En la provincia de Catamarca hay una tradición misógina y otra homofóbica. Cuando se acerca la primavera, las chicas de los colegios secundarios desfilan para que, de entre ellas, surja una reina de belleza. Los chicos también lo hacen, vestidos de mujer, en lo que se conoce como el desfile del Mariposón. Este fin de semana, las alumnas de dos colegios de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca decidieron hacer una declaración política. Cuando se debía anunciar a la ganadora del primer certamen, dijeron que iban a coronar a todas las participantes. “Estos concursos, además de generar una competencia entre nosotras, establecen estereotipos de belleza irreales, provocándonos así una infinidad de inseguridades”, dijo ante el público Sofía Lizabe Valverde, alumna del último año del Instituto Pía Didoménico. Además, repudiaron la práctica transfóbica del Mariposón, y dijeron que no participarían.
Sofía tiene 17 años y cursa el último año del secundario en el Pía Didoménico, un colegio privado de la ciudad de San Fernando del Valle de Catamarca, la capital de esa provincia. “Catamarca es una provincia muy conservadora. Cuando te querés salir un poquito de la raya o del camino, cuesta. Acá se hace la elección de la reina no solamente para las chicas del secundario, sino que también lo hacen en la Fiesta del Poncho, que tiene reconocimiento nacional e internacional, la más importante que tenemos en Catamarca”.
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El desfile para elegir a la reina de belleza sigue la lógica de cualquier competencia de este tipo: las chicas desfilan por una pasarela y muestran su “belleza”. Luego un jurado –por lo general integrado por docentes o directivos– decide cuál de ellas es la que mejor se ajusta a lo que hoy por hoy se considera belleza hegemónica: es la que recibe la corona y la que, luego, competirá con otras reinas de otros lugares de la provincia, para llevarse la corona mayor.
El sábado pasado, los colegios Pía Didoménico y el Belgrano estaban listos para elegir a su propia reina. Pero lo que no sabían los asistentes, que acababan de aplaudir o chiflar a una veintena de chicas que habían caminado por la pasarela, es que este año no había jurado.
En vez de eso, quien subió al escenario fue Sofía: “Decidimos coronar a todas las participantes. Nuestro objetivo con esta intervención fue mostrar las críticas a las que estamos expuestas por las apariencias físicas y la competencia, que terminan afectándonos emocionalmente. Consideramos que estos concursos, además de generar competencia entre nosotras, establecen estereotipos de belleza irreales provocándonos así una infinidad de inseguridades”, dijo el sábado ante el público.
A principio de año, Sofía comenzó a hablar con sus compañeras sobre lo que significan este tipo de certámenes, que reproducen violencias machistas, misóginas y homofóbicas. Luego charlaron también con las alumnas del colegio Belgrano. Estuvieron de acuerdo y pusieron en marcha el plan que concluyeron el sábado. “No nos venía piola seguir propiciando estereotipos, y decidimos hacer esta intervención”, contó Sofía a El Ciudadano.
Y fueron por más. El sábado, desde el escenario, Sofía hizo otro anuncio: “También decidimos repudiar el Mariposón, que promueve la discriminación hacia muchísimas personas”.
El desfile del Mariposón es una actividad transfóbica que en los secundarios de Catamarca sigue siendo tradición. “Los hombres que no se autoperciben como mujeres se ponen minifalda, peluca, el corpiño de la madre, y salen al escenario. Y todos los aplauden y se ríen. Yo lo hacía también. Tiene un baile burlón, sexualizado”. Sofía dice que el año pasado le hizo un “click” cuando fue elegida como embajadora del Inadi y se capacitó junto con otros cuatro adolescentes de la provincia de Catamarca. “Cuando una persona que nace con genitales de hombre quiere transicionar a mujer, eso está fantástico, pero cuando un hombre que no se autopercibe como mujer se pone una minifalda y lo hace en tono burlón, eso no está bueno”, reflexionó la adolescente.
Sofía tiene planeado estudiar Ciencia Política o Derecho apenas termine la escuela. “Creo y valoro mucho los temas que los colectivos feministas pusieron en la agenda pública, temas que eran tabú, como el matrimonio igualitario, la sexualidad dentro de la discapacidad, el aborto, la interrupción legal del embarazo, el divorcio, la responsabilidad parental. Temas que siempre existieron pero que los tapábamos”, explicó.
