Search

Capitanich: para vigilar los números y reducir el gasto

El chaqueño ya empezó a indagar en los gastos del Estado, y llamará a funcionarios para que expliquen si hay derroche.

“Contratamos un CEO”. Entre la malicia y la picardía, al rato de la jura de Jorge Capitanich, Carlos Zannini usó esa categoría empresarial y libre mercado para sintetizar en una frase el por qué de la entronización del chaqueño como “primer ministro” y para perfilar, premonitorio, la tarea que tendrá en el cargo.

El gerenciamiento de Capitanich tuvo, la semana pasada, el primer ensayo público con Fútbol para Todos. El jefe de Gabinete puso la lupa sobre el programa que el Estado costea con 1.300 millones de pesos anuales y encaró una revisión que derivará, dentro de una semana, en una charla mano a mano con Julio Grondona, cuando el mandamás de la AFA regrese de Brasil.

El viernes a la tarde, Capitanich recibió a Pablo Paladino, el coordinador general de FPT, y lo ratificó en el cargo a pesar de rumores que sugerían su remoción. Fijó, en paralelo, un puñado de metas –término fetiche del chaqueño cuando habla de gestión– para, entre otras cuestiones, evaluar las posibilidades de comercialización del fútbol argentino en el exterior.

El jefe de Gabinete encaró un análisis minucioso sobre los gastos de FPT que en la cuestión operativa –contratos, trasmisiones, personal– insume unos 300 millones al año.

Clubes

No fue casual el encuentro con Tristán Bauer, a cargo de RTA, el holding de medios del Estado. A la vez explorará la cuestión de las finanzas de los clubes que se nutren de los fondos del FPT y ascienden a 1.000 millones de pesos pero están, año tras año, sometidos a las demandas crecientes de los clubes, que piden más recursos.

El contrato entre la Casa Rosada y la AFA contempla que el gobierno pueda hacer un seguimiento y control de las cuentas de las instituciones. “Primero va a mirar los números en detalle y el funcionamiento. Después si lo considera necesario evaluará cambios”, dicen a su lado. Ayer, Capitanich recibió a Javier Cantero, el presidente de Independiente, directivo de buenos vínculos con el kirchnerismo.

El expediente FPT es una prueba piloto de un modus operandi que el jefe de Gabinete pretende sistematizar en toda la línea de gestión. Hay, de fondo, una explicación política: Capitanich, un CEO todoterreno, se pondrá a auscultar la administración que atravesó una temporada de aislamiento el último año –fueron habituales las quejas de funcionarios por no tener respuestas ni interlocutor directo–, cuestión que se agravó en el receso por enfermedad de Cristina de Kirchner.

Estilo “Coqui”

Todos los días, desde que asumió, Capitanich se reunió con la presidenta en Olivos y ejecutó reuniones con el funcionariato K que no se detuvieron ni los fines de semana a pesar de que, según cuentan sus laderos, el jefe de Gabinete trabaja 17 horas por día.

Al margen de los ítems más ásperos –en particular los económicos–, Capitanich comenzó a barrer temas que están fuera de la agenda urgente. Un caso: convocó a Jorge Coscia, el secretario de Cultura –con quien el sábado recorrió museos porteños– para tener un informe sobre las políticas y el presupuesto.

La regla general es lineal: Capitanich parece decidido a convertirse en una especie de comisario político y económico que fiscalice y vigile las cuentas de cada área. El objetivo no escrito ni voceado es aplicar medidas para reducir el gasto, un procedimiento siempre odioso.

Parar la pelota

En relación con Fútbol para Todos, por ejemplo, pidió que le arrimen un esquema de financiación que incorpore la venta de derechos de televisación del fútbol local al exterior para que los recursos no sean íntegramente aportados por el Estado.

A diferencia de Juan Manuel Abal Medina –que consultaba con la presidenta hasta una autorización a un funcionario para viajar al exterior–, Capitanich se muestra resolutivo frente a los ministros y toma decisiones, al menos operativas, sin previa consulta a Olivos.

Ese procedimiento era impensado un puñado de meses atrás y sirve como constatación de la irónica definición de Zannini sobre la condición de CEO cristinista que le dedicó al chaqueño.

En estos días Capitanich pondrá a prueba hasta dónde comparte su centralidad de “primer ministro” que le delegó la presidenta. La señal serán las citas programadas, por separado, con Mauricio Macri (mañana) y con el gobernador de Santa Fe, Antonio Bonfatti (el jueves). El jefe de Gabinete no anticipó todavía si –como hizo Cristina en encuentros anteriores– sentará a la mesa a otros ministros y funcionarios o preferirá las charlas a solas, bilaterales, con los caciques opositores.

10