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Caso Ferreyra: Severo fue trasladado a declarar

El testigo, que estuvo desaparecido durante 24 horas y fue hallado anoche golpeado y maniatado, dijo hoy que “pase lo que pase” iba a declarar en el juicio que se desarrolla por el crimen del militante del Partido Obrero.

Alfonso Severo, el testigo en la causa del crimen del militante del Partido Obrero Mariano Ferreyra, fue trasladado a la Fiscalía para prestar declaración sobre lo que le ocurrió durante las 24 horas que estuvo desaparecido. Severo apareció anoche en la localidad de Gerli, con sus manos atadas con precintos, descalzo y con signos de haber sido golpeado.

Al salir a las 8 de su domicilio, custodiado por personal dela Policía Bonaerense, Severo llegó a decir en medio de un tumulto de periodistas, camarógrafos y fotógrafos que no sabían quienes eran los responsables de su supuesto secuestro.

Severo ratificó que «pase lo que pase» va a presentarse a declarar ante el tribunal en el juicio que se le sigue a dirigentes de la Unión Ferroviaria por la muerte de Ferreyra en octubre de 2010.

El testigo agradeció «el apoyo de la Policía» y aseguró: «Voy a hablar con quien tenga que hablar, que será con la Justicia».

Tras el arribo del testigo y sus familiares del hospital, dos móviles policiales quedaron estacionados en la entrada de la vivienda de Severo, a pocos metros del nosocomio donde fue atendido.

«Estaba esperando el colectivo en la esquina de mi casa en Mariano Acosta y Clemenceau, a una cuadra de la fábrica de Cristalux. Ahí apareció Severo, y al verme me pidió si lo podía ayudar, que estaba secuestrado», sostuvo Fabián Abba, quien trabaja en la sección Circulación del Diario Popular y asistió al testigo en su vivienda de Gerli.

Agregó que «al principio no lo creí pero luego cuando ví que estaba  con los precintos me di cuenta quien era. Lo llevé a la puerta de mi casa, le saqué los precintos y le serví un vaso de agua fría ya que estaba muerto de sed y muy nervioso».

Abba señaló que llamó al 911 y que como no llegaba nadie, Severo pidió que llamara a la remisería que es de su propiedad y al poco tiempo se hicieron presentes varios amigos de Severo.

El hombre añadió que «lo había reconocido, pero que no quiso preguntarle nada por el estado en el que se encontraba Severo», aunque éste pudo narrarle cómo lo habían secuestrado: le cruzaron una moto y con una pistola en la cabeza lo subieron a un auto; fue lo único que me contó ya que estaba muy aturdido y agitado”.

«Estaba muy nervioso, lloraba y tenía sed. Sólo le di un vaso de agua porque no quiso entrar a mi casa: dijo que había estado secuestrado y que no quería estar encerrado», relató.

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