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Carlos Saúl Menem, un admirador de la farándula local y las estrellas internacionales

El fallecido senador y ex presidente argentino sintió admiración por las celebrities, tanto antes como durante y después de haber sido presidente de la Nación. Es corriente encontrar fotografías suyas en viejos archivos rodeado de figuras de todos los ámbitos, a nivel nacional y del mundo

El fallecido Carlos Saúl Menem sintió tanta admiración por la farándula, tanto antes como durante y después de haber sido presidente de la Nación, y es corriente encontrar fotografías suyas en viejos archivos en las que se lo puede ver rodeado de figuras de todos los ámbitos, incluso a nivel nacional e internacional.

Menem no se privó de charlas con Charly García y el ex automovilista alemán Michael Schumacher

 

Allí se lo ve sonreír feliz junto a los Rolling Stones, los locales Charly García y Diego Maradona y, sobre todo al lado de Madonna, cuando en 1996 le prestó el histórico y emblemático balcón de la Casa Rosada para la filmación de la película musical Evita; una postal en la que posan también Antonio Banderas, Jonathan Pryce y el director Alan Parker.

La actriz Michelle Pfeiffer, que había coqueteado para ese papel de Evita, también fue recibida por el jefe de Estado.

Carismático, entrador y ajeno a cualquier límite protocolar, el expresidente Carlos Menem, quien falleció este domingo a los 90 años, se sentía cómodo rodeado de las estrellas del espectáculo y no lo ocultaba, como lo prueban sus promocionadas reuniones con los Rolling Stones, Madonna o Michael Jackson.

Su debilidad por los flashes y las tapas de revista y su devoción por los artistas populares era manifiesta, con la famosa visita de Mick Jagger y compañía a la Quinta de Olivos durante la noche del 9 de febrero de 1995 como el mejor de los ejemplos.

Poco se conocía de los gustos musicales de Menem. De hecho, con la excepción de su cercanía con Ramón Palito Ortega y Ricky Maravilla, el exgobernador riojano mostraba más afinidad por el mundo del modelaje o del teatro de revista que por el de la melodía y el ritmo.

Sin embargo, conocedor de las masas y de cómo ocupar las tapas de los diarios alejando los temas políticos y económicos que aquejaban al país, aprovechó la oportunidad para abrirle las puertas a Jagger, Keith Richards, Ron Wood y Charlie Watts -acompañados por el embajador británico en la Argentina, Peter Hall- para una reunión informal de una hora.

«Los «Stones» arribaron a la residencia presidencial de Olivos a las 19.15 en tres camionetas blancas, y en los jardines fueron recibidos por el presidente, quien saludó efusivamente a los músicos ante medio centenar de fotógrafos», indicó un cable de aquellos días de la agencia Télam sobre el inicio del encuentro.

El mandatario había conseguido que los músicos ingleses lo visitaran en una pausa en su serie de cinco recitales en la cancha de River Plate.

Las fotos de la época lo muestran a Menem exultante, con una sonrisa blanquísima y un bronceado encendido, mucho más acentuado en contraste con su traje de saco y pantalones amarillos.

El menú pasó a la historia como un clásico de los 90 y como una síntesis de la cultura menemista: pizza, empanadas y champagne.

Según voceros presidenciales, el diálogo entre los músicos y el titular del Ejecutivo fue muy animado y giró alrededor de distintos temas, como el fútbol y los recitales que la mítica banda estaba llevando a cabo en la Argentina.

Se trataba de la primera visita de las leyendas del rock and roll, en una avalancha de artistas que, aprovechando el cambio 1 Peso = 1 Dólar, desembarcaban como una invasión: Jon Bon Jovi, Aerosmith, Madonna, Guns & Roses y hasta Michael Jackson pasaron por el estadio de River, tras años en los que las grandes bandas esquivaban el país.

«Ustedes cantan muy bien, pero yo no sé ni cantar debajo de la lluvia», deslizó Menem, quien se declaró ferviente admirador del grupo inglés en aquel encuentro.

Dos años antes, el 7 de octubre de 1993, Menem había dado otro zarpazo mediático y de ejercicio de su «cholulismo»: en la Casa Rosada recibió a Michael Jackson, quien había hecho escala para su Dangerous Tour, en medio de las primeras denuncias por abuso sexual de menores en su contra.

Sin embargo, este encuentro contó con menos glamour. Acompañado por un ejército de guardaespaldas, el cantante y compositor atravesó el Patio de las Palmeras, se reunió con el presidente y su hija, Zulema, intercambiaron regalos -foto de por medio- y a los cuatro minutos, según las crónicas de la época, abandonó Balcarce 50.

Pese al escaso tiempo de reunión, Menem conseguía, otra vez, ubicarse en la tapa de los diarios acompañado de las «celebrities».

Con Madonna la historia fue otra, pero también supo sacar rédito de la fama de la ícono del pop. En 1996 se reunió con ella y Jonathan Pryce, quienes estaban en Argentina para filmar Evita, la película de Alan Parker.

Si bien el presidente se había negado en varias oportunidades al encuentro y a darle facilidades para el rodaje, por considerar al film como una herejía a la memoria de Eva Duarte, terminó claudicando ante Hollywood y el cartel de la estrella de la música. No sólo le dio la Casa Rosada a la cantante, sino que, según la propia Madonna dijo en una entrevista, cuando le pidió filmar en el balcón, Menem le contestó: «Todo es posible».

Como en su casa

Menem también supo cosechar amistad con el periodista político más influyente de la época, Bernardo Neustadt, y se sentía como en casa en su programa Tiempo Nuevo, que frenaba el país con cada una de las emisiones y en los distintos canales en los que se emitió entre 1966 y 1997.

No sólo era un invitado habitual que manejaba los tiempos de la emisión, sino que supo encabezar un brindis de Navidad y hasta se dio el gusto de comandar el envío, acompañado por Susana Giménez, cuando Neustadt estuvo internado por problemas de salud en 1993.

Es que, más allá de las valoraciones sobre su gestión de una década al frente del Poder Ejecutivo Nacional (1989-1999), su carisma le permitía desenvolverse con una soltura y desparpajo que, cosechara amores u odios, los medios igual le celebraban; a nadie dejaba indiferente.

Su presencia en las mesas de Mirtha Legrand o el living televisivo de Susana Giménez, las tapas de «los personajes del año» de la revista Gente, así como su participación en partidos amistosos con la selecciones argentinas de fútbol -con Maradona como compañero- o de básquet, ambos en 1989, son sólo algunos de los ejemplos que dan cuenta de su deseo de pertenecer al mundillo de las figuras del espectáculo y del deporte.

Susana Giménez, Moria Casán y Cecilia Bolocco (su última esposa)

 

La vedette y conductora Moria Casán relató que a pedido suyo organizaba cenas por fuera del protocolo con otras artistas de teatro de revista, modelos y empresarios del rubro.

«Me llamaba para que le organice cenas en la quinta de Olivos y llevaba todo tipo de gente: Ethel Rojo y su marido, Adriana Salgueiro, entre otros. Eran cenas súper amables, relajadas, hablábamos de todo», contó Moria este mismo año en televisión.

También con mujeres de la farándula cultivó su perfil seductor, con certezas y rumores sobre romances con numerosas celebridades, entre ellas la brasileña Xuxa y Susana Giménez. Entre otros nombres, la actriz Noemí Alan confesó en el programa Intrusos en el espectáculo un romance con el riojano, y otras que admitieron haber estado con él fueron Graciela Alfano y Alejandra Pradón.

Otros amores fueron menos resonantes, como el noviazgo que tuvo con Ana María Luján, su primera novia; Nora Alí, a quien nombró asesora presidencial, o la ya fallecida Marta Meza, luego diputada, a quien conoció cuando estuvo preso en Formosa en 1976 y lo hizo padre de Carlos Nair.

Fue famoso su casamiento con la chilena Cecilia Bolocco –ex Miss Universo 1987 y 34 años menor que él-, que significó un doloroso distanciamiento decidido por su hija Zulemita, quien había oficiado de «primera dama» tras la separación del mandatario de su primera esposa, Zulema Yoma.

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