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“Cats” se suma a la lista de títulos que nacieron en los escenarios

El film de Tom Hooper, un musical caracterizado porque los actores de carne y hueso fueron digitalmente transformados en felinos, llega este jueves a las salas locales

El inminente estreno en los complejos de cine locales de Cats, de Tom Hooper, un musical caracterizado porque los actores de carne y hueso fueron digitalmente transformados en felinos, forma parte de la tendencia que tuvo Hollywood desde siempre de apoderarse de los éxitos de la escena teatral. La película llegará mañana a las salas rosarinas en medio de una gran polémica despertada a partir de una serie de errores técnicos que aparecen en el film.

El desembarco en el cine de los grandes musicales quizás tenga que ver con que tanto en Londres como en París, Nueva York e incluso Buenos Aires las entradas para ver espectáculos musicales son muy caras y el cine sirve para difundir obras que en vivo serían imposibles en lugares que no cuentan con grandes salas ni un público capaz de pagar el costo de esos tickets, o quizás porque es una forma de perpetuar en celuloide (ahora en digital) aquello destinado a ser fugaz.

Mientras se espera el estreno de Wicked, de Stephen Daldry para 2021, ya están por pasar a las cámaras El libro del mormón y American Idiot, que continuarán la lista que también integran Oklahoma de Fred Zinneman, que inauguró el sistema 70mm en 1955, y había sido estrenada en teatro en 1943, y La novicia rebelde (1965).

Esta última fue estrenada en Broadway en 1959 y tuvo una versión porteña diez años después en el teatro Cómico (hoy Lola Membrives) con Violeta Rivas y José Cibrián, además de otra con menos repercusión en 2011 en el Ópera con Laura Conforte y Enrique Cragnolino.

Cats fue estrenada en forma teatral en Londres, en 1981, y en 1982 en Broadway, donde estuvo ininterrumpidamente en cartel durante 19 años, y hasta tuvo una versión porteña en 1993.

The Rocky Horror Picture Show, dirigida por Jim Sharman en 1975, con Tim Curry y Susan Sarandon, que combinaba rock con vampirismo y transformismo, había sido conocida en el West End londinense en 1973 y poco después en Los Ángeles y Broadway, con el aditamento de que la censura argentina comandada por Miguel Paulino Tato impidió su estreno en cines, cosa que se corrigió con el advenimiento de la democracia.

Hubo una recordada versión local en el pequeño teatro Pigalle en 1975, dirigida por Gil Carretero e interpretada, entre otros, por Valeria Lynch, Rolo Puente, Linda Peretz y Ana María Cores y una segunda en el Teatro del Globo en 1994, dirigida por el escocés Christopher Malcolm, además de otros intentos.

El fantasma de la Ópera (2004), de Joel Schumacher, fue primero obra de teatro en 1986 en Londres y en 1988 en Nueva York, obviamente inspirada en la película muda de 1925 interpretada por Lon Chaney, y en Buenos Aires tuvo su versión teatral en el Ópera en 2009, dirigida por el auténtico Harold Prince.

Esa producción costó la eliminación del Petit Ópera, una coqueta salita que había en el subsuelo del edificio y que, se dice, solía ser visitada por Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte durante funciones para el gabinete.

También Sweeney Todd: El barbero demoníaco de la calle Fleet, de Tim Burton, que había tenido su estreno en Broadway en 1979, tuvo su puesta en el Maipo de Buenos Aires (2010), con dirección de Ricky Pashkus, con gran lucimiento de Karina K y el convencimiento de Julio Chávez de que cantar en escena no es tan fácil.

Hello, Dolly! (1969), interpretada por Barbra Streisand, Walter Matthau y Louis Armstrong, acerca de una casamentera judía que partía de una obra de Thornton Wilder, se estrenó en Broadway en 1964 y en el Odeón de Buenos Aires en 1967, con una permanencia de seis meses en cartel.

Dirigida por Daniel Tinayre y con un elenco estelarizado por Libertad Lamarque, acompañada por Raúl Rossi, Tincho Zabala, Luis Medina Castro y Osvaldo Terranova, repercutió además por una famosa disputa, que terminó en tribunales, entre Elena Lucena y Lamarque por el papel principal.

También en 1964 se estrenó en Broadway El violinista en el tejado, que en 1971 fue una película interpretada por Topol y dirigida por Norman Jewison, que en Buenos Aires levantó el telón en el Astral en 1969, con las actuaciones de Raúl Rossi, Paulina Singerman, Oscar Rovito y Estela Molly, que dirigida por Wilfredo Ferrán estuvo tres años en cartel.

En 2002, la obra basada en textos de Scholem Aleijem, se reestrenó en el Broadway con el protagónico de Pepe Soriano y con Roberto Fiore, Juan Manuel Tenuta, Estela Molly, Rita Cortese y Juan Manuel Gil Navarro. Producida por Alejandro Romay, fue levantada en pleno éxito sin que nunca se supieran los motivos.

Esos son sólo algunos ejemplos del teatro musical llevado al cine, dentro de una larga lista que también integran, entre muchas otras, El rey y yo (1956, en Broadway en 1951), South Pacific (1958, en New Haven en 1949), Amor sin barreras (1961, en Broadway en 1957), Mi bella dama (1964, en Broadway en 1956), Jesucristo Superestar (1973, en Broadway en 1971 y con su estreno porteño frustrado por el incendio del teatro a manos de un comando religioso desaforado), Hair (1979, en 1967 en el off Broadway), Evita (1996, en Londres en 1978), Chicago (2002, en Broadway en 1975), Rent (2005, en Nueva York en 1996), Mamma mia! (2008, en el West End en 1999) y Los miserables (2012, en París en 1980).

¿Entre las peores películas del año?

Cats es una de las películas más esperadas de la presente cartelera, pero las críticas conocidas en las últimas semanas apuntan a transformarla en una de las peores del año que recién comienza. “Cats (la película basada en el famoso musical que se estrenó esta semana) ha sido lo peor que le ha pasado a los gatos desde los perros”, escribió el crítico de cine Edward Douglas en la revista Comic Beat.

Cats es una orgía de pelos en un basurero”, opinó Mark Collider en la revista Collider.

“No es posible considerarla una buena película. Pero no quiero invitar a que se la odie. Es un animal callejero feo que huele mal y que sin duda no debe ser invitado a casa. Sin embargo, es en su especie un tipo de criatura viviente, digna de al menos cierta compasión básica”, publicó por su parte el crítico de Vanity Fair Richard Lawson.

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