El periodista y escritor Carlos Polimeni mostrará Voces, un espectáculo que se promociona como “radio, café concert, poesía, música en vivo y política”. El propio protagonista, reconocido conductor de radio en El mediodía de Del Plata y El diario del domingo por AM 1030, habla de una experiencia original donde se invita a la gente a “un programa de radio único y exclusivo” que concluye “con todos los presentes comiendo, cantando, brindando y celebrando”. La actividad, que tiene el auspicio de la Secretaría de Cultura municipal, será este sábado a las 20, en el Centro Cultural La Toma (Tucumán 1349), en el marco de los 10 años de la reapertura de la Delegación Rosario de la Asociación Argentina de Actores.
“En épocas difíciles y oscuras, sobre todo para los que pensamos diferente al actual gobierno, apuesto con este espectáculo a encontrar un ámbito donde pasarla bien y ejercer los hábitos del compañerismo”, anticipó Polimeni en un diálogo con El Ciudadano. Y resumió: “Lo que hago es hablar de la actualidad a través de grandes poetas: Rubén Darío, Pablo Neruda, Armando Tejada Gómez, Paco Urondo, Ernesto Cardenal, bajo la certeza de que todos estamos hechos de muchas voces”.
En la actualidad, se evidencia una necesidad manifiesta de información por parte de ese gran espectro de ciudadanos que no comulgan con el actual gobierno. Frente a la reducción de voces en medios masivos, algunos comunicadores, como el caso de Pedro Rosemblat (El Cadete de Roberto Navarro) y el propio Polimeni, se mudaron a los teatros. Sus propuestas se fundamentan en lo político, ya no como recurso estético sino como espacio de encuentro y comunicación, un lugar que por ahora lo admite. “Lo que hemos visto en los últimos dos años en la Argentina es un sistemático silenciamiento de voces; una reducción de los lugares donde el público puede escuchar las voces que lo representen y periodistas que no repitan los libretos del gobierno. Tanto lo que hace El Cadete como muchas otras experiencias, es intentar generar un espacio para que se escuchen otras formas de pensar”.
—La ciudadanía requiere la presencia de otras voces; lo evidencia la gran afluencia de público a estos espectáculos…
—Un porcentaje muy grande de la sociedad no está representado en las voces que se escuchan en los medios grandes y medianos. La gente demanda espacios; yo lo veo en mi vida cotidiana, en la radio y en la calle, en los lugares donde nos presentamos. Muchos terminan sorprendiéndose de escuchar a las voces que hasta hace un tiempo eran cotidianas y normales en los medios.
—¿Cómo ves en ese contexto el fenómeno del streaming, por ejemplo, lo que está haciendo Roberto Navarro?
—Creo que uno de ellos dijo “nos han empujado al futuro”. Las políticas oficiales y paraoficiales empujaron a muchos a buscar nuevas formas de comunicación. El streaming es una, y es poderosa al mismo tiempo. Es bastante evidente que la comunicación va sumando posibilidades tecnológicas que abren nuevos universos como el streaming, internet, redes sociales, teléfonos celulares. Es bueno explorarlos, pero no que se concreten ante la imposibilidad de trabajar en los medios; ante hechos que, si no son censura, se les parecen bastante. Como aquella vieja canción que cantaba (Juan Carlos) Baglietto y decía: “La censura no existe, la censura no, la censura, la…”.
—Nombrás a Baglietto y pienso en la capacidad del rock para hablarle a la gente de su tiempo en virtud de que, durante la década pasada, por ejemplo, mucho de su contenido se volcó a lugares menos comprometidos más ligados al amor y menos a lo que estaba pasando en el país. ¿Qué lugar tiene el rock para expresar el sentir urbano, lo que está pasando hoy?
—A mí me parece que, como todo movimiento musical, y en esto incluyo el tango, el folclore, el jazz, la música pop, entre otros, los movimientos aparecen, tienen una etapa de desarrollo, un período de apogeo, de éxito de masas, y después períodos de decadencia. Con todos los géneros pasa lo mismo. Desde hace muchos años, el rock está en una etapa de decadencia porque sus contradicciones explotaron como una granada en la mano. La música que expresaba movimientos contraculturales y antisistémicos se convirtió en parte de la cultura de masas, en la banda de sonido del sistema y terminó en buena parte anestesiada en todo ese proceso. El rock nació en los 50, tuvo un crecimiento explosivo en los 60, encontró su período clásico en los 70, tuvo en los 80 y 90 movimientos post clásico y de explosión, y después, lentamente, empezó a languidecer en su capacidad de confrontar, de sorprender, de cambiar. Hubo momentos en que resultó más elocuentemente diferente la música electrónica o el reggaetón que el propio rock. No me parece raro, tiene la misma normalidad que llevó al tango a ser una cosa en los años 30 y otra en los 90. Y lo mismo con el folclore, el jazz o el blues. Lo que pasa que el rock en Argentina tuvo tanta importancia en algunas épocas que a veces genera un poco de desilusión ver el modo en que se pinchó o fue pinchado.
—El terreno actual ¿puede propiciar su encauzamiento?
—Puede ser; habrá que ver. Yo creo que en épocas de crisis económicas, políticas y sociales, el rock encuentra un terreno más fértil que en épocas contrarias. Lo escribí en un libro hace tiempo: “El rock es la música de la disconformidad de la gente que vive en las grandes ciudades”. Cuando vivís en una ciudad repleta de cemento, superpoblada, donde suenan sirenas a la noche y la gente va rápido, lo que te sale es enchufar una guitarra eléctrica, ponerla a distorsionar y hacer una música que refleje esa dinámica. El rock es una música dura, de reacción ante las sociedades y, por ende, está destinada no a cantarle al sueño americano sino a las miserias de ese sueño americano.
LIBRO SOBRE ROCK
En el El día que Charly saltó, libro que saldrá a la venta este fin de semana en todo el país, Carlos Polimeni comparte historias jamás reveladas sobre Gustavo Cerati, Charly García, Luis Alberto Spinetta, Fito Páez y varios músicos más. “Cuento por primera vez anécdotas y situaciones que en su momento preferí preservar y hoy tienen otra trascendencia. Espero que ayuden a comprender la psicología de un grupo de grandes artistas de la cultura contemporánea argentina”, escribe Polimeni acerca de su libro.