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Canela, la historia de una mujer trans que llegó al cine

El Ciudadano recuperó la historia de Canela, la arquitecta que cambió su identidad de género a los 50 años. El recorrido fue condensado en dos documentales y uno se estrenará en los próximos días

Canela Grandi eligió su nombre de mujer a los 50 años. Dejó atrás Ajax, el singular nombre que le dieron sus padres en un guiño a la mitología griega. Fue un cambio lento, como si se reconstruyera de a poco. En el camino encontró apoyo en la Facultad de Arquitectura, sus hijos y en su madre. El nombre Canela llegó de la mano de una amiga travesti y no es casual. Es una especie de homenaje a la conductora televisiva, periodista y escritora que marcó su infancia y sus lecturas. La historia de Canela tentó a la cineasta Cecilia del Valle, quien la eligió para hacer el documental que se estrenará en el ciclo Mujeres Diversas.

La casa de Canela está como cuando ella era chica: las sillas, la mesa, los cuadros, el piso, las fotos y hasta el mismo televisor: un Noblex de 1962. Era uno de los pocos que había en el barrio República de la Sexta en esa época. En la pantalla Canela, la periodista y escritora, hacía un programa para los más chicos y la casa de Ajax Hugo Grandi se convirtió en una especie de casa del pueblo donde los niños iban a mirar televisión.

Canela nació el 23 de abril de 1957. Estudió arquitectura. Tal vez fue influenciada por su padre ingeniero. Su madre era farmacéutica. Cuando se llamaba Ajax se casó con una mujer y estuvieron juntos 27 años. Tuvieron tres hijos: Juan Ignacio, de 33 años y que trabaja en la empresa Grandi Construcciones; Santiago, de 31, que es periodista y padre de Carola, la única nieta de un año y medio de Canela; y Bárbara, de 29, que vive en Barcelona y estudia flamenco, entre otras disciplinas.

“Lo que creía que era, no era. Actuaba un personaje. El cambió no fue de la noche a la mañana. No me acosté una noche con bigotes y cuando me desperté me puse una pollera. Con el paso del tiempo empecé a sentir cosas. Lloré, sufrí, me angustié y pasé por mucha incertidumbre. Sentía que necesitaba vivir otra vida”. Después de separarse vivió sola hasta que su madre le propuso que fuera a vivir con ella en la casa donde había pasado su infancia. Dijo que sí: “Cuando uno está solo tiene un poco más de tiempo. Te permite encontrarte con vos misma. Me di cuenta que estuve 50 años viviendo como alguien que no era”.

Canela comenzó a frecuentar la escena LGTBI de Rosario. Iba a ver shows y empezó a tener amigas travestis de todas clases sociales. Le interesaba cómo se pintaban y se vestían. Su mejor amiga, Valeria, fue la que la incitó a que se llame Canela porque según ella tenía un parecido físico con la conductora de televisión. El recuerdo de la infancia cerró la idea del nuevo nombre.

 

La testigo

Cuando vivía como hombre en la casa de su madre lo primero que hizo fue comprarse una peluca y ropa de mujer. Su madre fue testigo del proceso de transformación. Un día tuvieron una discusión y le planteó que si era una molestia se iba. “Sos mi hijo y te quedás”, le respondió la madre y desde ese momento la convivencia marchó mejor.

El cambio de Canela fue gradual y desde hace tres años se hace un tratamiento hormonal. Su cuerpo se adaptó. Cambió la postura y la manera de moverse. Hoy dice que no descarta pasar por el quirófano para sumar los implantes mamarios y en un futuro cercano avanzar con la reasignación de sexo. En el documento de identidad, carné de conducir, credencial de la obra social y las tarjetas de crédito figura como Canela Grandi.

 

La docencia

A los 24 años Canela se convirtió en docente en la facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Rosario (UNR). “Di clases durante 36 años en la Facultad en las materias troncales de la carrera: Análisis Proyectual y Expresión Gráfica. Siempre trabajé en una línea que fuera fructífera para los estudiantes, es decir, trabajé desde la arquitectura orgánica sobre las condiciones de la naturaleza y la región. Lamentablemente vivimos en una sociedad capitalista, depredadora del ambiente, de las personas y de los recursos naturales. Los formé con una cabeza más amplia”, explicó Canela. En 2018 le salió la jubilación.

Años atrás Canela iba a dar clases con ropa ambigua. Usaba pantalones ajustados. Era ropa llamativa, pero no completamente femenina. “Un día me crucé con uno de mis alumnos en una proveeduría, me saludó y me dijo: «¿Por qué no te animás a ir a la facultad así vestida?»”. Se animó. Los alumnos la admiran y se adaptaron al cambio.

 

Prejuicio

Canela tuvo problemas al practicar como arquitecta. A pesar de haber construido el primer shopping en la provincia del Chaco, una de las grandes cadenas de supermercados en Santa Fe y más de 250 obras, la clientela de su empresa constructora cayó. “De la noche a la mañana desaparecieron mis clientes. De a poco empezaron a llamarme clientes nuevos. En su mayoría mujeres. Ya no tengo obras grandes. No me quejo. Me llevo muy bien con las mujeres, tengo afinidad”.

El camino de Canela para encontrar un lugar en el mundo fue lejos de la marginalidad y sin perder su esencia. Hoy sigue al lado de sus hijos y de su nieta. “Ella me cambió la vida. Es como revivir la experiencia de los hijos, pero con más tranquilidad. Con los hijos se trabaja mucho y no tenés plata. No se sabe lo que va a pasar, hay miedos y cometés errores. Con la llegada de un nieto ya sabes cómo manejarte y tenés una economía más estable. La disfrutas más”.
Canela dice que uno de sus sueños es construir un edificio de tres pisos en la parte de atrás de la casa de su infancia y donde está instalada su empresa constructora. Quiere dejarle un techo a cada uno de sus hijos.

 

A la pantalla grande

Cecilia del Valle es una directora de cine rosarina que estudió en la Universidad del Cine (FUC) de Buenos Aires. Canela, el proyecto, estuvo a cargo de Del Valle. Es un unitario de televisión que se estrenará el 21 de marzo en la sala Lavardén dentro del ciclo documental Mujeres Diversas. Ganó el premio Estímulo del Programa Espacio Santafesino. Canela, sólo vive dos veces, es un largometraje documental ganador del subsidio Quinta Vía del Incaa y está en etapa de post producción. La directora también es Del Valle: espera estrenarlo en 2018.

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