La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, condenó ayer el presunto espionaje de Canadá al Ministerio de Minas y Energía brasileño, que dijo confirma el “motivo económico” de esa práctica que se habría realizado en el marco de una coordinación entre cinco países para realizar espionajes (ver aparte). Así, Rousseff urgió a Estados Unidos y sus aliados a “terminar con esas acciones”.
“La denuncia de que el Ministerio de Energía fue blanco del espionaje confirma las razones económicas y estratégicas detrás de estos hechos”, dijo la mandataria brasileña en su cuenta de twitter.
Rousseff aseguró que el caso apunta a los intereses de Canadá en la minería brasileña. “Esto es inadmisible en países que pretenden ser socios. Repudiamos la guerra cibernética”, expresó.
Canadá es uno de los países que más dinero invierte en las mineras internacionales, y tiene al menos 52 empresas líderes en este rubro, entre ellas la poderosa Barrik, que cuenta con una filial en Argentina.
El canal de televisión Globo reveló el domingo pasado una supuesta presentación de la Agencia Canadiense de Seguridad en las Comunicaciones (CSEC, por sus siglas en inglés) que muestra un esquema detallado de las comunicaciones del Ministerio de Minas y Energía de Brasil, incluidas llamadas telefónicas, correos electrónicos y navegación en internet. El programa canadiense de espionaje es el llamado “Olympia” y no se reveló en qué período se realizó.
Según Globo, el documento fue filtrado por el ex analista estadounidense Edward Snowden, quien lo obtuvo en una reunión de junio de 2012 entre analistas de las agencias de inteligencia de Estados Unidos, Canadá, Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda, los Five Eyes (cinco ojos), como se conoce este grupo, según el rotativo.
En los últimos meses, la prensa ha publicado documentos atribuidos a la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA) sobre espionaje a las comunicaciones de Rousseff, de sus colaboradores cercanos y de millones de brasileños, así como de la gigante petrolera de control estatal Petrobras, en cuyas manos están las informaciones de los gigantes yacimientos descubiertos en aguas profundas de la costa de Brasil.
Rousseff denunció entonces que ese espionaje no era por razones de protección ante el terrorismo, como habría argumentado inicialmente Estados Unidos, sino económicas.
“Todo indica que los cinco gobiernos y las miles de empresas prestadoras de servicio pueden acceder a los datos de la NSA con amplio acceso”, agregó Rousseff en su cuenta en la red social.
El canciller brasileño, Luiz Alberto Figueiredo, convocó ayer al embajador de Canadá, Jamal Khokhar, para pedir explicaciones y expresar su indignación y repudio por el presunto espionaje, tanto contra el Ministerio de Minas como contra un funcionario de Exteriores.
La denuncia de Globo identificó como una de las llamadas “mapeadas” por Canadá la del diplomático Paulo Cordeiro, ex embajador de Brasil en Canadá.
Las autoridades canadienses prefirieron guardar silencio.