Con la premisa de que “la primera impresión es lo que cuenta”, el área de Economía Solidaria del municipio comenzó a capacitar a más de dos centenares de emprendedores sociales que comercializan sus productos caseros o artesanales en las nueve ferias solidarias de la ciudad: la idea, por ejemplo en el caso de los alimentos, es que además de ser “sanos”, con componentes naturales y libres de agroquímicos, aparezcan bien presentados y “lindos”.
“Renovar la estética de las propuestas comerciales” es el camino; entre otras cosas abrió una puerta para la conjunción entre dos sectores como emprendedores sociales y expertos en marketing. Decir que son disímiles sería poco: los primeros, a partir de sus propios microemprendimeintos, hicieron frente a la feroz crisis económica social y laboral de finales de los 90 y principios de la década siguiente que los tenía como víctimas directas. Los segundos, paradójicamente, fueron adquiriendo su mayor experiencia con los generalizados cambios de imagen y los desarrollos que se desataron en cadena los 90: precisamente con las privatizaciones, desregulaciones y apertura de importaciones que iban dejando fuera de combate a los otros.
Ahora una nueva oportunidad los une, y son más de 200 los emprendedores que participan de este espacio promovido desde el municipio para que se capaciten en la exhibición de sus productos.
“A lo largo del año se irá capacitando a la totalidad de los emprendedores, divididos en rubros. A través del curso se les brinda a los productores las herramientas que puedan mejorar la exhibición en las ferias. Se profundiza sobre el color, la iluminación, la manera de realzar los productos para llamar la atención de la gente”, explicó María Oscariz, quien está al frente de la iniciativa.
La publicista agregó que durante la capacitación “se introducen conceptos antes no considerados por el emprendedor”, con el objetivo de que “sientan a su espacio ferial como una vidriera en donde pueden mostrar lo que saben y les gusta hacer”.
Por caso, los feriantes deben afrontar dos problemas a la hora de la exhibición, que son contemplados en la capacitación. Por un lado, deben trabajar sobre tablones, es decir, no cuentan con anaqueles para exhibir en altura. “Sabemos que los productos se ven mejor a entre 1,50 y 1,80 metro pero el emprendedor, no sólo rosarino sino a nivel nacional, siempre exhibe a una altura menor. Entonces hay que ver cómo jugar con esto”, explicó Oscariz.
Por otro lado, a diferencia del común de los comerciantes, los emprendedores sufren el viento, que muchas veces pone en peligro la estabilidad de sus exhibidores. “Hay que usar exhibidores que no se vuelen y sean fáciles de trasladar porque no se dispone de gran logística. Tienen que ser adecuados al tipo de producto, entre otras cosas”, consideró frente a ello la experta.
Así las cosas, la iniciativa apunta a que, a partir de una exhibición adecuada, los productores puedan tentar mejor y vender más productos. “El objetivo final es aumentar los ingresos del feriante; el medio es la capacitación”, resumió la funcionaria.