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Carta al presidente del Ente Nacional de Control y gestión de la vía navegable

La reciente visita del presidente del Ente que debería controlar la explotación de las vías navegables del río Paraná a la Bolsa de Comercio de Rosario, motivó un escrito del autor del libro “Argentina sangra por las barrancas del río Paraná” donde cuestiona la ambigüedad del organismo

Luciano Orellano

¡En el interés del pueblo argentino y de nuestra patria herida!

Sr. Ariel Sjarchuk:

Sin prejuicios, y a modo de contribución, esta carta nace en respuesta a sus declaraciones a medios de Rosario, en el marco de su visita el pasado miércoles 9 de marzo y la posterior publicación del Decreto 120/2022. Esta carta es hija del ininterrumpido trabajo que venimos realizando “patriotas” de los pueblos del litoral desde hace ya muchos años, quienes peleamos por la “recuperación” soberana de nuestro “río Paraná” ante una oportunidad histórica. El mismo río Paraná al que usted reiteradamente en sus declaraciones, continúa mal llamando “hidrovía”.

Es fundamental recordarle que el nombre “hidrovía” nos duele hasta el alma, porque ese nombre  es hijo de la entrega menemista y de la empresa belga Jan de Nul, que lleva 26 años de impunidad sobre nuestro río. En este contexto histórico, esto es toda una toma de posición de su parte, que nada tiene que ver con un camino “soberano”.

A los esclavos sus “amos” les cambiaban los nombres, a los pueblos originarios los rebautizaban sus “conquistadores”.

No aceptamos ningún cambio de nombre: se llama río Paraná, que en guaraní significa “pariente del mar”.

Lo que usted llama “hidrovía” es nuestro querido “río Paraná”: una unidad hídrica de carácter estratégico de 4.880 km y más de 17 mil km de afluentes.

Es parte de la cuenca del Plata: una unidad territorial, productiva, hídrica, demográfica, comercial, de comunicación y navegación fluvial, y de recursos que parecen “infinitos” pero que no lo son; que cubre un área de 3.170.000 km2, siendo la región de América del Sur equivalente al 17% de su superficie que drena hacia el Río de La Plata. Se encuentra entre las cinco cuencas más grandes del mundo, detrás del Amazonas, Congo, Nilo, y Misisipi. Esta cuenca abarca territorios de cinco países: Brasil, Bolivia, Paraguay, Argentina y Uruguay.

Le recuerdo, y no subestime, que no solo es una vía de comunicación fluvial, sino que en estas tierras ribereñas hay asentamientos milenarios de pueblos, de tradiciones emancipadoras.

Aquí se “plantó” la bandera en 1812 bajo el mando de Manuel Belgrano; aquí derrotamos a los españoles en el Campo de la Gloria en San Lorenzo, dirigidos por el General San Martín; aquí se declaró la primera Independencia de los Pueblos Libres en 1815 en el Arroyo de La China, liderada por José Gervasio Artigas; aquí derrotamos a la flota anglo-francesa, la más poderosa del mundo, en Punta Quebracho en 1846.

No somos “esclavos” ni reconocemos “amos” que nos cambien el nombre.

Respecto a sus dichos sobre la Bolsa de Comercio de Rosario, usted manifiesta: “La Bolsa de Rosario nos atendió muy bien. Gente muy profesional y bien intencionada que tienen mucho por aportar. Nos ofrecieron un lugar para funcionar, pero nos pareció mejor –acorde a todas las sensibilidades que hay en torno a la hidrovía–  buscar un lugar propio”.

Del profesionalismo no caben dudas… Pero al servicio de quiénes ¡sí!

Cabe recordar sobre esta entidad, que usted elogia como “gente muy profesional”… “bien intencionada”… que tienen “mucho por aportar”, que los argentinos y santafesinos somos testigos de que a través de esa institución (BCR), su expresidente Alberto Padoán, de la empresa Vicentín (asociada a la anglo-suiza Glencore) cometió la mayor estafa a los argentinos y a los chacareros, a través del Banco Nación. Una “impune” estafa millonaria.

Le recomiendo la lectura del libro “Vicentín” del diputado santafesino Carlos Del Frade que lo puede ilustrar en esta materia, un hombre de autoridad moral que no para de hacer “docencia patriótica”.

Los rosarinos somos testigos de cómo funcionarios de todos los niveles, incluyendo gobernadores, repiten como “loros” y obscenamente las “bondades” del modelo y rinden exámenes frente a las autoridades de la Bolsa de Comercio. Esperamos que no sea su caso, porque la Bolsa de Comercio es una entidad que es un eje económico, financiero, parasitario, que cristaliza la renta terrateniente, y está directamente asociada a la “timba financiera”. Es el órgano, no el único, más importante que tienen la oligarquía, el imperialismo, y la burguesía intermediaria en la ciudad. Y como si esto fuera poco, es una usina ideológica que se nos presenta permanentemente como productivista, desarrollista, para sostener un modelo por el que todos los años batimos los récords de crecimiento, desarrollo, innovación, inversión, exportación, pero que lejos de igualar, desiguala: ¡cosechas récord y pobreza récord!

No se trata por lo tanto de “sensibilidades” sino de “intereses”.

Se le hace a usted una pregunta clave sobre  “¿cómo será el nuevo modelo? ¿Se volverá al esquema de concesión de los 90 (a uno o varios operadores privados) o se mantendrá el control estatal (como tiene ahora la AGP que licita a privados las obras y los servicios?”.

Usted responde que “todavía no está definido. Y esa será la primera definición que tendrá el ente”.

Me parece importante que usted diga que lo privado y lo público “es un tema a definir”, porque como ha dicho el gran escritor y periodista  Mempo Giardinelli “entregar el Paraná es como entregar Malvinas”.

Esta definición determina el rumbo.

El Foro por la Recuperación del Paraná ha hecho un documental titulado Recuperemos el Paraná. Recuperemos nuestra flota (ver en youtube), que en tan solo 23 minutos lo alumbrará sobre el patrimonio oculto de los argentinos: flota, muelles, astilleros para reparar, fabricar, acondicionar, y sobre todo le damos a conocer que sobran los recursos humanos y económicos.

Si tomamos integralmente lo que gasta la Argentina en dragar sus ríos, 400 millones de dólares por año, en un año podemos renovar toda nuestra flota. Y, como usted bien dice, garantizar mayor tecnología y eficiencia, y reducir la tarifa.

Los argentinos tenemos flota, tenemos muelles, tenemos 123 años (desde el año 1898) de conocimiento técnico y profesional. Le comento que el capitán fluvial dragador Feliciano Ramos, de 48 años de experiencia, lo puede ilustrar en esta materia.

Nadie conoce mejor nuestros ríos que nosotros. Claro que para esto es urgente la  derogación del Decreto 949, de clara matriz menemista, para cambiar el rumbo, ya que este decreto mantiene, a través del sistema de licitaciones de los servicios públicos, la  concesión y el peaje en manos privadas, fundamentalmente extranjeras.

Al momento de escribir estas líneas se ha dado a conocer el Decreto 120/2022 que reglamenta al Ente Nacional de Control y Gestión de la Vía Navegable, que usted dirige.

Para clarificar las ideas, se desprende del mismo que al ratificar los Decretos 949/20 y 556/21, este Ente no es más que un órgano, de carácter no vinculante, creado con el objetivo de legitimar una nueva entrega, disfrazado de ”democratización”. Esto implica que “escuchamos todo” pero, al no ser vinculante, “hacemos lo que yo digo”.

Como viene sucediendo, por un lado no renovamos la concesión, lo cual es un triunfo parcial de un movimiento que atraviesa todo nuestro litoral marítimo y fluvial, donde va naciendo una nueva conciencia soberana de los pueblos para la emancipación. Pero luego y a contramano, hacen una contratación directa por 90 días y después por 180 días (lo que se lama “licitación corta”), donde los que “salen por la puerta, entran por la ventana”, y a través de la misma “cambiaron algo para no cambiar nada”. Cabe como ejemplo compañía Jan De Nul (belga): se cambió de nombre y se disfraza bajo la denominación “Compañía Sudamericana”.

Este Ente, ¿viene a hacer efectiva la entrega por 20…30 años?

En caso afirmativo, si hay un Ente y un organismo para la entrega, la claudicación y el colonialismo, habrá entonces un Ente opuesto verdaderamente patriótico, soberano, plural, democrático, que no se pondrá en funciones ni en la BCR, ni a dos cuadras de esta.

Nuestro Ente tendrá su sede junto a Manuel Belgrano y los ex combatientes de Malvinas, en el Monumento Nacional a la Bandera, esa será nuestra sede: verdaderamente representativa de los pueblos libres del litoral fluvial y marítimo. ¡Patria sí! ¡Colonia no!

Señor Ariel Sjarchuk, lo que hago extensivo al Sr. gobernador Omar Perotti y al  Sr. presidente Alberto Fernández, les decimos: ¡Ni belgas, ni chinos, ni daneses, etc…!  ¡ARGENTINOS!

Brevemente, por una cuestión de extensión, no quiero dejar de hacerle algunas menciones muy importantes: es urgente y necesaria la ejecución del canal Magdalena, postergada como parte de los recortes y ajustes que se negocian con el FMI, que quedó excluido y sin partida adjudicada para su ejecución, lo que asegura la continuidad de la “llave” del río Paraná a potencias que están bajo la órbita de la OTAN, en este país que tiene parte de su territorio ocupado por el imperialismo inglés. Es una obra imprescindible para dejar de estar presos en nuestras propias aguas e incomunicados entre nuestro litoral fluvial y nuestro litoral marítimo. Nos parece bien que se mantengan canales troncales que tengan salida por Uruguay, pero es inadmisible que sea la única. Los argentinos tenemos derecho a un trazo soberano de salida al litoral marítimo por nuestras aguas.

También Ud. Sr. Sjarchuk,  ha hecho mención a que estaríamos bajo la normativa ambiental internacional ISO 37.101: ¿¿Nos están tomando el pelo??

Todos pudimos ver cómo, con toda impunidad y sin ningún estudio de impacto ambiental, en Ramallo querían cambiar el trazo arruinando sus costas y el patrimonio cultural de la localidad, para ahorrarse unos kilómetros, lo que fue frenado por la lucha ejemplar de los vecinos.

Ponemos también a su disposición nuestro trabajo realizado a través del Instituto Soberanía, presidido por nuestra compañera Marianela Scocco, denominado “Los 100 caños, enemigos ocultos del Paraná” (Informe documental, ver en youtube).

Además, Ud. habla de crear organismos anticorrupción: «Vamos a certificar ISO 7001 que es la norma internacional anticorrupción”.

Llama la atención que los organismos correspondientes como  AFIP, Aduana, DGI, junto con los exportadores  (en su mayoría empresas extranjeras y verdaderos enclaves coloniales), todos los años les roban a los argentinos un tercio de sus cosechas que pasan en negro.

De nuestro libro Argentina sangra por las barrancas del río Paraná (descargar online), le recomiendo la lectura del Capítulo XII, titulado “Planificación tributaria nociva del saqueo”, donde se describe la maquinaria de evasión fiscal y tributaria, la gran estafa a los productores y al Estado con las llamadas retenciones, los descontroles aduaneros, los famosos llamados “precios de transferencia”, qué son los “paraísos fiscales”. Allí contamos cómo nos roban un tercio de las cosechas a los argentinos.

Es el momento preciso para deslindar campos con aquellos que no son más que gerentes y administradores de la dependencia y el colonialismo, y separar la paja del trigo con aquellos que hacen como el tero: cacarean en un lado y ponen los huevos en otro. Sectores de apariencia “progresista” que se disfrazan de la celeste y blanca, que nos llenan de palabras y terminan claudicando, como pudimos ver en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación en los últimos días. Decimos esto con mucho dolor, más aun cuando se quiere volver a amarrar a la Argentina al FMI, reconociendo deudas ilegítimas y fraudulentas, que quiebran el espinazo de la soberanía y toda posibilidad de autonomía. La deuda externa es un mecanismo de estrangulamiento y sometimiento para los pueblos.

Señores, siempre se está a tiempo de volcar la posición en la defensa del pueblo y de la Patria.

Es oportuno traer el legado de Don Atahualpa Yupanqui:

“Pa’ que cambiaran las cosas

busqué rumbo y me perdí;

al tiempo, cuenta me di

y agarré por buen camino.

¡Antes que nada, argentino;

y a mi bandera seguí…”

O se está con Lucio Mansilla, emblema de la defensa de la soberanía nacional en la Guerra del Paraná, o se está arriba de los barcos enemigos como sucedió en la Vuelta de Obligado. Citando a Manuel Belgrano: “Ni amo viejo, ni amo nuevo, ¡ningún amo!”.

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