Este jueves Nación publicó la nueva reglamentación de la ley de cannabis medicinal en Argentina. Después de cuatro meses de trabajo entre organizaciones cannábicas y los ministerios de Salud y Seguridad, Alberto Fernández firmó el decreto y abrió un camino inédito para el país. Avanzó en permitir el autocultivo para quienes tengan prescripción médica, reestructuró el programa de cannabis nacional y selló la participación de las organizaciones en lo que falta definir: qué enfermedades, hasta ahora no reconocidas, serán incluidas; cuántas plantas se pueden tener; y qué circuitos públicos y privados habrá para llegar a los aceites.
Fin de año verde
A pocas horas de que Vilma Ibarra anunciara el ingreso al Congreso del proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE), el gobierno nacional avanzó con otra política de salud que también venía siendo reclamada en el país. Reglamentó de nuevo la ley N.º 27.350 de cannabis medicinal. La anterior reglamentación, firmada durante el macrismo, dejó muy pocos caminos para acceder a la planta y menos para investigar o producir.
Desde la ley, aprobada en 2017, los aceites de cannabis solo podían ser recetados en casos de epilepsia refractaria y tenían que ser importados a costo dólar. Quienes los usaban para otras enfermedades o para mejorar su calidad de vida podían plantar, pero si la Policía allanaba su casa se exponían a entre 4 y 15 años de prisión, según la actual ley de drogas.
En la investigación no les fue mejor. El programa nacional de cannabis medicinal tuvo mil pesos de presupuesto por día en 2019. Quienes estaban a cargo dijeron que les alcanzaba solo para los tubos de ensayo de un solo laboratorio.
En la producción de aceites nacionales no hubo avances en tres años. Solo Jujuy, con el gobernador macrista Gerardo Morales a la cabeza, logró armar una empresa estatal para plantar y producir. No es que faltaran proyectos para no depender del dólar y producirlo a un tercio del costo de importación. Santa Fe intentó de tres formas distintas cosechar y fabricarlo, pero fue rechazado o ignorado.
Más
La restricción y falta de aceites no detuvo a quienes los necesitaban. La demanda creció a partir de los buenos resultados clínicos, el boca a boca y el espaldarazo de activistas y profesionales a la planta. La Universidad Nacional de Rosario (UNR), que había empezado a testear preparados en 2016, triplicó la cantidad de muestras recibidas en 4 años. Las personas querían y quieren saber qué tenían los preparados para mejorar sus tratamientos y no ser víctimas de oportunistas en un mercado no regulado.
En paralelo, muchas familias de Argentina lucharon en el Poder Judicial para que les habiliten el autocultivo y los proyectos legislativos sobre cannabis medicinal brotaron en cada distrito. Hoy más de la mitad de las provincias aprobaron normativas sobre el valor terapéutico de la planta, desde una declaración de interés en un municipio hasta la creación de registro de cultivo. Entre ellas, están Rosario y la capital provincial. En el Senado aún resta que le den la media sanción definitiva a un proyecto de autoabastecimiento.
Desde todos los frentes la necesidad de una nueva reglamentación llegó hasta Nación. Este año y, aún con la pandemia, el gobierno llamó a seis organizaciones cannábicas para trabajar en la nueva normativa. De forma virtual consensuaron, pero falta mucho por definir. “Esto recién empieza”, dice a El Ciudadano, Soledad Pedrana, integrante de Aupac, una de las organizaciones dentro del Consejo Consultivo Honorario de la ley que se reunirá a fin de mes para ajustar cómo será la implementación.
Avance y resto
Según lo reglamentado este jueves, será autorizado el cultivo personal, solidario (a terceras personas) y a través de asociaciones, siempre con el visto bueno del Ministerio de Salud nacional y previa receta médica. Deberán ingresar al Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN) que deberá coordinar con los registros de cada distrito si existiesen. Meses atrás, Rosario y la capital santafesina avanzaron en la creación de los registros, pero aún se desconocen avances de cada uno.
El autocultivo no será la única forma de acceso. También podrán comprarlo en farmacias e importarlo. Si no tienen obra social, el Estado debe entregarlo gratis. “Un Estado que cultiva y permite cultivar es un Estado que empodera y da soberanía. Avanzamos en el cultivo personal, solidario, estatal, de las organizaciones y el privado. Abrió a todos”, explica Pedrana y advierte que queda resolver quiénes pueden recetar, para qué patologías o casos y cantidad y variedad de plantas. Todo eso será definido en próximas reuniones del Consejo Consultivo donde estarán, además de representantes del Estado e institutos científicos y productivos, las organizaciones Aupac, Mamá Cultiva Argentina, Ciencia Sativa Bariloche, Cannabis Medicinal Río Negro, Centro de Estudios de la Cultura Cannábica (CECCA) y Cannabis Medicinal Argentina (CAMEDA).
A la espera de la implementación, algo queda claro: sin profesionales que prescriban no habrá chance de registrarse y en Santa Fe no son mayoría. En 2018 solo 22 de las 18 mil personas matriculadas en el Colegio de Médicos de Santa Fe recetaron aceites de cannabis a través de la obra social Iapos. Del ámbito privado se desconocen datos y se espera una postura del colegio respecto a cómo actuarán con la nueva reglamentación.
Conocer y producir
Por último, la reglamentación habilita a INTA y Conicet a cultivar con fines científicos. El Instituto Nacional de Semillas (Inase) los regulará. Y Nación deberá darle prioridad a laboratorios dentro de la Agencia Nacional de Laboratorios Públicos (Anlap) para la producción regional. Hay dos en Rosario: el LEM (Laboratorio de Especialidades Medicinales SE) y el de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la UNR. El tercero en Santa Fe está en la capital, el LIF.
Cannabis: Nación está a muy poco de habilitar el cultivo personal con fines terapéuticos