La Tropa de Operaciones Especiales detuvo este miércoles a Maximiliano Andrés R., un joven de 18 años, integrante de un pesado clan de la zona norte, sindicado por los investigadores de ser quien mató el 6 de mayo de 2017 a Edgardo Picatti, un almacenero de barrio Cristalería que murió asesinado de un tiro en la cabeza mientras atendía su local.
Según indicaron fuentes judiciales y del Ministerio de Seguridad, Maxi R. fue capturado en el motel Oasis, sobre la ruta 34, en la vecina localidad de Ibarlucea, mientras estaba con una adolescente de 17 años. Antes, las fuerzas especiales habían irrumpido en Manuel de Luzarriaga al 3900, en la zona norte, con resultado infructuoso.
El homicidio de Edgardo Picatti no era el único hecho grave por el que se lo buscaba a R. El joven era requerido en la investigación por hechos de usurpación en barrio Nuevo Alberdi, amenazas calificadas y abuso de arma de fuego, dijeron las fuentes del caso, que agregaron que no descartan atribuirle otros hechos de sangre.
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Edgardo Picatti tenía un almacen en la parte delantera de su vivienda de calle Levi al 3100, casi en la intersección con Villa del Parque. Al momento del crimen se encontraba con su esposa y un cliente. De acuerdo con información del Ministerio Público de la Acusación, el sábado por la noche, alrededor de las 21 un sujeto se acercó a la despensa con el pretexto de comprar productos y ejecutó a Picatti de un disparo en la cabeza.
El 16 de mayo siguiente el Ministerio Público de la Acusación difundió un video para intentar recabar datos sobre el homicida del almacenero. Las imágenes, si bien no explícitas, estremecían por lo que no mostraban: un joven desciende de un Fiat 147, camina unos metros y se introduce, con determinación, en el comercio de Picatti. A los pocos segundos se lo ve correr y regresar al automóvil.
Picatti tenía 65 años y además de comerciante era trabajador municipal jubilado y exdelegado de la dirección de Talleres Centrales, cuyo edificio está en Suipacha al 1600.
Ahora, para los investigadores, Maximiliano Andrés R. es el sindicado tirador que mató al almacenero en un hecho de robo.
Interviene en las causas el fiscal Mariano Ríos Artacho, quien ordenó los allanamientos y el Juzgado de Menores Nº 2 de Rosario. R. será acusado formalmente en una audiencia prevista para este viernes.
El Lichi y todo el clan
Maxi es integrante de un clan de Nuevo Alberdi que se mudó allí desde barrio Tablada 15 años atrás. Hernán Ramón R., hermano de Maxi, tiene un apodo recurrente en las crónicas policiales: Lichi. Desde que tenía 17 años, cuando fue acusado por un homicidio, su apodo sonó con fuerza en diferentes hechos delictivos de la zona norte, muchas veces vinculado con su hermano Gastón, un año mayor. Allá por 2010 lo detuvieron por una saga que incluyó tiroteos con algunos heridos de arma de fuego y le achacaron el crimen de Miguel Ángel Funes, de 42 años, sucedido en diciembre de 2007 en Servellera al 3700, caso por el cual fue encausado su padre.
A principios de 2013 a los hermanos R. les achacaron atacar a tiros a una familia que vivía junto a un búnker, en su afán por balear a un grupo rival. La balacera dejó tres heridos y provocó que las víctimas se mudaran de provincia e ingresaran a un programa de protección de testigos nacional. Ambos cayeron en Victoria, Entre Ríos, en mayo de ese año, aunque no hubo pruebas para mantenerlos presos, ni a Lichi, ni a Gastón ni a su hermanastro Diego V., arrestado después, quien a la vez estaba acusado por dos asaltos. El episodio frente al búnker terminó con el desplazamiento de la cúpula de la Subcomisaría 2ª por denuncias de connivencia con los hermanos R.
Ya en 2015, Gastón fue detenido como parte de la banda que asaltó la céntrica joyería MG de Maipú al 800, adonde los ladrones ingresaron por un boquete y esperaron la llegada de los empleados para concretar el golpe, cuyo botín fue valuado en unos 10 millones de pesos, aunque gran parte de las joyas fue recuperada.
Al año siguiente, Lichi fue acusado de huir a tiros de un control policial. En julio del mismo año la Fiscalía archivó la causa, tras suspender la audiencia preliminar de juicio, al reconocer que no había pruebas suficientes para incriminarlo. Así Lichi volvió a la calle, donde lo mentaron como líder de un clan dedicada a múltiples rubros delictivos, incluido en el narcomenudeo, y también como integrante de una de las facciones de la barra de Central. Pero a mediados del año pasado volvió a caer, esta vez como líder de una banda de asaltantes a la que le adjudicaron una decena de golpes con un botín de unos dos millones de pesos en la región, entre ellos los atracos a la galletitería Tyna, Accesaniga y Electricidad Centro.