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Casa precaria sin cerradura en barrio olvidado: dos mujeres ejecutadas frente a cuatro pequeños

Dos habitaciones, una con cocina y una cama, otra como dormitorio de los pequeños, hijos de la dueña. Una vivienda tan chica, que el fiscal admitió que a priori no se podía determinar si las dos víctimas –Magalí, de 19 años, y Carla, de 33– se resistieron o no al ataque

El doble crimen en barrio Nuevo Alberdi, humilde enclave del norte de Rosario, cerró una semana de sangre en la ciudad, poco después del asesinato de una joven en Empalme Graneros. Magalí Páiz tenía apenas 19 años y hacía poco se había ido a vivir a la precaria vivienda en la que su amiga Carla Cabaña, de 33, se las arreglaba para compartir un mínimo espacio con sus cuatro pequeños hijos. Poco después de las 6 de este viernes, se escucharon dos disparos, hubo llamados al 911 y la Policía encontró a las dos mujeres asesinadas dentro de la casa, en Luzarriaga al 2400. Les habían disparado un tiro en la cabeza a cada una.

Unos 500 metros al oeste de avenida Circunvalación, casi en la intersección con calle Baigorria al 3400. Allí fue el doble crimen. La vivienda, de la mayor de las víctimas, ni siquiera tenía cerradura. Eso respondió el fiscal de Homicidios Dolosos Patricio Saldutti cuando le preguntaron si el asesino había forzado aberturas para atacar a las dos víctimas. Una pregunta para otra parte de la ciudad, no para esa zona de Nuevo Alberdi donde hasta hablar de ciudad parece exagerado.

«Colaboraba dos días por semana con un comedor comunitario que está a pocas cuadras, servía la leche a los niños», intentó Camila contar algo en medio del dolor a los periodistas que se acercaron a cubrir el doble asesinato. Hablaba de Magalí, su hermana. «Hacía una semana que vivía en lo de la amiga. Antes vivía a la vuelta, en casa de la suegra», siguió.

«Yo siempre la quería llevar a vivir conmigo para que se vaya del barrio», lamentó. Con otras palabras, describió lo que pasa en Rosario: en muchas zonas, las más alejadas de los bulevares, las más carentes de servicios mínimos, la vida no vale nada.

«Magalí no tenía hijos», explicó Camila. La amiga de su hermana sí, cuatro, de entre 2 y 12 años. Y estaban en la vivienda donde asesinaron a su madre y a la amiga que alojaba. Lo que escucharon los vecinos después de las dos detonaciones, fue el llanto de los chicos. Los médicos establecieron que el cuerpo de Magalí y de Carla presentaban un balazo en la cabeza cada uno. La Policía recogió de la vivienda sólo dos vainas servidas calibre 9 milímetros: dos ejecuciones. «Un hecho violento, dirigido y directo, contra dos mujeres desamparadas en un contexto de vulnerabilidad clara», describió el fiscal Saldutti para graficar su decisión de que la pesquisa se lleve bajo el protocolo de femicidio.

Tan pequeña es la vivienda donde convivían las dos víctimas y los cuatro menores, que el funcionario judicial admitió que no se podía determinar a priori si las mujeres se resistieron o no al ataque. Una habitación que oficia de cocina y tiene una cama, y otra más chica como dormitorio de los niños, la describió.

Respecto a las versiones de allegados a la menor de las víctima que contaron que hablaron de una pelea con su pareja, Saldutti indicó «que se investigan las relaciones personales de cada una de las víctimas» y añadió que se busca «al novio de una de las mujeres para ver qué datos puede aportar».

La autopsia de Magalí y Carla se hará bajo el protocolo de femicidio en el Instituto Médico Legal (IML) mientras que los pequeños hijos de la mayor de las víctimas fueron trasladados a la oficina del Ministerio Público de la Acusación (MPA) para ser entrevistados por un equipo interdisciplinario, cerró el fiscal desde la escena del doble crimen.

Con los asesinatos de las tres mujeres, ascienden a 210 los homicidios cometidos en lo que va del año en el Departamento Rosario y 15 en lo que va del mes de septiembre, según los datos oficiales del Observatorio de Seguridad Pública del Ministerio de Seguridad de la provincia.

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