Triunfazo leproso. Justo por el coraje de Heinze cuando no se resignó al empate cuando quedó con uno menos, por las ganas de ganar de todos, por la intensidad del equipo para recuperar el balón y por no resignarse con poco. Fue 2 a 0 a pesar de jugar mucho tiempo con unos menos. Fue una muestra de caracter para empezar a creer.
Al igual que el choque ante Vélez, Newell’s fue intenso en la marca y eso le dio mucho tiempo la pelota. Pero una vez más le costó transformar esa poseción en acciones de gol. Apenas un remate de Ferreira que Cambeses manoteó al córner pudo computarse como chance clara de anotar en los primeros 45 minutos, muy poco.
El ingreso de Ferreira desde el inicio le dio más juego a la Lepra. El volante se animó, pidió la pelota incluso con marca encima, y generó algunas faltas cerca del área rival. Le faltó poner algún pase entrelíneas, aunque ahí hubo responsabilidad de los atacantes, que pocas veces se movieron para buscar una recepción en ventaja. Jonathan Menéndez insinuó más que un apagado Sordo, y el paraguayo Recalde mostró entusiasmo y algunos movimientos interesantes, pero lejos del arco rival.
El déficit fue el mismo de otros partidos, no generar acciones de gol.
Si el partido tenía dificultades para Newell’s, una doble brutalidad de Ditta dejó al equipo con uno menos. Y cambió la fórmula de juego para ambos. Banfield tuvo que salir de su zona de confort, obligado a atacar. Y la Lepra se paró de contra.
Sorpresivamente, Sordo encontró más espacio en inferioridad numérica. Y Newell’s tuvo una chance clara, pero Recalde no pudo acomodar bien el cuerpo en una mediavuelta y un defensor rival lo anticipó, jugada que mereció revisión de VAR, aunque no fue penal.
El cansancio de Ferreira, de gran pertido, obligó al cambio. Y ahí Heinze apostó fuerte y riesgoso: adentro Pablo Pérez por el incansable Gómez, y Brian Aguirre, para quedar con un dibujo 4-2-3.
Y ese coraje del Gringo tuvo su premio. Banfield cometió otra infracción cerca del área, y el centro bien ejecutado por Sordo encontró un perfecto cabezazo de Velázquez a la red. Con uno menos, la Lepra se puso arriba. Hubo que aguantar el sofocón de un par de centros, pero el coraje leproso pudo más.
Mosquera anticipó en defensa e inició una corrida como si el partido recién arrancara. El colombiano se asoció con Aguirre y dentro del área definió con ADN de nueve. Y el festejo fue interminable, merecido y lleno de delirio tribunero. El Newell’s de Heinze empezó a dejar su sello.