A un año de testear casi 200 productos medicinales a base de marihuana la Universidad Nacional de Rosario (UNR) detectó que un 20 por ciento de las muestras que llegaron a la ciudad desde distintos puntos del país tienen una concentración muy baja. La mayoría eran hechos por cultivadores y con la información pudieron aprender cómo mejorarlos. Los investigadores advirtieron que en internet se ofrecen productos homeopáticos vendidos a dos mil pesos la botella de medio litro que son un fraude. Aún así se mostraron a favor del uso medicinal. “Si bien no se ha demostrado ningún efecto curativo de los compuestos cannábicos, la evidencia existente apoya su uso para el tratamiento de síntomas asociados a enfermedades crónicas con potencialidad discapacitante y tratamiento del dolor, con el objetivo de mejorar la calidad de vida de los pacientes”, dijeron los científicos de la UNR.
Lo que hay
Desde hace medio año en la Argentina el aceite es legal, pero aún no hay producción comercial. Los que circulan son importados o hechos por cultivadores. En septiembre de 2016 el laboratorio de la facultad donde prueban pastillas y yuyos para saber qué tienen adentro empezó a examinar productos a base de cannabis. Llegaron de la mano de las asociaciones cannábicas que ayudan a familias de chicos con epilepsia. Las evaluaron de a 30 por mes en una máquina los primeros viernes de cada mes. En el día las procesan y devuelven un informe en menos de una semana. El estudio es financiado por un proyecto de extensión de la universidad. El test define si el aceite sirve o no, si les regalaron uno hecho en casa sin efecto o si los engañaron cuando lo compraron.
Como parte de la ley santafesina que habilitó los tratamientos con cannabis medicinal la facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas se alió con el Laboratorio Industrial Farmacéutico (LIF) y definieron cómo hacer los exámenes de concentración de dos cannabinoides importantes: THC y CDB. Los investigadores dividieron las muestras según origen y calificaron cada uno según la concentración. “Hay entre un 20 por ciento de las muestras analizadas que tienen concentraciones muy bajas. El efecto depende de cada caso y la recomendación es seguir de cerca lo que dice el médico, como con cualquier medicamento”, explicó en diálogo con El Ciudadano, el decano de la facultad, Esteban Serra.
La mayoría de las muestras fueron de aceites artesanales que prepararon familiares de pacientes o cannabicultores solidarios que usan plantas para hacer aceite y distribuirlo gratis a través de las organizaciones. Como en general venían de plantas usadas con fines recreacionales tenían altas proporciones de THC. La información de los test, siempre según contaron desde la UNR, le sirvió a los cultivadores para cambiar el proceso y lograr aceites con más CBD que tiene efecto analgésico y anticonvulsionante.
Un segundo grupo de productos fueron los aceites homeopáticos que son vendidos como diluciones de extractos cannábicos y no tienen ningún compuesto de la planta. Pueden adquirirse por internet y para los investigadores son el fraude que motivó en parte el informe al que accedió este diario. Se venden a 40 mil pesos el litro.
Un tercer grupo fue el de aceites Charlotte´s Web, de los pocos autorizados para la importación y uso por obras sociales –incluida IAPOS que mantiene el tratamiento a más de 30 afiliados–, y tuvieron un alto contenido de CBD y respetaron lo que informaban los fabricantes.
Un cuarto grupo fueron los aceites comerciales de semilla de cáñamo, una variedad de la planta que tiene poco THC. Para los investigadores de UNR no tienen cantidades significativas de cannabinoides.
Un quinto grupo son los aceites también comprados por la web o por contactos informales y en general tuvieron concentraciones de cannabinoides más bajas que indicadas por los proveedores.
“El movimiento de revalorización de las propiedades de la planta de cannabis se encuentra el pleno proceso de crecimiento y consolidación. Lo demuestra la explosión internacional de compañías dedicadas al cultivo y preparación de derivados cannábicos”, señalaron en el informe al que accedió El Ciudadano.
“Se plantea una controversia sobre la libertad para preparar extractos cannábicos por parte de las asociaciones que promueven el autocultivo. Paralelamente, no parece que el gobierno nacional acepte la opción del autocultivo, ni promover seriamente la producción nacional de derivados cannábicos a escala industrial”, agregaron.
“El Estado debe intervenir en esta situación, ordenando y regulando la producción y circulación de los derivados. Las leyes nacional y provincial dan preferencia a los organismos de ciencia e investigación y a los laboratorios de producción pública para investigar, desarrollar y producirlos. Sin embargo, en las sucesivas reuniones organizadas por el gobierno nacional no han generado grandes avances y la discusión entre la posibilidad de regular a través de estándares de calidad el autocultivo e impulsar la producción pública en contraposición a la importación de productos ya industrializados parece haber empantanado el funcionamiento de las comisiones de trabajo”, concluyeron.