de 80 años. Este tema se combina en una gran comedia del diálogo, a mí me gustan mucho los diálogos y, lamentablemente, en el cine han pasado de moda, vemos pura acción. Esas mezclas de tonos y emociones son los elementos principales”, señaló Campanella, en una amena conferencia de prensa que brindó junto con Luis Brandoni y Eduardo Blanco, donde los artistas hablaron del argumento de la película, sus personajes y sus impresiones al hacer esta obra.
Consagrado y reconocido internacionalmente por su labor de cineasta, Campanella incursiona ahora en el lenguaje teatral a través de una obra que lo movilizó cuando la vio por primera vez a sus 24 años en Nueva York, en la versión original titulada Yo no soy Rappoport. Luego de disputar varios años por sus derechos, el afamado director ofrece una adaptación que traslada el conflicto al mítico Parque Lezama, escenario donde se desarrolla la historia que, según confesó, sirvió de gran inspiración para sus películas. “Es una obra que vi en 1984, me impactó mucho; la noté más nuestra que extranjera, me llamó mucho la atención que hubiera una sensibilidad tan cercana a la nuestra afuera y, además, modeló todo lo que yo escribí después; tiene mucho del espíritu de mis películas, habla de temas serios que usualmente se tratan de manera dramática, y acá se transitan con mucho humor, mucha emoción”, destacó el director.
Saliendo por un momento del set y entrando a las tablas, Campanella se mostró a gusto con este nuevo rol: “En el teatro está el alma del actor ahí, sin ningún tipo de ayuda, y la función del director es distinta en teatro que en cine; es la voz de todos nosotros, aquí se ve todo un mundo, eso es lo mágico del teatro, no es una representación de los actores sino que se ve el alma de los actores y todas las funciones son diferentes. Me costó aceptar que puede pasar cualquier cosa en el teatro, puede sonar un celular en medio de la situación más dramática, o puede darse esa bendición de risas contagiosas; hay veces que la audiencia hace que se potencie la comedia y otros días la emoción. Me encantó el teatro, me gustaría repetir la experiencia pero tiene que ser una obra así”, concluyó el director.
Actores con oficio
Luis Brandoni y Eduardo Blanco, dos artistas que ya contaban con la experiencia de trabajar junto a Campanella, encarnan a dos personas mayores, un militante y un conformista, que se encuentran en un parque y, casi sin darse cuenta, comienzan a entablar una amistad. “El mío es un personaje anacrónico, idealista, pero eso es lo que lo hace sentir vivo. Es un viejo que no para de hacer líos, sobre todo en lugares públicos, porque él sigue militando en una estructura ideológica que ya no se usa pero que la sigue sosteniendo como una bandera”, sostuvo Brandoni acerca de León Schwartz, su personaje en la obra. A su tiempo, Blanco agregó: “Después de algunos golpes que sufrió, mi personaje se armó su quintita para que nada lo dañe y va haciendo la plancha en la vida para no sufrir; pero si no estás expuesto a sufrir tampoco estás expuesto a gozar y, poco a poco, en esa plancha uno se va adormeciendo y vegeta. Y en ese parque aparece un soñador, una persona que lo viene a molestar porque lo viene a contagiar de algo y, en ese pincharlo, se va tejiendo una historia, una relación que lo vuelve a conectar con eso que tiene la vida, con el gozar, el sufrir, el sentirse vivo”.