El carpintero Néstor Altamirano, uno de los detenidos por el crimen de Candela Rodríguez, reclamará mañana su libertad en base a una prueba de ADN que se hizo en su domicilio y que determinó que la niña no habría estado allí.
Pero además de esta presentación en la causa por la investigación inicial, la defensa de Altamirano solicitará la detención de la testigo de identidad reservada que comprometió al carpintero diciendo que Candela había estado retenida los primeros días de su secuestro en su vivienda.
El abogado Matías Morla, defensor de Altamirano, dijo a DyN que hoy un estudio del laboratorio químico forense de la justicia de Morón determinó que «dieron negativas las pruebas de ADN» realizadas con las huellas de Candela, para saber si pudo haber estado en la casa de la calle Charrúas 1081, de Villa Tesei (Hurlingham).
«El ADN nos dio perfecto. Así que esto demuestra que Candela no estuvo en la casa de mi cliente, y por eso mañana nos vamos a presentar para pedir la libertad de mi cliente», dijo Morla.
Con esa presentación la defensa intentaría apurar los tiempos del fiscal Marcelo Tavolaro, a cargo de la investigación, quien preparaba un dictamen para pronunciarse sobre la situación de los imputados.
Según dijo el abogado Fernando Burlando -representante de Carola Labrador, madre de Candela-, todos los detenidos van a ser procesados por el fiscal.
Pero además de intentar favorecer la situación de su cliente, el abogado del carpintero se presentará ante el fiscal Marcelo Rapazzo para pedir la detención por falso testimonio de un testigo de identidad reservada que ya había sido denunciado.
Se trata de un testigo -sería una mujer joven que habría estado detenida- que en la causa Candela contó que a «Hugo» (por Bermúdez) se le fue la mano» y mató a la nena, la cual -afirmó- estuvo los primeros días en la casa de Altamirano y luego en la vivienda de Kiernan 992, propiedad de Gladys Cabrera.
Precisamente, los familiares de la depiladora Cabrera decidieron cambiar de abogado; es que, según dijeron fuentes del caso a DyN, el defensor que tenía hasta ahora creía poder liberar a la mujer, pero las pruebas que se recolectaron en los últimos tiempos en el expediente le harían prever que le es imposible cumplir con su promesa.
Mientras tanto, el abogado Alberto Domínguez, defensor de Alberto Espíndola, el albañil que fue detenido en un hospital y que fue involucrado por conocidos, impulsa el pase de la causa al fuero federal.
No obstante, Domínguez dijo a DyN que presentará ante el fiscal Tavolaro a un grupo de testigos, conocidos de su cliente y que lo perjudicaron en su momento en la investigación, pero que ahora harían ciertas aclaraciones para mejorar su situación.
Candela Rodríguez, de 11 años, fue secuestrada en la tarde del 22 de agosto, cuando esperaba a unas amigas en la esquina de su casa; su cadáver apareció el 31 de agosto a la vera de la Autopista del Oeste, cuando todo el país la buscaba pensando que la nena había sido víctima de la trata de personas.
Según la hipótesis de la causa Candela fue secuestrada por una venganza contra su padre, quien está preso desde hace un año y medio; y la maniobra la llevó adelante un conocido, quien habría buscado -de esta manera- quedar bien con un narcotraficante de Villa Korea (en San Martín).
Este sospechoso, Héctor «el Topo» Moreira (44) -detenido el último domingo-, tendría una relación con el padre de la nena (había sido novio de su hermana) y también rencores por deudas pasadas.
Se cree que la nena fue abordada por conocidos (Moreira o bien un joven de 24 años identificado como L.J. que habría jugado a hacerse el «noviecito» de la menor) y fue retenida en algún lugar (incluyendo la casa Kiernan) donde fue bien tratada.
La hipótesis apunta además a que, en medio de esta venganza, los responsables podrían haber visto la oportunidad de cobrar un rescate, pero lo cierto es que terminaron matando a la nena.
Por el caso están presos Altamirano, Gladys Cabrera, Alberto Espíndola, el verdulero Fabián Gómez, el albañil Guillermo López, Hugo Bermúdez (señalado como supuesto autor material) y «Topo» Moreira (sindicado como presunto autor intelectual).
A la lista se suman tres excarcelados: los torneros Alfredo Monteros, padre e hijo, y un fletero, Gustavo Valenzuela, que fueron a la casa rosa de la calle Kiernan el día que mataron a Candela.