Por Mariángeles Guerrero / Especial para El Ciudadano
Mónica Crespo vive en Rosario y hace 21 años que es recolectora y recicladora, como otras 3.000 personas que trabajan en ese rubro en la ciudad. Los cartoneros, como se les conoce popularmente, son quienes se ocupan de reciclar elementos reutilizables, evitar la proliferación de microbasurales y contribuir a la higiene urbana. Sin embargo, la situación del sector es crítica, debido a la baja del precio del cartón y de otros materiales. “Antes, al compañero le alcanzaba para pagar sus deudas y para llevar la comida a la casa. Hoy, trabajando la misma cantidad de horas, ya no puede hacerlo”, señala la trabajadora.
Crespo explica que la situación es “mala en todos los aspectos”. “Cada vez hay menos consumo y la gente puede reciclar menos”, señala. A la baja del consumo, se le suma la política de promoción de la importación de insumos, que perjudica a quienes recolectan esos materiales como cartón, plástico y papel en el país. Hoy el cartón se está pagando a 60 pesos el kilo: hace apenas unos meses, costaba 200 pesos.
Se estima que, en Argentina, 200.000 personas trabajan en el rubro. De ese total, 18.000 están organizadas en la Federación Argentina de Cartoneros, Carreros y Recicladores (FACCyR), que a su vez es parte de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP). Trabajan en 145 unidades productivas de todo el país.
En Rosario hay más de 3000 cartoneros, “pero hoy hay muchos más debido a los despidos”, dice Crespo. Y agrega: “Se están chocando los carritos en la calle, tratando de juntar algo para reciclar, para poder subsistir en el día a día”.
“Hoy en un día, un cartonero, andando 8 o 9 horas, caminando por todos lados, puede sacar 3.000 pesos. Si ese cartonero tiene hijos, ¿cómo les da de comer, con el precio que tienen el pan, la carne, la leche?”, se pregunta.
Verónica Luna es la presidenta de la cooperativa Reciclando Sueños de la ciudad de Santa Fe. La empresa funciona desde hace tres años y nuclea a 250 familias que dependen de la actividad. Sobre la situación actual, alude a las mismas causas: “La industria está comprando afuera el material, eso es lo que nos está perjudicando. A ellos comprar afuera les sale más barato”.
La trabajadora cuenta que, hace apenas unos meses, les pagaban 250 pesos por cada kilo de cartón. Pero ahora, sólo les pagan 120 pesos. El kilo de papel mezcla, en tanto, estaba a 200 pesos; hoy sale 70.
Con esos números, no alcanza para pagar los alquileres del lugar físico donde trabajan. Reciclando Sueños alquila un galpón ubicado en San Juan 1250, en el sur de la capital provincial. El alquiler de ese lugar cuesta 900.000 pesos; hace apenas tres meses, salía 400.000. Allí se reúne el material recolectado, se clasifica, se pesa y se embala. Hasta hoy, los trabajadores pagaban el alquiler con aportes de cada uno, pero actualmente sostener ese esquema ya no es posible.
“Este mes lamentablemente no lo pudimos pagar, porque nos quedamos con la cuenta en cero”, cuenta Luna. Y agrega que también tienen materiales en stock, porque no pueden pagar el transporte.
En Rosario, el galpón donde trabaja Crespo queda en Ovidio Lagos al 4011, en el barrio Itatí. Allí procuran agregar valor a lo recolectado en la calle: lo procesan y lo entregan limpio a la industria. Pero el alquiler también se vuelve impagable: hoy asciende a 1.200.000.
Crespo reflexiona: “Esta actividad se creó en el 2001, cuando quienes habíamos tenido un trabajo seguro empezamos a cartonear. Y hoy estamos en la misma situación o peor. Hay gente con 20 o 30 años de servicio que está siendo despedida, que se les cierran las fuentes de trabajo. ¿Adónde van esas familias?”.
“Los hospitales públicos y las salitas ya no dan más, hay muchos negocios que están cerrando. Está pasando algo muy malo en un país donde pocos disfrutan y muchos sufren. Nosotros tuvimos que hacer un merendero y el día que no puede funcionar porque nos falta algo para cocinar, la gente del barrio se desespera porque no tiene otro lugar, para tener aunque sea un plato de comida caliente”, grafica.
Reunión con el gobierno provincial
La semana pasada, cooperativas de Rosario, Villa Constitución y Casilda viajaron a Santa Fe para visibilizar su situación y pedir políticas concretas por parte del Ministerio de Ambiente y Cambio Climático, con quienes ya se reunieron en marzo y en mayo pasados.
En esta oportunidad, fueron recibidos por Cecilia Álvarez —Directora Provincial de Gestión de Residuos y Economía Circular— y Juan Martín —Subsecretario de Gestión de Residuos y Economía Circular de la Secretaría de Ambiente, dependiente de ese Ministerio—. “La respuesta fue que ellos se iban a reunir la semana que viene con el área de Ambiente de los municipios y después nos iban a dar una respuesta”, relata Luna.
Crespo cuenta que, en este contexto, mantienen el diálogo con la Municipalidad de Rosario y con la Provincia. “Tienen predisposición, pero la plata no está”, puntualiza. “Lo único que sabemos es que tienen voluntad, pero con voluntad no se come, con voluntad no se paga el alquiler, con voluntad no se sigue reciclando”, lamenta.
Luna relata, en el mismo sentido: “Le dijimos a estas personas que ellos tienen un plato de comida caliente todos los días para mantener a su familia, pero un cartonero no lo tiene. Hay familias que se están acercando a los comedores comunitarios a buscar un plato de comida porque ya no les alcanza, y no comen para darle a sus hijos”.
El Ciudadano se contactó con el Ministerio y desde esa cartera señalaron: “La posición del Ministerio respecto a este tema, es que nosotros trabajamos con Municipios y Comunas respecto al tema residuos, y son estos los que tienen la facultad de trabajar coordinadamente con los recolectores. Nos parece que es un trabajo que está bien, pero no es algo que nos corresponde a nosotros. Por otro lado, existen trabajadores de distintos puntos de la provincia, de distintas organizaciones y no sería justo trabajar con algunos sí o con otros no”.
El reciclado, en peligro
En Rosario, las cooperativas que integran el Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) y la FACCyR hacen acciones de reciclado con inclusión social. Entre sus integrantes hay promotoras ambientales, que pasan por los domicilios comentando las bondades del reciclaje e invitando a las familias a sumarse a esta práctica.
Entre esos beneficios, se cuenta: evitar la contaminación y el desmonte; dejar de enterrar sustancias como nylon o plástico, que demoran muchos años en degradarse; evitar la proliferación de microbasurales a cielo abierto y disminuir el aumento en la emisión de dióxido de carbono y el empeoramiento del cambio climático.
Desde la FACCyR, en conjunto con organizaciones socioambientales como el Centro de Protección a la Naturaleza (Cepronat), Taller Ecologista y Tramatierra, denuncian que la actividad de reciclaje está en peligro por las políticas tomadas por el gobierno de Javier Milei. Al respecto, enumeran:
- La paralización de las obras, financiadas por el Banco Internacional de Desarrollo, para cerrar basurales a cielo abierto.
- La disolución del Ministerio de Ambiente, que atenta contra el cumplimiento de la legislación nacional e internacional en materia ambiental.
- La disolución del Ministerio de Desarrollo Social y del programa Argentina Recicla, que impulsaba el reciclado con inclusión de cartoneros y cartoneras de todo el país.
“Mientras el mundo avanza hacia la Economía Circular, Argentina retrocede, destruyendo en pocos meses lo construido en 20 años. Esto no sólo afecta a los recicladores, sino que también empuja a miles de jóvenes a la miseria, aumentando el riesgo de que el narcotráfico se multiplique en las barriadas populares”, advierten.